La Superliga Europea quedará en la historia como uno de los fracasos más públicos del último tiempo. No habían pasado 48 horas desde su anuncio cuando todos los grandes medios, autoridades políticas y deportivas, jugadores e hinchas estaban destrozando a los doce equipos fundadores, liderados por el el Real Madrid, que quisieron crear una competencia paralela.
Al final, se retiraron todos los ingleses y los pocos clubes que seguían comprometidos, como los mismos merengues y la Juventus, reconocieron que el torneo no podía seguir adelante.
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"Florentino Pérez amenazó una bomba de hidrógeno y sólo fue un guatapique chingado", analizó el comentarista deportivo Juan Cristóbal Guarello en su columna en La Tercera. "La Superliga europea murió al nacer, porque ni siquiera vio la luz del día y ya le estaban buscando la sepultura. Pero a nadie podía sorprenderle. Cuando las cosas se planifican torcidas, terminan mal".
"La Copa de Campeones fue concebida como una competencia abierta y cuyo único fin era ver en la cancha quién era el mejor. La Súperliga de Florentino y los doce millonarios (uno imagina esos capitalistas gordos con frac y sombrero de copa de las viejas propagandas soviéticas) tuvo el camino contrario: primero se pensó en una rentabilidad descomunal, ahí entraba JP Morgan, y luego lo competitivo, si es que eso importaba realmente", agrega Guarello.
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"Pero había una pieza suelta, que no era ni la amenazante FIFA, ni la poderosa UEFA. Algo tan simple como el consumidor final, el hincha. Y el hincha, que será muy comprador de camisetas o bufandas y estará bastante amansado para pagar una locura por cualquier boleto, no es un mono amaestrado como los oligarcas rusos, jeques árabes o inversores estadounidenses creen", apunta el periodista.
"Y el hincha sabe perfectamente qué copas son de verdad y cuáles de cartón. Y no estaba dispuesto a sacrificar un torneo como la Champions, concebido por la más transparente de las razones, saber quién es el mejor, por una liga de prepotentes, cuyo valor deportivo no era mucho mayor que esos cuadrangulares de pretemporada que se hacen en Miami, con grandes clubes y estrellas rutilantes, pero cuyos ganadores son de una estricta irrelevancia", concluyó Guarello.