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La larga y triste agonía de la Ciudad Deportiva de Iván Zamorano

El excapitán de La Roja llegó a un acuerdo para ceder la administración de su predio a la Universidad San Sebastián.

Era su gran ambición, su gran proyecto tras retirarse del fútbol. Había partido incluso antes de colgar los botines, en 1999, cuatro años previo a su último partido como profesional: la Ciudad Deportiva Iván Zamorano.

Se trataba de un ambicioso proyecto, ubicado en el Parque Padre Alberto Hurtado, donde a lo largo y ancho de doce hectáreas de terreno en la unión entre las comunas de Las Condes, La Reina y Providencia, podrían reunirse en un mismo lugar tanto deportistas de primer nivel como personas comunes y corrientes.

Los amigos al rescate

Durante mucho tiempo, todo parecía marchar bien, pero tras bambalinas los problemas se acumulaban. Y las deudas.

En algo que se originó por la confianza que Zamorano había depositado en gente de su confianza, pero sin la preparación necesaria para manejar un proyecto de tal magnitud, en 2014. Tras 15 años, bajo la administración de su cuñado Wilson Flores, la Ciudad Deportiva había acumulado casi 2 mil millones de pesos en morosidad.

"Bam Bam" incluso denunció públicamente a quien él mismo había nombrado como gerente general. Al mismo tiempo que demandaba por presunta estafa a dos de sus empleados, también de su confianza, por apropiación indebida de $ 85 millones.

Aunque la Ciudad nunca dejó de funcionar, estaba agonizando y sólo la amplia red de amistades y contactos del excapitán y goleador de La Roja le permitieron seguir a flote. Hubo donaciones que nunca se revelaron, además de "acuerdos estratégicos" que inyectaron valiosos recursos, como la asociación con Nicolás Massú, quien instaló ahí su flamante Escuela de Tenis.

Más tranquilo, Zamorano incluso dejó Chile para aceptar una oferta como comentarista en un importante canal de televisión mexicano.

El tiro de gracia

Pero ya nada era lo mismo. Y así quedó claro cuando a fines del año pasado volvieron a salir a la luz nuevos problemas económicos. Además de la deuda de arrastre, el Estallido Social y la pandemia fueron los golpes mortales.

El agujero financiero esta vez era insalvable: cerca de 3 mil millones de pesos, que tenían a la Ciudad Deportiva al borde de la quiebra.

Por eso, desde noviembre que el delantero se encontraba negociando un traspaso de la concesión que era de su propiedad hace más de dos décadas a la Universidad San Sebastián. Algo que se terminó produciendo esta semana.

"La Ciudad Deportiva es más que una persona. La Ciudad Deportiva es un valor y un sentimiento, entonces lo del nombre es lo de menos", señaló el viernes Iván Zamorano. "Jugué toda la vida con la número 9 y un día llegó el mejor jugador del mundo y le tuve que entregar ese 9. A raíz de situaciones de esa naturaleza, uno se tiene que reinventar. Usé la 18 y le puse un signo + para simbolizar uno más ocho".

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