
2 de julio de 2017 y La Roja salía a la cancha en San Petersburgo a buscar lo que podría ser su tercer título en igual cantidad de años. Era el gran logro mundial que podía conseguir la Selección Chilena, tras la obtención de las Copas América de 2015 y 2016.
Al frente estaba la todopoderosa Alemania, que si bien se presentaba con un equipo alternativo, seguía siendo un rival de temer. Un grosero error de Marcelo Díaz a los 20' terminó con el único gol del partido y el triunfo germano, pero también con el espíritu competitivo de La Roja.
Si se analizan fríamente los números, estos no mienten y, tras esa decepción, el equipo nunca más pudo encontrarse. Solo un mes después de caer en la final de la Copa Confederaciones, vino un bache tremendo en Eliminatorias que desplomó al equipo y terminó por sentenciar su eliminación de la Copa del Mundo del 2018.

Las inapelables caídas como local por 0-3 ante Paraguay, además de un 0-1 con Bolivia en La Paz, dejaron al cuadro de Juan Antonio Pizzi en una posición más que incómoda. El sufrido triunfo ante Ecuador en el Monumental, algo alcanzó a ilusionar, pero la goleada de Brasil 3-0, acabó con todo.
Chile quedaba fuera. En lo deportivo, se acababa la ilusión de un tercer mundial consecutivo, y además, el bicampeón de América comenzaba una debacle fuera de la cancha, con un conflicto que se hizo eterno entre dos de sus máximos referentes: Claudio Bravo y Arturo Vidal, que tuvo capítulos increíbles.
Menos del 40% de rendimiento en cinco años
La ANFP optó por buscar un entrenador de renombre continental, y experiencia mundialista, como Reinaldo Rueda, campeón de América con Flamengo y Atlético Nacional. El cafetero también llevó a la Copa del Mundo a Honduras y Ecuador, lo que hacía pensar en que podría enrielar al equipo.
Pero nada de eso pasó. Si se consideran solo partidos oficiales, Rueda dirigió 10 partidos consiguió tres triunfos (uno por Eliminatorias), dos empates y cinco derrotas, con un rendimiento bajísimo de 36,67%.

En pleno proceso eliminatorio para Qatar 2022 y con la llegada a la testera de Quilín de Pablo Milad, cayó el colombiano y apareció Martín Lasarte. El charrúa dirigió 19 partidos oficiales entre Copa América y Clasificatorias y tuvo un 35% de rendimiento, gracias a sus 5 triunfos, 5 empates y nueve derrotas.
Todo esto, sumado a la final de la Confederaciones y los últimos cuatro partidos camino a Rusia con Pizzi, entregan un diagnóstico brutal: Desde 2017, Chile solo llegó a un 36,62% de rendimiento en partidos oficiales. Ganó pobres 10 partidos, empató 7 y perdió 17.
Una curva decente que también se refleja, por ejemplo en la cantidad de puntos obtenidos en los últimos cuatro procesos clasificatorios. En el torneo premundial de Sudáfrica se lograron 32; 29 rumbo a Brasil, 26 para el 2018 y solo 19 en Qatar.
Mirando estos números fríos, la conclusión es solo una: Tras la final de la Copa Confederaciones, la generación dorada no pudo nunca más conseguir alegrías.