Entre 2006 y 2008, Audax Italiano vivió una de las etapas más brillantes de su historia reciente, alcanzando una final del fútbol chileno, clasificando a dos Copas Libertadores y una Copa Sudamericana, y quedando en la memoria por un fútbol vistoso y competitivo.
En ese equipo, Miguel Ángel Romero (49) fue protagonista de campañas que lo enfrentaron a rivales de primer nivel y lo convirtieron en testigo privilegiado de una generación inolvidable para los hinchas itálicos, con figuras como Carlos Villanueva, Fabián Orellana y Franco Di Santo.
En parte de la charla con En Cancha Prime, analiza la importancia del técnico Raúl Toro en su carrera, revive la histórica eliminación con 11 puntos en Libertadores, compara las finales perdidas con Coquimbo y Audax, y confiesa cuál considera el mejor equipo en el que jugó en Chile.
-Después de su paso por Coquimbo se va a Audax, donde otra vez lo lleva Raúl Toro. ¿Cómo recuerda esa experiencia?
Fue uno de los mejores Audax de la historia. Y para mí, el mejor. Tal vez, si Audax llega a salir campeón este año, podría superar eso… pero lo que vivimos en esa etapa fue increíble. Tuvimos tres años muy buenos. El plus fue haber jugado la Copa Libertadores 2007, la Copa Libertadores 2008 y también la Sudamericana 2008. Y además, quedamos en la historia de Sudamérica por lo que hicimos en la fase de grupos de la Libertadores.
-¿Qué recuerdos tiene de esas campañas internacionales con Audax y de la final ante Colo Colo en 2006?
En 2007 hicimos 11 puntos en la zona de grupos y aun así no pasamos a octavos de final. También llegamos a la final con Colo Colo en el torneo de 2006 y conseguimos una cantidad impresionante de puntos. Era un equipo que jugaba muy de memoria. Fueron tres años maravillosos.

-¿Fue su mejor época como jugador la que vivió en Audax?
Claro, por eso te decía que el plus te lo dan los torneos internacionales. En San Felipe estuve dos años y medio y fueron muy buenos. En Coquimbo también hicimos una gran campaña. Pero lo que marca la diferencia con Audax es haber jugado Copa Libertadores y Copa Sudamericana. Eso te deja en otro nivel.
-¿Cómo fue compartir camarín y jugar con tantos jugadores de calidad? Desde el arco hasta la delantera había nombres importantes como Carlos Villanueva, Di Santo, Fabián Orellana, entre otros. ¿Cómo era convivir con ellos y estar en la cancha juntos?
Fue hermoso, todo fue hermoso. El día a día en el camarín, los entrenamientos, el estar en la cancha… todo era muy lindo. Era un equipo que jugaba de memoria, que se conocía muy bien dentro y fuera del campo. Era una familia. Y después, cuando hablamos del juego, teníamos un mediocampo espectacular. Te nombro el año que jugamos esa Copa Libertadores en la que nos fue tan bien: teníamos a Diego Scotti, Braulio Leal, Carlos Villanueva y yo. Un mediocampo de lujo, que se mantuvo casi dos años. Y adelante teníamos a jugadores como Rodolfo Moya, Franco Di Santo y Fabián Orellana, que te marcaban la diferencia. Pero un equipo no funciona solo por individualidades: se arma desde todas las líneas. En defensa también teníamos mucha competencia y recibíamos pocos goles. Contábamos con un gran arquero como Nico Peric, y en 2008 también llegó Johnny Herrera. Durante esos tres años hubo un complemento muy bueno entre jugadores de experiencia y jóvenes que se integraban muy bien al grupo. Eso fue clave para el funcionamiento y la armonía del equipo.
El talento de Carlos Villanueva y la conducción técnica de Raúl Toro
-¿Quién fue el jugador que más lo impresionó en ese equipo?
Talento tenían todos, cada uno en su posición. Pero bueno, en general, en el fútbol mundial, siempre el que más llama la atención es el que maneja el equipo, el “10”, como le decimos, que hoy ya no se ve tanto. O también el goleador. Son los más vistosos. Y sí, sin duda, el que más llamó la atención fue Carlos Villanueva. Pero para que él pudiera hacer todo lo que hizo, tenía detrás a un equipo que colaboraba con él. Ese fue el verdadero valor de ese plantel.

-Ese Audax resaltó por su nivel de juego, por los nombres que tenía y por las campañas tanto a nivel local como internacional. ¿Ustedes sentían que estaban para algo más? ¿Tal vez avanzar más en Copa Libertadores o incluso ganar un campeonato local?
Sí, claro. Por eso te digo: nosotros jugamos la final del 2006 y la queríamos ganar. Teníamos equipo para lograrlo.
-¿Cómo recuerda ese torneo, especialmente considerando que venían haciendo un campeonato brillante?
Ese año fue raro, porque nosotros le veníamos ganando a todos en el campeonato regular. Incluso a Colo Colo, que después nos ganó la final… y era un Colo Colo de lujo. Por eso, cuando llegamos a esa final, lo hicimos con una claridad total, estábamos 100% seguros de que era nuestra, por todo lo que habíamos hecho antes. Nadie nos había ganado. Pero bueno, como te digo, yo me quedo con el camino. No todos llegan a una final, solo dos. Y siempre la gana uno. Pero ese recorrido hasta llegar ahí fue hermoso. Se viven cosas únicas, emociones que no se pueden describir del todo. Obviamente quedó la tristeza de no ganar la final, pero también hay que reconocer que al frente tenías grandes jugadores, y como decía en la final de 2005: si te equivocás, lo pagás caro.
-¿Y qué significó para ustedes haber jugado dos Copas Libertadores y una Sudamericana con Audax?
Fue algo enorme, lo máximo para el club. Lo de la Copa Libertadores no es menor. Nosotros hicimos 11 puntos en la fase de grupos y no clasificamos a octavos. Lloramos después de ese último partido, porque realmente sentíamos que habíamos hecho todos los méritos para avanzar.
-Esa campaña todavía se recuerda en Chile, especialmente ahora que volvió a pasar algo similar con la U, que también quedó eliminada con 10 puntos. ¿Se sienten identificados con eso?
Sí, claro. Apenas pasó eso con la U, se empezó a hablar de inmediato de aquella campaña de Audax, que quedó afuera con 11 puntos. Es algo que no se ve casi nunca. De hecho, el otro día vi en algún lado que solo hay dos equipos en la historia que hicieron 11 puntos en fase de grupos y no clasificaron: Audax Italiano y Central Córdoba de Santiago del Estero, en Argentina. Estamos en esa estadística que nadie quiere estar, pero que muestra lo competitiva que fue esa copa.

-¿Qué importancia tuvo Raúl Toro en ese Audax? ¿Qué recuerdos guarda de él y cómo era como técnico?
Sin duda tiene méritos. Ha sido uno de los buenos entrenadores que ha tenido el fútbol chileno. Yo lo tuve en San Felipe, en Coquimbo y en Audax, que justamente fueron los tres equipos donde estuve más años y donde, a nivel futbolístico, viví mis mejores momentos. Así que, por ese lado, sobran las palabras. Es un técnico que siempre supo hacer bien las cosas, que sabía armar planteles con una buena mezcla: primero, buenas personas, y después gente con experiencia combinada con jugadores del club, dándole siempre oportunidades a los más jóvenes. Esos méritos deportivos lo avalan y hacen que se hable muy bien de él como entrenador.
-¿Qué final le dolió más perder: la de Audax ante Colo Colo o la de Coquimbo frente a Unión Española? ¿Cuál le pegó más emocionalmente?
Las dos me pegaron, pero la de Coquimbo me dolió más. Veíamos la ilusión de la gente. El estadio estaba reventado, lleno total. Nos costó muchísimo llegar desde el hotel al estadio, porque las calles estaban completamente colapsadas. Fue impresionante. Y también duele más porque, después, uno analiza la tristeza de la gente. Coquimbo tiene una de las hinchadas más pasionales del país, y lo hacen sentir durante todo el año. A cada jugador le transmiten ese cariño. Además, tengo mi casa allá. Viví muchos años en Coquimbo, entonces fue algo muy personal también. Por eso, esa final me marcó más.
-¿Cuál fue el mejor equipo en el que jugó en Chile, considerando plantel, rendimiento y resultados?
En cuanto a rendimiento, plantel y resultados, sin duda fue Audax. Ese equipo tenía de todo: calidad, funcionamiento colectivo y resultados importantes, tanto en el torneo local como a nivel internacional.