Por Patricio Erlandsen (@Pato_Erlandsen)abre en nueva pestaña ]

Si hay algo que me cargó durante la semana previa al partido en que nos enfrentamos contra Cobresal y que serviría para ver si es que nos librábamos o no del descenso es que varias hayan sido las voces, comandadas desde las redes sociales oficiales del club, que

hablaban del encuentro como una final. ¡Qué más lejano que eso! Las finales son para definir campeones, no para evitar descensos. 

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Sin embargo, el hincha caturro, como siempre, entendió de lo que se trataba. Un partido trascendental para el equipo de sus amores. Y es que muchos entendíamos que un descenso es por lejos lo peor que nos podía pasar.

Cuando se desciende, no se sabe con certeza cuándo vas a volver, aún logres confirmar grandes planteles.

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En nuestra historia tenemos harto que contar al respecto. Además, la pérdida de los dineros del CDF, podría significar

ahondar aún más la severa crisis económica que atravesábamos. 

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Para más remate, por problemas personales, no pude estar. Y

cuando uno no puede ir a partidos como estos se siente todo peor. Primero, sientes que estás fallando, segundo no tienes cómo desahogarte, y tercero, no cuentas con un hermano wanderino para abrazarte cuando el equipo anota.

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Me pasó con el gol del "Torta", lo grité con todo, pero mis pequeños hijos de uno y tres años, no entendían por qué el papá se volvía un simio. Por suerte, hasta ahí era un partido tranquilo, pero aparecieron los fantasmas.

Cobresal demostró que iba a dejar la vida en búsqueda de su salvación y Wanderers era nuevamente un equipo tímido,

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sin estructra de juego y con rendimientos personales reprochables, como el de José Luis Muñoz. Un jugador con la experiencia de él, debía marcar diferencias y lo hizo, pero para mal. El penal de Castellón no sancionado y el control del balón por parte de los nortinos hicieron pensar en lo peor.

El empate de Cantero fue un balde de agua fría, pero de esos que uno espera

, porque hace rato, eran dueños del trámite del partido, pese al par de postes que tuvo el equipo de Silvio. Pero pasó el tiempo, la gente siguió alentando y

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"sacamos la tarea adelante", con lo justo, de la manera más mediocre posible

. Jugando a nada. Por eso, cuando sonó el pitazo final nadie festejó ni el estadio se volvió una caldera. Solo se hizo (y a medias) lo necesario para mantener la categoría. Y ahora vienen tiempos de decisiones, logramos mantener nuestra última vida, pero si las cosas se siguen haciendo mal, no habrán más chances.

La S.A. debe tomar una decisión y ser sincera. Se viene hablando de potenciar al plantel, pero si eso significa la llegada de jugadores para "completar el plantel", no tendremos más que hacer en Primera.

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Lo primero es encontrar un técnico con caracter y que entienda que acá la misión es reencantar al hincha, pero especialmente sumar puntos. Me gustaría que llegara alguien que pudiera liderar un proyecto, entendiendo que de aquí a diciembre solo hay que volver a pensar en la salvación, pero pensando también en el futuro.

Por eso, si pudiera elegir, lo haría por Miguel Ramírez. 

Con buenas decisiones, la S.A. puede espantar todos los fantasmas de los errores que han cometido durante una década. Es momento de escuchar a los que saben.

Llamen a Jorge Ormeño, pídanle la opinión a Moisés Villarroel, escuchen a Luis Alberto Landman, el único directivo que tomó correctas decisiones deportivas. Pero principalmente, inviertan

. El fútbol no es una ciencia exacta, pero si te asesoras bien, traes entrenadores trabajadores y jugadores que rindan, buena parte del éxito está asegurado. Y cuando eso pasa, la gente en Valparaíso no falla. No podemos volver a ser un equipo miedoso, tenemos que volver a ir al frente. Eso solo, depende de la S.A. ¡

Están jugándose la última vida en Primera, y quizás, al mando del club! 

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