Su solo currículum asombra. No es quedarse corto decir que el exdefensor paraguayo Rogelio Delgado (12 de octubre de 1959, Asunción) es una leyenda del fútbol internacional y, especialmente, del sudamericano. Campeón de Copa Libertadores y de la Intercontinental guaraní con el Decano asunceño; casi 100 partidos (96, exactamente) y un título de Primera División más con Independiente de Avellaneda; capitán de su Selección, además, en el Mundial de México 86. Un jugador esencial en la historia futbolera del continente.

De esa ralea era el futbolista que llegó a reforzar a Universidad de Chile en 1992 y que fue fundamental para que los azules llegaran a la gloria tras 25 años de tristeza en 1994.

En Cancha Prime conversó con el recordado zaguero radicado en Asunción. Con la autoridad que le da una hoja de vida brillante, Delgado desmenuza, entre otros temas, el fútbol sudamericano -el que le tocó vivir y el de los nuevos tiempos-, los años de gloria con Olimpia y desglosa lo que, a su juicio, falló en la Selección Chilena en las Eliminatorias.

Modesto se muestra el exfutbolista cuando se le pregunta si es que se considera una leyenda del continente: “Sería demasiado pretencioso de mi parte decir que soy un emblema del fútbol sudamericano. Fui alguien que tenía muchas ganas de jugar, de estar en la cancha. Dentro del campo y por la camiseta que fuera, tenía que dar un esfuerzo extra siempre, porque ahí era donde se elevaban los porcentajes de ser jugadores victoriosos. Yo en la cancha, siempre entraba con la actitud de dar un plus extra”.

-Pero modestia aparte, uno piensa en defensores paraguayos y se le vienen a la cabeza Carlos Gamarra o Rogelio Delgado…

Bueno, Carlos fue un grande entre los defensores paraguayos, pero Paraguay siempre se caracterizó por tener buenos defensores centrales y, de repente, nosotros dos estamos en ese grupo de los buenos. Lo mío, por encima de la calidad, siempre estuvo en el esfuerzo. No era muy dúctil, muy exquisito. Estéticamente, no era de lo más lindo, pero siempre daba todo cuando entraba a la cancha.

“Viajé y dejé firmado mi contrato en la U; al volver la dirigencia ni siquiera lo había visto y por eso me fui a Colo Colo”Lee también“Viajé y dejé firmado mi contrato en la U; al volver la dirigencia ni siquiera lo había visto y por eso me fui a Colo Colo”

Olimpia: una fuerza imbatible en el fútbol sudamericano y mundial

-El viaje por su carrera futbolística debe empezar con el gran Olimpia que a usted le tocó integrar. Finales de los ’70, los ’80. Campeones de América, del mundo… ¿Qué siente al recordar esos momentos?

Ese equipo era extraordinario, porque comenzaba el partido y proponía jugar en el campo del rival. Hacía una presión alta. Hoy en día, la gente o quienes transmiten un partido dicen “presión alta de tal equipo” y son dos jugadores que persiguen la pelota; eso no es presión alta, sino obligarle al rival a jugar lo más posible de su arco, lo más lejos de tu arco. Ese Olimpia basaba todo, metódicamente, en eso y la mayoría de los partidos que sacamos adelante, los hicimos en los primeros 15 minutos.

El exdefensor en el Olimpia, el equipo que conquistó América y el mundo a finales de la década del 70. Un emblema de un gigante del continente.
Rogelio DelgadoEl exdefensor en el Olimpia, el equipo que conquistó América y el mundo a finales de la década del 70. Un emblema de un gigante del continente.

-Olimpia ’79 le ganó la Copa Libertadores a Boca Juniors en La Bombonera, ni más ni menos…

Hay que recordar que el primer equipo que ganó una Copa Libertadores, aparte de los campeones del mundo, Brasil, Argentina y Uruguay, fue Olimpia de Paraguay. De alguna manera, abrimos las puertas a otros clubes. Eso fue demasiado importante y, para nosotros, tratar de ganarles a esos equipos en sus países fue un desafío inmenso. Lo logramos y lo festejamos. Cuando eso comenzó, nunca imaginamos que íbamos a estar festejando en la propia Bombonera. Y teniendo en cuenta, además, que en esos momentos, Boca era bicampeón de la Copa Libertadores.

-Usted dice que ese plantel de Olimpia abrió puertas. ¿Cree que también ese equipo fue el que dictó el sello definitivo del fútbol paraguayo en los ‘80? Ese fútbol duro, difícil de enfrentar, rudo…

Sí, definitivamente, porque de alguna manera ese plantel tuvo como objetivo trascender el mercado casero e instalarse en el nivel internacional. Desde el principio nos propusimos eso con el cuerpo técnico de Luis Cubillas, un grande, y de Osvaldo Domínguez Dibb (N. de la R.: padre del actual presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez), un tremendo dirigente, un abrazo al cielo para los dos, con una visión tremenda. Él decía: “Nosotros no tenemos que fijarnos ni siquiera en el dinero. Lo más importante es la gloria, para un país como el nuestro”… Y ahí apuntamos todos. Hicimos sacrificios enormes: íbamos para la casa uno o dos días y después pasábamos concentrados.

-La Selección de Paraguay de ese entonces era muy complicada. ¿Se acuerda del repechaje contra Chile para el Mundial de 1986?

Nosotros estábamos convencidos de que si le intentábamos jugar al fútbol a Chile en esa época, nos iba a ser imposible. No podíamos igualarlo, porque técnicamente era un equipo muy superior a nosotros. Entonces, lo que teníamos que hacer era el mayor de los esfuerzos para cortarles el circuito de juego a los chilenos. Mira que esa Selección de Chile era tremenda: (Lizardo) Garrido, (Mario) Soto, (Eduardo) Gómez, (Luis) Hormazábal, (Alejandro) Hisis, (Jorge) Aravena, el Pato Yáñez, Hugo Rubio, jugadores extraordinarios. Nosotros, de jugar a jugar, no les íbamos a ganar, así que teníamos que atropellarlos, no teníamos otra arma.

-Pero a eso le sumaron algo de fútbol, porque ganaron 3-0 en el Defensores del Chaco y en el Nacional fue 2-2…

Es que además, fortalecimos nuestro juego por arriba. Acá en Asunción, los dos primeros goles que le hicimos a Chile, el primero fue de (Roberto) Cabañas de cabeza y el segundo lo hago yo, también de cabeza. Luego, el tercero, por esta presión de la que hablo, de atosigar al rival, Lizardo en un esfuerzo choca la pelota y se manda un gol en contra, pero fue producto de la presión que ejercía Paraguay.

-Luego llevaron ese atropello, ese empuje, al Mundial de México ’86 y tuvieron una actuación bastante decorosa. ¿Cómo recuerda su participación mundialista?

En el primer partido, le ganamos a Irak. El marcador pudo ser más holgado, pero lo ganamos bien. Luego, el segundo fue con México, el local, en que llevamos todo el trámite y podríamos haber perdido tanto como podríamos haber ganado; empatamos, al final. El tercero fue contra una gran selección de Bélgica, que jugó las semifinales de ese Mundial. Jean-Marie Pfaff, Jean Ceulemans, Franky Vercauteren, un gran equipo y ese partido, el Bélgica-Paraguay fue catalogado como el mejor de la primera ronda de ese mundial.

El futbol sudamericano bajo la lupa de Rogelio Delgado

-¿Cree que ha cambiado mucho el fútbol en Sudamérica en los últimos años respecto de esos tiempos que está recordando?

En Sudamérica, jugábamos de la misma manera como vivíamos. En esos tiempos, vivíamos con mucho esfuerzo en nuestros países, nosotros especialmente. En nuestro caso, por ejemplo, de Paraguay, creo y lo defiendo desde hace mucho tiempo: nuestra fortaleza está en la capacidad de luchar cada pelota dividida, cada rebote, cada balón aéreo. Si a eso le podemos sumar variantes tácticas y técnicas, enhorabuena, pero no podemos hipotecar eso. En esta misma Eliminatoria que acaba de terminar, intentamos jugar más de lo que sabíamos y nos debilitamos en nuestra fortaleza de apretar, de sistemáticamente trabajar en la recuperación de la pelota, y nos fue súper mal. Estábamos a la mitad de la Eliminatoria y figurábamos fuera incluso del repechaje. De repente vino un entrenador (Gustavo Alfaro) que apretó la tecla de la esencia, de la memoria del fútbol paraguayo, todo se revivió, y así clasificamos. Sufriendo contra Uruguay, contra Brasil, contra Venezuela, contra Argentina; sufriendo siempre, pero así es nuestra esencia.

El recordado zaguero, cuando era capitán de la Selección Paraguaya.
Rogelio Delgado.El recordado zaguero, cuando era capitán de la Selección Paraguaya.

-Chile y Paraguay tuvieron procesos eliminatorios muy similares, en todo caso. Los dos destinados al fracaso. ¿Por qué ustedes pudieron revertir el curso y acá en Chile no pasó lo mismo? ¿Por qué Ricardo Gareca no pudo encontrar esa tecla?

Nosotros no cambiamos, sino que volvimos a la fuente nuestra, a lo que sabíamos. El técnico solo apretó la memoria del sentir del fútbol paraguayo y por eso se revirtió la situación. Sobre Chile, opinaré con riesgo a equivocarme, porque no estoy ahí, pero creo que en el fútbol es demasiado importante renovarse después del éxito, es fundamental. Si no te renuevas, con la herramienta del rigor, después de ganar no te vas a recuperar. Creo que ese aspecto es lo que no se tocó en Chile después de ganar dos copas América de manera consecutiva. Por eso fracasa en las Eliminatorias.

-Uno de los entrenadores que quiso darle más toque a Paraguay fue Daniel Garnero, que hoy le está yendo bastante bien en Universidad Católica. ¿Qué opinión tiene de él?

Es un técnico que intenta hacer jugar bien a sus equipos. Acá, a nivel de clubes, fue muy exitoso. No diferencio esa parte que algunos dicen que es entrenador de clubes y no de selecciones, me parece que no es así. Él intentó darle a Paraguay lo que necesita, que es juego, pero lastimosamente se debilitó la otra parte, que es nuestra fortaleza. Esas cosas hay que sumarlas para que se fortalezca todo. En Paraguay se cambiaron varios técnicos, igual que en Chile, porque no solo estuvo Garnero, sino también los Barros Schelotto, Ramón Díaz y en todo ese tiempo se intentó jugar más de lo que los paraguayos jugamos siempre, pero dejamos de lado nuestras fortalezas y, hoy por hoy, en Paraguay eso no podemos debilitarlo.

-¿Pero le gustaría ver un fútbol paraguayo más fluido, más vistoso, técnicamente más dotado?

En Paraguay, todavía se está esperando un gran proceso educativo y formativo de los talentos jóvenes. Lastimosamente, eso necesita de recursos, de tiempo y, por sobre todas las cosas, de una decisión de llevarlo a cabo…

-O sea, un diagnóstico bastante similar al que se hace acá. Las carencias en la formación…

Y con el agravante que hoy la dinámica del fútbol de alto nivel, del nivel internacional, sensiblemente ha subido, entonces exige al futbolista una mejor preparación, para ver, sentir y vivir para el fútbol y aquí nos cuesta un mundo esto, especialmente cuando estamos celebrando victorias y las burbujas del éxito nos encandilan un poquito…

-¿A qué se refiere?

El fútbol y los futbolistas no pueden permitirse distracciones y hay que jugar un partido en contra de los elementos distractores que existen hoy en día. Hay muchos elementos que hoy distraen y lo único que el fútbol no te va a perdonar es que en la cabeza y en el corazón tengas otras cosas más importantes que el fútbol mismo.

-Pero, Rogelio, hoy es casi imposible pedir algo así, con tantos estímulos anexos al fútbol que hay por todas partes…

Contra eso hay que jugar el partido, porque si no te vas a distraer. Nosotros, a lo mejor, teníamos otro tipo de distracciones, pero hoy en día nuestras canchas están llenas de modelos y de artistas.

-¿Se ha vuelto disparejo el fútbol sudamericano últimamente? Con el poderío económico de los equipos argentinos y brasileños principalmente…

Siempre el porcentaje de posibilidades va a jugar a favor de Argentina, Brasil o Uruguay. Pero hay fútbol que ha crecido un montón. Ecuador no es la de 20 años atrás, Colombia no es la de 30 años atrás. Venezuela, inclusive. Antes, uno iba confiadito a esos países para traer resultados a favor; hoy, no es tan así. Esos equipos dejaron el fútbol tropical que practicaban e intentan acercarse al gran nivel internacional y eso hace que hayan elevado su nivel competitivo considerablemente.

Al lado del máximo ídolo en la historia de Independiente, Ricardo Bochini. Delgado sumó casi un centenar de partidos y un título en Avellaneda.
Rogelio DelgadoAl lado del máximo ídolo en la historia de Independiente, Ricardo Bochini. Delgado sumó casi un centenar de partidos y un título en Avellaneda.

La Conmebol, ¿institución saneada?

-¿Cómo ve hoy en día a la Conmebol, después del escándalo de la FIFA? ¿Recuperó su imagen? ¿Nunca tuvo una imagen y nunca la va a tener?

La diferencia es muy grande. Anteriormente, la Conmebol tenía la restricción de una embajada y hoy es mucho más abierta. Principalmente, para los actores, que son los futbolistas; antes no podíamos siquiera entrar a la Conmebol, era prohibitivo. Y en todos los aspectos hay apertura, principalmente en el tema del manejo de los recursos. Hoy se conocen, en un porcentaje muy alto, los recursos que maneja el fútbol y cómo se reparten. Desde una visión externa, la veo mucho más trasparente en ese aspecto. Tras la vergüenza mundial que produjimos todos los sudamericanos, hoy la imagen es totalmente diferente.

-¿Se acabaron las cosas sucias en la Conmebol?

Por lo menos, desde la visión que yo tengo, sí. Después, viene todo el folclore del fútbol. De repente, que algún árbitro actúe en un partido a favor de un país o de un club, de eso siempre seguiremos debatiendo y polemizando. De eso no nos vamos a salvar y eso yo lo dije desde que se puso en práctica el VAR: con cinco personas, a veces más, que están ahí con tremendos televisores y viendo diez veces repetida la jugada, siguen equivocándose. Cómo entonces un árbitro, que tiene que decidir en segundos, no se va a equivocar. En esas cosas, siempre vamos a seguir con la polémica…

-¿En qué consiste el cargo que tiene hoy en el Sindicato de Futbolistas de Paraguay?

Actualmente, Paulo da Silva es el presidente y yo soy el secretario. Todavía luchamos porque, de verdad, hay dirigentes que se resisten a profesionalizar el fútbol. El escenario jurídico todavía tiene un montón de claros y oscuros, así que tenemos que seguir.

-¿Cuáles son las necesidades específicas del futbolista paraguayo?

Hasta hoy no es totalmente profesional, porque hay artículos de la ley que rige a los futbolistas que corresponden a otros ámbitos. Lastimosamente, en Paraguay los dirigentes deportivos estuvieron emparentados con la dirigencia política, así que tienen una fuerza en la que deciden lo que a ellos más les interesa y nada más.

-¿Están en contacto con otros sindicatos en Sudamérica?

Permanentemente. No solamente con Chile, sino con toda Sudamérica y los países más importantes del mundo…

La final Colo Colo-Olimpia de la Copa Libertadores de 1991

-Volviendo al Rogelio Delgado futbolista, usted mide 1,78, lo cual es poco para los estándares tradicionales de un defensor central. ¿Cómo suplía esa aparente carencia?

El futbolista siempre tiene temas que superar y no hay otra fórmula que llegar antes a los entrenamientos e irse un rato largo después. Hay que prepararse. El ambiente en el vestuario debe ser rigurosamente exigente, también, porque es el verdadero sitio donde uno se concentra, tanto para entrenar como para actuar en los partidos. Yo me entrenaba muy bien y esa fue mi fortaleza.

-A ver, haga un diagnóstico de los defensores centrales de antes versus los de hoy…

Los zagueros centrales de hoy en día se van cada vez más atrás y, perdonando la expresión, arriman el traste a su área chica. Antes, si había la posibilidad de anticipar al delantero lo más cerca del círculo central, ese era el objetivo.

-¿Cuál fue el delantero que más lo hizo sufrir?

Yo les tenía más temor a los futbolistas hábiles y rápidos que a los grandotes. Siempre decía: “Es mejor los grandotes, porque caen más fuerte”. En los tiempos nuestros, los centrodelanteros eran los más grandes, los más goleadores, los mejores jugadores y todo eso, pero yo sufrí más a (Diego) Maradona, a Zico, al Pibe (Carlos) Valderrama, a ese tipo de jugadores. Fernando Morena, Juan Gilberto Funes… Esos eran los más difíciles.

-Habiendo sido un referente de Olimpia multicampeón, tiene que haber vivido de manera especial la final de la Libertadores de 1991 en que fue campeón Colo Colo. ¿Cómo siguió esa serie?

Yo podía haber jugado esa final. Lamentablemente, después se frustró mi fichaje por el Olimpia. Fueron a buscarme a Independiente, especialmente para jugar esa Copa Libertadores. Yo quería volver, jugar esa Copa y no pude, porque no se llegó a acuerdo. Recién después de ese torneo que Colo Colo le gana a Olimpia, volví un ratito al club y, posteriormente, me fui a Chile.

-¿Y se la juega con que Olimpia hubiera ganado esa final si es que usted hubiera estado?

No, no, no. Colo Colo era un equipazo…

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