El encuentro entre el básquetbol y Ziomara Morrison (36) fue casual. Con poco y casi nulo conocimiento del deporte, quiso acompañar a su hermano a una prueba en el Club Deportivo Universidad Católica. Lo que sería una simple visita, se convertiría en el primer capítulo de su vida con esta disciplina.
Asombrados por su estatura (hoy, 1,95 cm), desde el club le propusieron enseñarle a jugar básquetbol y probar sus aptitudes. Ziomara no lo dudó. “Yo en el básquetbol encajaba. Porque, imagínate 25 años atrás en Chile. Ser de un metro 90, morena. Era súper extraño. Entonces, como que nunca encajé en ninguna parte”.
Esa comodidad fue acompañada con su rendimiento. A los 14 años fue a un campamento de básquetbol en Argentina en el que, si bien era de las pocas mujeres en el grupo, pudo destacar de buena manera. Justo en el país trasandino había agentes especializados en talentos y no dudaron en poner los ojos en Ziomara. Vinieron las primeras ofertas.
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Italia: el inicio del profesionalismo
Entre las opciones, la que terminó convenciendo fue la del club italiano Banco de Sicilia Ribera. “Antes de viajar, estaba haciendo las maletas y me dije: ‘Pero si allá hablan italiano y no sé nada de italiano’. Me puse a escuchar canciones en italiano como para cachar cómo se decía ‘hola’ y ‘gracias’. Pero hasta ese punto, no me había dado cuenta dónde me había metido”. Sus primeros mentores en el idioma fueron Tiziano Ferro y Laura Pausini.
Y es que Ziomara confía en sus decisiones por impulso. “No recuerdo estar asustada de algo en específico. Es como que me tiré a la piscina no más, sin pensar tanto. Si quiero algo, voy sin pensarlo. Y fue así, como perfecto”.
Parte del empujón para tomar esa opción en plena adolescencia, era que los entrenamientos en Chile le empezaron a queda cortos. “La decisión de irme tan joven, también era porque yo me acuerdo que los últimos meses de estar acá en Chile, tenía que entrenar con hombres. Porque yo era súper fuerte. Entonces, tenía 14 años y no podía seguir progresando, entrenando con mis compañeras”.
La situación de ese entonces a nivel del baloncesto nacional, tampoco era del todo alentadora. “Yo creo que quedándome en Chile hubiera sido súper difícil poder desarrollarme como jugadora. Porque claro, por más que yo entrene con hombres, voy a jugar con mujeres. Podría haber destacado a nivel sudamericano pero, ¿quién está mirando Sudamérica?”
En Italia fue recibida en la casa de una señora que tenía dos hijas, pero una de ellas vivía fuera. Ziomara usó su pieza. “Era un pueblo súper chiquitito. Una de las cosas que se me viene a la cabeza, fue como el choque cultural de llegar a una casa nueva. Recuerdo que una vez me llevé una naranja a la pieza y se enojó (la dueña de casa). Yo no hablaba italiano, y en ese tiempo no había Google Translate. Buscaba en el diccionario palabra por palabra”.
Pero no se quedaría mucho más. Al año, se fue a vivir con una compañera de equipo y fue formando una familia con el mismo plantel. Eso la ayudó, a su vez, a aclimatarse no solo con la cultura italiana, sino también con la europea, dando el salto a jugar en diferentes clubes españoles.
Pero la vida le prepararía un salto más importante.
La llegada histórica a la WNBA
“Estaba en España y jugaba en la Segunda División. Creo que habíamos subido a Primera División con mi equipo y claro, estábamos jugando súper bien y los entrenadores siempre miran las ligas de Europa. Estábamos jugando contra el campeón de Europa y creo que metí, no sé, 39 puntos. Una cosa así. Y ahí fue donde me vieron”, recuerda.
No fue solo una oferta. “Una era de Nueva York y otra de San Antonio. Yo no sabía nada. Nunca había visto un partido de la NBA. Nada. Y le pregunté a mi agente que él decidiera. Así que fue un poco de nuevo tirarme a la piscina sin saber dónde estás”.
Ziomara reconoce que nunca supo mucho de básquetbol. Cuando era pequeña, no había cable en su casa para ver algún partido y su única referencia era Space Jam, una película hollywoodense sobre básquetbol, que mezcla en una cancha personajes ficticios, como el conejo Bugs Bunny, con personas reales. En este caso, Michael Jordan.
La decisión fue irse a la zona oeste de Estados Unidos, al San Antonio Silver Stars. “Lo que más me sorprendió fue como el profesionalismo que había. Por ejemplo, me acuerdo que teníamos guardaespaldas”.
WNBA: De dulce y agraz
Cuando Ziomara llegó al equipo, encajó rápidamente con el grupo. “Encontré chicas en el equipo que me acogieron súper bien. De hecho, una de ellas va a venir ahora a Chile, al campus que estoy organizando. Estoy súper agradecida. En ese minuto, ella me adoptó. Fue súper linda conmigo”.
Pero no fue lo mismo con los entrenadores. Ziomara no estaba sumando minutos y notaba una diferencia en su titularidad respecto a compañeras que venían de universidades de Estados Unidos. “Lo noté mucho en el tema del rendimiento. Me acuerdo de una situación súper puntual. Cuando yo estaba entrenando, lo estaba haciendo súper bien en comparación a las otras chicas que jugaban en mi posición. Estaba súper frustrada, porque yo lo hacía súper bien. Pero no me ponía más minutos en la cancha”.
Cuenta Ziomara que “vino el entrenador, me da dos palmadas en la espalda y me dice: ‘Estás haciendo crecer a las demás’. Entonces, claro, ¿tu entrenador te dice eso? Para mí, que venía de Europa. Teniendo los números que venía haciendo, siendo importante en el equipo, darme cuenta de que daba lo mismo cuánto entrenara, que no me iba a considerar porque no venía de tal universidad. A lo mejor ahora es distinto. La verdad, no lo sé. Pero a mis veintitantos, me chocó mucho”.
Reconoce que se decepcionó y que tampoco fue de gran motivación para haber continuado mucho más. “No di mi 100 por ciento porque quedé un poco traumada. Y yo dije, no la voy a estar pasando mal aquí. En ese período, ni siquiera era que decía ‘ay, me están pagando muchísimo’. No era así. Prefiero volver a Europa y ganar el doble de lo que gano aquí”.
Pese a la desilusión, Ziomara reconoce lo que significa haber sido la primera y única chilena en haber llegado a la WNBA. “Lo veo como un premio al esfuerzo. Me fui a los 15 años. Siempre he tomado riesgos. Siempre he salido de mi zona de confort, sin importar nada más. Como que siempre he apostado por mis sueños. Y claro, ser la primera, refleja un poco eso. Como los esfuerzos y las decisiones que he tomado en mi carrera”.
24 clubes en 21 años de carrera
Salvo África y Oceanía, Ziomara ha pasado por clubes de todos los continentes. Pese a que en Chile su estatura es inusual, ella suele estar dentro del promedio. “¿En las ligas? Mira, en los equipos siempre va a haber una, dos o tres de mi porte o más alta”.
Con tantos años de carrera, el repaso es inevitable. “El club que más me ha marcado fue obviamente donde empecé: Universidad Católica. Por ellos he hecho la carrera que he hecho. Ya más adelante, en el tema profesional, yo creo que Bélgica. Kangoeroes Basket Mechelen, fue una de las experiencias más bonitas que he tenido”.
De esto hace tres años, cuando venía del club galo La Roche Vendee B.C. “No me esperaba jugar en Bélgica. Estaba jugando en Francia y no me gustaba el equipo donde estaba. Era la primera vez que me iba a ir de un equipo y salió la opción. Y dije que sí. Me tiré de nuevo a la piscina”.
Recuerda la jugadora que “era un equipo de la Primera División. Nunca habían ganado nada. Y yo llegué ahí diciendo que vamos a ganar el campeonato y todo. No me creían. Y yo decía sí, créanme. Y terminamos ganando por primera vez el campeonato. Lo hicimos dos años seguidos. Fue una experiencia súper linda. Era un equipo muy familiar, en una ciudad pequeñita. Me sentí como en casa”.
A nivel competitivo, para Ziomara la más dura fue la turca. Ahí jugó en el Besiktas. “Yo creo que eran los mejores años de la liga. El nivel era altísimo. Cada equipo tenía una estrella sobre estrella. Y cada partido era a morir”.
El viajar por el mundo supone muchas veces el contraste de culturas. Y más todavía en el deporte femenino. “Jugar en Emiratos Árabes me chocaba mucho. Obviamente, tenía compañeras que jugaban con burka. El staff, era todo femenino. Que está genial, pero para ir al gimnasio tenía que ir en horas donde van las mujeres”.
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Su rol en el básquetbol chileno
El año 2015, en el contexto de un preolímpico en Canadá, Ziomara alzó la voz interpelando a la Federación de que no jugaría más por Chile, hasta que cambiaran las condiciones. Esto, porque luego de haber sido eliminadas, fueron sacadas del hotel antes del último día.
“Fue una acumulación de años de pasarlo súper mal en el 5x5. No era la primera vez que pasaba y no sé, tengo diez mil historias más para contar sobre los viajes y las condiciones. Pero creo que sí ha mejorado un montón. Veo a las chicas en buenos hoteles. Que se preocupan de la alimentación, cosas básicas. Tampoco es pedir un sueldo millonario, que bacán si llega a ser. Pero son temas básicos y creo que lo están cumpliendo ahora”.
Aunque siempre falta más. De lo más urgente, según Ziomara, es la necesidad de un viático. “Te voy a hablar de la realidad del 3x3. Yo creo que es súper importante, porque yo soy de las únicas que puede decir que vive del básquet. Todas mis compañeras, no. Trabajan, tienen familia, estudian. Mis compañeras hacen mil cosas y aun así, priorizan entrenar. Nadie les paga el pasaje del metro que se gastan todos los días. Nadie les paga cuando faltan al trabajo. Entonces, para ellas y para todos los deportistas, creo que es súper importante que te ayuden a poder seguir en tu deporte”.
Si bien reconoce que a algunas jugadoras se las paga, aún es imposible dedicarse por completo al básquetbol en Chile. “Todavía no llegamos a eso. Se está creciendo en ese aspecto. Pero todavía falta harto. Es necesario irse a otra parte del mundo para que alguien te vea”.
Pese a eso, si tuviera que darle el mensaje a una niña que quiere dedicarse al básquetbol, es más alentador. “Le diría que se puede. Que hay un camino. Que hay que tener decisión y que hay que definir bien el porqué lo quieres hacer. Porque es un camino que puede ser duro a veces, puede ser solitario, pero creo que hay salir de Chile. El camino está y es más fácil que antes”.
Mundial 3x3 y el cruce con la Americup
El pasado 25 de mayo, la selección femenina se clasificó por segunda vez al Mundial de Básquetbol 3x3. Será este este año a fines de junio en Mongolia. “Es primera vez que Chile se clasifica en cancha a un Mundial. La vez pasada, clasificamos por ranking. Entonces la verdad es que estamos haciendo historia. Quedamos súper contentas. Estoy súper orgullosa”.
Hay confianza en el equipo. Algo que se viene arrastrando desde el bronce conseguido en Santiago 2023, luego de ganarle a Puerto Rico. “Yo creo que ahí como que empezamos a darnos cuenta de que de verdad podíamos hacer cosas en el 3x3”.
Respecto al Mundial, “las expectativas de nosotras, obviamente, es ganar la mayor cantidad de partidos posibles. Vamos a competir, no vamos a pasear en ningún minuto. La diferencia con los otros equipos es que son profesionales. Por ejemplo, en Países Bajos, las jugadoras se dedican 100 por ciento a eso y les pagan. Están entrenando todos días y están jugando un millón de campeonatos más que nosotras. Pero la diferencia es esa. Y mientras más tiempo le ponemos, más vamos a alcanzar su nivel. Y sabemos que es posible. Así que vamos súper ilusionadas”.
Lo que no hace tanta ilusión es que prácticamente en las mismas fechas, Santiago recibirá la décima octava edición del Americup. Eso sí, de 5x5. Pero, como la especialidad del 3x3 no está en Chile, las jugadoras son las mismas. En el caso de Ziomara, eso sí, la decisión está clara: el Mundial.
“Siempre he dicho que el 3x3 ahora es mi prioridad para la Selección y para representar a Chile”. Porque desde que Ziomara conoció esa disciplina, quedó encantada. “Si me pagaran por jugar 3x3, lo que me pagan el Europa por el 5x5, sería adiós 5x5”.
De hecho, la primera vez que jugó un partido oficial en esta disciplina, fue precisamente en un Mundial. “Me acuerdo que estaba jugando en Bélgica y me llaman para decirme que había un Mundial de 3x3. Yo no tenía idea del deporte. Lo había visto, pero nunca lo había jugado. Entonces, la sede era justo en Bélgica y me dijeron que jugara. Y dije, bueno, nunca he jugado un Mundial en mi vida y no creo que con el 5x5 llegue a tiempo. Entonces, dije ‘vamos’. Mi primer partido fue en el Mundial”.
2025: el retiro con elástico y su last dance olímpico
Ziomara convive con una condropatía desde hace 12 años. “Imagino que es una cosa degenerativa que solo empeora con el tiempo. Tienes artritis, artrosis y montón de cosas. Y es más que nada lidiar con el dolor. Es bastante jodido el tema. Y, la verdad, pensé en retirarme el año pasado. Pensaba que ya está. Porque el último año fue después de los Juegos Panamericanos que los jugué con un esguince en la rodilla. Estaba mal. Coja”.
La jugadora no la pasó para nada bien. “Estaba con contrato todavía (Flammes Carolo, Francia), entonces no podía dejar de jugar. Y empujé mi cuerpo. Pero a niveles de dolor súper intenso. Y claro, una vez que paré el año pasado, decidí no firmar por primera vez en más de 20 años. No fiché en ningún equipo en Europa y decidí descansar en mi casa”.
Pero el reposo sería solo a nivel de clubes. “La idea era seguir por ahí con el 3x3, un par de campeonatos. Me di tres meses para pensar si retirarme o no, dependiendo de cómo respondía mi cuerpo. Y te digo, hasta marzo yo decía: ‘Me retiro. No vuelvo más’. Pero algo pasó en mi cuerpo, que se me fue desinflamando la rodilla”.
El progreso era tal, que incluso aceptó la invitación de unas amigas de Valdivia para jugar en Paillaco. Pese a la resistencia, aceptó. “Fui a probar y lo pasé súper bien. Entonces, como que me volví a reencantar sintiéndome mucho mejor. Ahora estoy viendo también volver a jugar en Europa. Yo creo que solo necesitaba descansar”.
Ziomara busca la revancha en el antiguo continente. “Hablé con mi agente hace dos días y ya tengo algunas ofertas. Estoy pensando por lo menos jugar una temporada más, porque a principios del año pasado, la terminé muy mal. Con mucho dolor. Entonces quiero que mi última experiencia en Europa tenga ese recuerdo. Quiero cerrar bien mi temporada y mi vida en Europa”.
Ahora que el cuerpo le responde, su mayor razón para no retirarse es porque tiene una deuda pendiente. Una deuda que cree poder lograrla con el básquetbol 3x3: vivir unos Juegos Olímpicos. “O sea, ese es el objetivo de no haberme retirado todavía. El 3x3 aparece como esa oportunidad. No me retiraría pensando que no lo intenté. Me encantaría intentarlo para ver esa posibilidad volverse realidad”.
-Ziomara, si se da ese sueño y vas para Los Ángeles 2023. ¿Sería una especie de last dance de Ziomara Morrison?
“Claro. Sí. Cien por ciento”.
Su legado a través de la Fundación e historia
Nadie en el básquetbol chileno discute que Ziomara es una referente en el básquetbol femenino. Y ella lo sabe. “Sí. Claramente. Con todo lo que he viajado, todos los partidos que tengo en el cuerpo, todas las ligas y toda mi experiencia... Sí”.
Toma la importancia de eso para las futuras generaciones, recordando su experiencia. “El hecho de que yo creciera sin referentes igual fue fuerte. Porque si tú piensas, un niño siempre mira a alguien. En mi caso, yo no tenía ese referente. El referente era yo en una mejor versión”.
La experiencia de haber dado vuelta el planeta, no es algo que solo lo quiera dejar para sí. El año pasado creó la Fundación Ziomara Morrison. “Quiero que en algún momento, eso ayude a jugadores a irse al extranjero. Mostrarles que es posible jugar profesional y que se puede”.
Y eso es en lo que se proyecta una vez que se retire. “Es lo que estoy tratando de hacer con mi campus. Quiero crear esa ventana en Chile trayendo jugadores extranjeros, exjugadores WNBA, NBA, para que Chile esté en la mente de ellos y para que las chicas vean que es posible. Para entrenar con gente que ha sido profesional por muchos años”.
De hecho, el próximo 3 de julio tiene de invitada a su excompañera de la WNBA Sophia Young, ahora entrenadora del Baylor University, que viene a realizar un campus mixto para niños de 8 a 18 años a través de la Fundación.
Dejando los primeros cimientos para cuando llegue el día del adiós, ahora la pívot nacional se concentra en sus próximos objetivos. Muy distintos a los que pensaba empezando el año.
“Me encantaría sacar un buen puesto en el Mundial. Yo creo que sería súper importante para nuestro equipo 3x3. Y luego, va a ser estar en un lugar donde me sienta cómoda. Porque esa es la cosa de ser profesional. A veces, uno firma por un equipo y en el papel está súper bien. Pero nunca sabes cómo va a ser la ciudad, cómo va a ser la gente del equipo. Entonces para mí, va a ser fundamental estar contenta, que me guste la ciudad y que estemos ganando como equipo”.