
Más allá de lo deportivo, la continuidad de Cristian Insaurralde en Cobreloa para la temporada 2026 también tiene un trasfondo personal, y sobre todo, familiar.
Tras varios años en el fútbol chileno, el delantero argentino reconoce que sus decisiones más recientes han estado marcadas por la búsqueda de estabilidad familiar, el arraigo y la necesidad de encontrar un lugar donde tanto él como sus hijos se sientan cómodos.
La felicidad de Insaurralde en Calama
En conversación con En Cancha, Insaurralde habló con franqueza sobre su vínculo con Chile, su experiencia en Calama y el peso que hoy tiene su familia —especialmente sus hijos— al momento de proyectar los últimos años de su carrera profesional.
“En estos últimos años también opté por darle un poco más de prioridad a la familia”, explica el atacante, al referirse a los constantes cambios de clubes que ha experimentado en las últimas temporadas.
“Cuando volví a Chile fue porque yo quería volver al país, establecerme y encontrar un lugar donde sentirme cómodo. Me ha costado, pero en Calama, en Cobreloa, yo he sido muy feliz y he vivido uno de los mejores momentos de mi carrera”, reconoce.

El factor familiar en la carrera de un futbolista
Sin embargo, admite que el paso del tiempo y distintas experiencias también van moldeando las decisiones que un jugador toma. “Las situaciones que uno va viviendo hacen que la personalidad del jugador se vuelva un poco más reacia a todo. En esos momentos hay que optar por el bienestar familiar, y eso es lo que me ha tocado hacer”, señala.
En ese contexto, Insaurralde explica que hoy el escenario es distinto al de años anteriores. “Si bien tengo la energía, las ganas y sé que me va a hacer muy feliz volver a Cobreloa, también tengo que entender que mis hijos ya están grandes”, comenta.
“Mi hija tiene 15 años, está en plena adolescencia, donde los cambios son mucho más bruscos. Mi hijo tiene 12, y pasa lo mismo con el colegio, las amistades y el entorno. Uno pone todo eso en la balanza”, complementa.
El delantero también se detiene en la adaptación de su familia al país. “Yo estoy feliz en Chile. Me adapté, me acomodé, y mis hijos también. No se quieren ir del país”, confiesa.
La relación con Calama, en particular, aparece como un punto sensible. “La última vez que se fueron de Calama, mis hijos se volvieron llorando porque no querían irse. Ahora, cuando terminó esta temporada y entendieron que otra vez tenían que desarraigarse de su lugar de confort, de sus amigos y del colegio, pasó lo mismo”, relata.
Insaurralde rescata el lado positivo de aquello. “Es complicado, pero también es lindo sentir que tus hijos están cómodos, felices en un lugar, que se pueden adaptar. Para el jugador eso es lo más importante, porque es la gente que está día a día a tu lado, apoyando y acompañando”, reflexiona.
Finalmente, proyecta lo que viene sobre su carrera. “Hoy estoy cómodo en Chile, tengo una vida ordenada y ojalá fuera el lugar donde pudiera establecerme para siempre”, señala.
“La carrera del futbolista es corta. Me quedan pocos años y tengo que tomar la mejor decisión, poniendo todo en la balanza, para ver qué es lo mejor para nosotros”, concluye.







