
El 8 de septiembre pasado, justo antes de que la Selección Chilena enfrentara a Uruguay, en el último partido de las horrorosas Eliminatorias Mundialistas, Nicolás Córdova declaraba: “Se me debe juzgar por lo que pasa en los juveniles; ese es mi trabajo”... Pues bien, al entrenador de la Sub 20, que acaba de ser humillada en el Mundial que se juega en nuestro país, le llegó la hora.
Por donde se le mire, la actuación de La Roja en la Copa Mundial Sub 20 de la FIFA - Chile 2025 es un fracaso. No da para mayor análisis, por más que el DT se escude en números aleatorios para decir que, en realidad, la cosa no estuvo tan mal.
Sí, estuvo mal, pésimo en realidad. Chile avanzó a octavos de final solo por obra y gracia del Espíritu Santo y de un reglamento curioso en que el criterio decisivo fueron las tarjetas amarillas. En la cancha, la Selección solo superó a Nueva Zelanda en la última pelota del partido y tras un grosero error de los oceánicos. Luego, caídas ante Japón y Egipto, para avanzar de milagro.
Después, en la ronda muere-muere, una bochornosa presentación ante México, en que Chile no tuvo por dónde y que acabó con una goleada inapelable de 4-1. ¿Hay que evaluarlo por los juveniles? Ok: su trabajo fue muy deficiente.
Los pecados de Nicolás Córdova
¿Que Chile hace rato viene mal en todas sus divisiones? Pase, se le da esa al DT. No hay que mirar muy lejos para saber que nuestros representativos, salvo las Sub 17 quizás, no dan el ancho en la competencia internacional.

¿Que algunos jugadores no estuvieron en buen nivel? Siempre pasa. Cargar con todo contra un plantel joven resulta inoficioso.
Se pueden dar muchos factores para explicar la debacle chilena, pero hay asuntos concretos que apuntan directamente hacia Nicolás Córdova. Él tuvo mucho que ver.
Tras la derrota ante Japón, saltó uno de los pecados más flagrantes en la conducción del entrenador: la soberbia. Consultado por el mal desenlace de ese partido, el DT se escudó de la siguiente manera: “Las métricas que tienen ustedes (los periodistas o analistas) son totalmente distintas a las que tenemos nosotros”, para luego rematar con “se entiende, ustedes no son expertos”.
Además de esas desafortunadas palabras (del estilo “Yo sé, ustedes no”), Córdova pintó a Japón como si fuera la Yugoslavia de Jozic de 1987, cuando en realidad, los nipones eran un cuadro correcto, mas no superpoderoso. Soberbia, falta de autocrítica, negación.
Las declaraciones del técnico, muy mal asesorado comunicacionalmente por parte de la Federación, además, crearon un ambiente de ruido evidente en torno a la Selección. A Córdova se le sacaron en cara esas declaraciones en cada análisis, en cada titular de la prensa. Eso llegó también al hincha de La Roja, que comenzó a tener una clara animadversión hacia el técnico.

Una actitud contagiosa que contaminó al plantel
Si el desacierto comunicacional de Nicolás Córdova se hubiera quedado solo en eso, bien, qué se le va a hacer. No sería ni el primero ni el último entrenador sobre la faz de esta tierra en declarar de manera equivocada. El gran problema es que contagió al plantel.
Se pudo apreciar claramente cómo los jugadores de la Selección cayeron en el mismo desatino del técnico. Tras caer ante Egipto, el defensor Nicolás Suárez expresó que Chile “Obvio que juega bien. Date cuenta de la posesión, de cómo sometemos a los equipos rivales y de las ocasiones que nos creamos”... Mismo discurso, misma actitud. No había ningún problema, porque Chile jugaba súper bien. Los jugadores habían sido contaminados con la monserga de las métricas.
El gran inconveniente de esa postura es que, con su discurso, Córdova permeó a un plantel que no fue capaz de detectar que habían problemas. Chile no ganaba, no era capaz de mantener un resultado, le hacían un gol en la última jugada. Pero todo estaba bien, porque “sometía al rival”... Mala cosa.
Nicolás Córdova: un camino largo
Si hay algo sobre lo que Nicolás Córdova no se puede quejar es el suficiente tiempo que tuvo para trabajar. Llegó en 2023 a hacerse cargo de las selecciones menores como jefe técnico y, el objetivo mayor, era el Mundial Sub 20.
Además, el entrenador ha participado en procesos de distinta categoría, en que los resultados no han estado de su lado. Estuvo en la Adulta como bombero, primero ante la salida de Eduardo Berizzo y luego para rematar las Eliminatorias. Nunca ganó. Claro, no importó mucho, porque llegaba de emergencia y a cubrir una necesidad específica; no se le podía exigir.

Luego, también a la cabeza de la Sub 23, para el preolímpico de Venezuela. Perdió con Perú en el estreno, para sorpresa de todo el medio. Le echó la culpa a todo y juró a los cuatro vientos que Chile había sido infinitamente superior.
Y aunque le ganó a Uruguay y a Paraguay en ese torneo, una bochornosa caída ante Argentina (por errores del árbitro, según él) de 5-0 imposibilitó que La Roja siguiera en carrera. Pero, tampoco importó mucho, total, el foco era la Sub 20.
Hora del Sudamericano de la categoría, de su serie, para lo que se le trajo, supuestamente. Chile avanzó a la fase final, pero en esa instancia remató último. De no haber estado ya clasificada por ser organizadora, La Roja no hubiera asistido al Mundial.
Por todas esas selecciones nacionales se ha paseado Córdova y las “métricas” son elocuentes: 11,1% en la Adulta, 50% en la Sub 23 y algo más de un 25% en la Sub 20. Paupérrimo.
La Selección fuera del Mundial Sub 20. La decisión ahora está en manos de la Federación de Fútbol de Chile, que en un momento pensó en Nicolás Córdova como el gran líder, el de los estudios en Europa, el que sabe y se perfecciona, para comandar a La Roja hasta el Mundial Adulto 2030. ¿Seguirán pensando igual en Quilín?