Los accidentes en el hockey son comunes y bien lo sabe Manuela Urroz (33) en sus más de quince años de carrera. Pero el último, fue distinto. Un pelotazo en la garganta la dejó completamente muda. Pasó una noche en la UCI con un pronóstico incierto. “La primera semana no tenía voz, porque las cuerdas vocales estaban tan hinchadas que no se movían. Estuve así como por diez días y tenía que comer papilla”.
La recuperación fue vacilante. “Tenía nervio de lo que podía pasar. Porque las cuerdas vocales son una lesión poco común. Hablaron de que me podían entubar”, relata ya con una voz recuperada. Eso sí, manifiesta que no puede elevarla demasiado y que recién volvió esta semana a los entrenamientos.
Pero Manu ya va dejando ese episodio atrás. La capitana de las Diablas sabe que debe estar a tope para la Copa América en Uruguay (24 de julio al 3 de agosto). Una más en el cuerpo de una jugadora que lleva años escribiendo su historia como si el palo de hockey fuera un lápiz.

El destino deportista de Manuela
Con un rápido vistazo a la familia de Manuela, era difícil que no estuviera en su destino ser deportista. Su tía fue Silvana Urroz, la tenista chilena más destacada de la historia junto a Anita Lizana. Su abuelo, Francisco Urroz. Seleccionado nacional de fútbol, capitán de Unión Española y con pasos en Colo Colo. “No alcancé a compartir con ellos. Pero dicen que me parezco físicamente a mi tía”.
Su hermano, Francisco, es jugador de Los Cóndores. “Se ha generado una relación con mi hermano ligado al deporte, que eso creo ha fortalecido esta pasión y este amor por ser seleccionados nacionales. Por representar a Chile”, algo que también, menciona, comparte con sus ancestros deportistas.
Lo de Manu no fue solo el hockey. Al principio también practicó tenis y fútbol. “Me encanta el fútbol. Lo sigo mucho. También tenía hartas habilidades cuando chica. Pero creo que me decidí por el hockey por el ambiente y mis amigas. A veces, me da pena no poder practicar fútbol porque hay alguna pichanga los fines de semana, pero con el alto rendimiento es complicado”.
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Decidida por el hockey, las respuestas se fueron dando. Con llamados a la Selección Juvenil y posterior a la Adulta, Manu fue en búsqueda de su profesionalización como jugadora. Eso sí, con una carrera universitaria en paralelo. “Nunca fue negociable no estudiar y fue algo que siempre estuvo en mi mente”.
Entró a estudiar Derecho en la Universidad Católica. “En Chile no se puede ser profesional del hockey. Por tanto, siempre estuvo en mis planes estudiar una carrera. Y después de eso, poder hacer una carrera afuera y poder disfrutar de lo que es ser profesional en el deporte”.

Manu Urroz se decide por Europa
Siete años fueron los que estuvo Manu en Europa. El primer salto fue al Oranje Rood, equipo de Países Bajos, una de las mejores ligas del mundo. Después de un año, se trasladó a Bélgica para defender los colores del Royal Antwerp, manteniéndose por seis temporadas.
Todo se dio por exjugadoras que venían de la misma experiencia. “Antes de mi generación y con personas que alcancé a compartir en la Selección Adulta, había jugadoras que también hicieron carrera afuera. Entre ellas, la Javi Villagra y la Caro García. Ella venía volviendo de Bélgica, de un equipo que había sido campeón y me recomendó. Fue así como se dio la oportunidad”.
El momento más difícil fue su llegada. “Me costó adaptarme en la primera temporada, a la cultura. También, al nivel de juego, al equipo. Estar lejos de la familia, los amigos. En ese tiempo, seguía estudiando para el examen de grado. Entonces, fue un tiempo un poco tormentoso”.
Los momentos felices fueron los que más marcaron su paso por Europa. “Uno de los recuerdos más lindos fue la temporada que pudimos salir campeonas en Bélgica. Nos tocó también perder finales, pero la temporada que salimos campeonas, teníamos un equipo humano increíble. No habíamos tenido la mejor temporada, pero en el momento de los playoffs, fue donde se marcó la diferencia y disfruté mucho esa temporada”.

Pero, no fue precisamente eso lo que más marcó a Manu en su experiencia en el Viejo Continente. “Una vez, me tocó irme en el auto con jugadoras que venían de ser la primera generación que había logrado clasificar a Bélgica a unos Juegos Olímpicos. Y en Chile, veníamos de un momento muy difícil el 2015, donde nos habíamos quedado sin medalla panamericana. Ellas hicieron atreverme también a soñar. Habían quedado fuera de muchos torneos, pero se había dado esa oportunidad de hacer historia con su país. De que era algo totalmente accesible. Me quedó dando vuelta, porque creo que también nosotras empezamos a atrevernos a soñar. A ir por más”.
Desde el 2023 que Manuela está de vuelta en Chile. Una decisión que confiesa no fue fácil, pero venía de la mano con muchos otros aspectos de su vida. “Creo que cumplí un ciclo afuera. También tenía ganas de compartir más con las Diablas. Fue justo en el período de preparación para el Mundial, que no me quería perder. También porque, a nivel familiar y de relación, estaba extrañando mucho lo que es estar en casa, con tu gente cercana. Siete años fuera es harto tiempo, a pesar de que venía mucho a Chile. Pero tenía ganas también de estar con mi club acá y poder un poco devolver todo lo que había ganado estos años fuera”.
Reconoce que igual a ratos le ha “picado el bichito de volver. Pero también tengo condiciones distintas. Ya sería una decisión a nivel laboral, de pareja. Pero sí dan ganas. Por lo que uno vive afuera, por la competencia. Por ese roce que uno extraña todos los fines de semana”.
Para Manu, el resumen de su experiencia en Europa es el haberse enamorado del alto rendimiento. Y eso, lo ha podido contagiar en su proyecto deportivo más importante y en el cual tiene un rol fundamental: la capitanía de las Diablas.
Urroz y sus 17 temporadas junto a las Diablas
Manuela Urroz fue llamada por primera vez a la Selección Adulta hace 17 años. Y lo recuerda con claridad. “Estuve muchos años en la Sub 21. Cuando me llamaron, sentí mucha emoción. La verdad, es que también era llegar muy chica y poder compartir con jugadoras que admiraba mucho. Me encontré con un equipo que tenía mucha hambre”.
Se acuerda que “el debut fue en Sudáfrica. Desde ese día ya han pasado casi 250 partidos internacionales. Pero lo recuerdo como si fuera ayer. De empezar un sueño que hasta el día de hoy sigue latente. Y han pasado muchos torneos, medallas. Altos y bajos. Pero esa hambre y esa pasión siguen intactas”.
Ahora, Manuela tiene el número 10 en la espalda y porta la jineta de capitana de una histórica selección. “Hoy me toca ese rol que es un orgullo, un honor y también una gran responsabilidad. Intento ser la mejor versión de mí, de poder entregar al equipo todo lo que necesita”.

Y en ese mismo rol de capitana, entiende también lo fundamental que tiene un deporte colectivo. “También hay distintos liderazgos. Un equipo donde tiene distintas jugadoras, responsabilidades. Donde las más chicas también se han ido incorporando. Entonces, entre todas hacemos un equipo que lucha sus objetivos y vamos empujando hacia los mismos sueños”.
Al igual como Manu llegó a ese equipo años atrás siendo la más pequeña, hoy le toca estar como la jugadora con experiencia y con un rol integrador. “Me emociona mucho cuando puedo compartir con estas pequeñas futuras ‘diablas’, que sueñan estar acá en los próximos años. Y lo que uno simplemente con una conversación, una foto, con un regalo puede entregar. Representar a Chile me llena el corazón. Creo que es de las cosas que más me llena de ser ‘diabla’”.
Las Diablas históricas
Pero la historia de Manuela se sigue contando. Su vida con las Diablas ha estado marcada por los hitos más importantes de una Selección Chilena de hockey femenina: la primera medalla Panamericana en Guadalajara 2011, la clasificación y participación histórica en el Mundial de Ámsterdam el 2022, la segunda medalla en Santiago 2023.
Elegir cuál fue el más importante, no es sencillo. “Es una pregunta muy difícil. Me marcó mucho Guadalajara 2011. Por cómo se consiguió. Por lo que significaba estar con ese equipo humano y lo inspirador que fue para mí. Que empezó a marcar lo que sería mi futuro y las ganas que yo tenía de estar acá. Y creo que este último tiempo, el Mundial ha sido algo que nos marcó mucho, porque luchamos mucho para conseguirlo. Creo que lo conseguimos de manera muy épica. Fue un sueño muy importante para las Diablas”.
Le es difícil dejar fuera de esta lista la efervescencia de lo vivido en Santiago 2023. “Fue muy mágico. Poder disfrutar de mis cuartos Juegos Panamericanos acá en casa, con nuestra gente viviendo en deporte en la ciudad donde nací, movilizada por el deporte. Donde la gente empezó a entender lo que es ser deportista de alto rendimiento y lo que el deporte le puede entregar a la sociedad”.

Cuando se hace un repaso del cómo se fue forjando este camino de éxitos de las Diablas, es inevitable que no salga el nombre de Sergio Cachito Vigil. Ex entrenador de varios clubes en Argentina y de Las Leonas. Hasta el año pasado, entrenador de las Diablas y hoy dedicado a las selecciones juveniles. “Cacho llegó en un momento que no estaba siendo fácil para nosotras. Veníamos de un resultado que no esperábamos y vino a revolucionar. Desde que nos anunciaron que él llegaba, nosotras estábamos en shock de poder tener este lujo de entrenador a nivel mundial y que venía a apostar por nosotras. Porque finalmente fue apostar por un grupo humano, por una Federación y por nuestro país”.
Fueron ocho años los que estuvo a cargo de la Selección Adulta. “Le sacamos el jugo. Para mí, ha sido muy especial. Un referente. La verdad es que sin él, también creo que mi carrera hubiese sido distinta. Yo lo admiro mucho. Pude aprender muchísimo de él y sigo aprendiendo. Espero que también pueda estar muchos años más acá. Tiene mucho por aportar al hockey nacional y al desarrollo del talento en los menores, como lo está haciendo hoy día”.
Manu tiene claro el camino a seguir. Destaca también el trabajo que viene haciendo la Federación al tener torneos importantes en Chile, como la Nations Cup en marzo de este año. “Si hay algo que creo que tiene que mantenerse, que no podemos bajar, es el tema de la competencia. Tenemos que seguir compitiendo al nivel que venimos. Teniendo el apoyo para poder viajar a giras, a torneos, a poder medirnos. Porque estamos en el fin del mundo”.
Y es desde el fin del mundo, donde rescata el reconocimiento que tienen las Diablas en el radar internacional. “Hoy somos 12 del mundo. Ese es nuestro ranking internacional. Creo que somos un país que quizás, hoy no somos referentes, pero sí un equipo respetado”.
La antorcha en París: de dulce y agraz
Un día antes de que las Diablas no consiguieran clasificarse a los últimos Juegos Olímpicos en París, Manu recibía un correo diciendo que portaría una de las antorchas para dar inicio a la competencia. Esto, debido a su actual trabajo en la multinacional francesa Decathlon. De todo el mundo, ella fue una de las ocho elegidas.
Manuela Urroz iría a los Juegos Olímpicos, pero no con las Diablas. “No le conté a nadie porque mi sueño de toda la vida ha sido jugar en unos Juegos Olímpicos. Nunca me imaginé de otra forma. Pero sí, tuve esta suerte y oportunidad. Quizás lo más mágico que me ha pasado en mi vida. Pero no reemplaza a lo otro. Y que no suene desde el desagradecimiento, porque realmente fue un momento que me marcó. Pero no reemplaza el sueño que sigo teniendo”.

Si bien las Diablas han tenido varios procesos clasificatorios, el último ha sido el más difícil. “Fue duro porque nos sentíamos cerca. Quizás no llegamos en nuestro mejor nivel. Veníamos de un año también muy difícil de competencia. La partida de Claudia (Schüler, exarquera que falleció por un cáncer ocular) también como referente, amiga. Fue algo que nos dolió. Pero no hay nada que nos haya hecho caer y no levantarnos”.
El objetivo de Los Angeles 2028 está más vigente que nunca. Pero hay otras metas antes. “Estamos entrenando todas las mañanas para poder seguir creciendo día a día. Poder conseguir nuestros objetivos como es volver a un siguiente Mundial, estar en un top ten. Estamos ahí tocando la puerta, pero que para llegar tenemos que sacrificar mucho más y creo que hoy es un reflejo de todas las mañanas que estamos acá”.
La Manu fuera de la cancha
Como la mayoría de los deportes en Chile, el hockey no es profesional y es por eso que debe compatibilizarse con trabajo. La abogada Manurla Urroz trabaja en el área de Recursos Humanos de Decathlon prácticamente desde que regresó a Chile. “La verdad, es que ha sido realmente un lujo contar con una empresa que te apoye para seguir compatibilizando el alto rendimiento con la vida laboral. Que es un desafío no menor”.

Lejos de la cancha, confiesa que la mayoría de sus hobbies son relacionados al deporte. “Me gusta mucho ir al estadio a ver a mi equipo, la Unión Española. Sigo mucho el fútbol. También en mis tiempos libres trato de estar mucho con mi familia y mis amigos, que es algo que me llena”.
Pese a seguir una dieta adecuada para la exigencia competitiva, revela que cuando se sale lo hace con sushi, papas fritas y chocolate, principalmente. “El alto rendimiento te exige estar a tope. Estar en un estado para poder entrenar. Pero también creo que es importante, como yo lo veo, tener distintos espacios para distenderse en ciertas oportunidades”.
¿El retiro? Manu lo ve aún muy lejos como posibilidad. Principalmente, por su anhelado sueño de llegar a los próximos Juegos Olímpicos, pero esta vez como jugadora y capitana de las Diablas. Aún quedan algunos objetivos que vivir en esta trascendental historia en el hockey chileno.
-Si imaginas un post de Instagram de fin de año, ¿qué te gustaría que dijera o saliera?
“Ha sido un año difícil. Me ha tocado vivir algunas situaciones que no han sido fáciles. También tomar decisiones a nivel personal. Pero lo que yo quiero a fin de año, es que en esta Copa América, Chile quede clasificado el Mundial. Que cerremos el año con Chile ya clasificado a un Mundial y soñando con lo que va a ser un 2026 de vuelta en esa instancia”.