El fútbol en la Sala Oval

Las autoridades que sustituyeron a los encarcelados, denunciados y expulsados de FIFA no tardaron casi nada en contaminarse con el poder, dinero e influencia que les entrega dirigir el fútbol.

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Juventus visita a TrumpEl despacho presidencial de Estados Unidos, un lugar de encuentros donde el fútbol ha ganado (y transado) espacios. Foto: EFE
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Estados Unidos se prepara para la Copa del Mundo 2026 organizando el Mundial de Clubes. Y la Copa de Oro. El año pasado fue anfitrión de la Copa América y Gianni Infantino se pasea por Miami y Los Angeles como si estuviera en casa. Incluso cuando el país está en guerra, bombardea instalaciones de otro país afiliado al organismo y entra en conflictos económicos y fronterizos con Canadá y México, sus socios en doce meses más.

Desde que Bill Clinton pateó un enorme espejo en un hotel de Zúrich tras enterarse que la Asamblea decidió otorgarles los Mundiales del 2018 y 2022 a Rusia y Qatar, mucha agua ha corrido bajo los puentes. Con el fiel auspicio del gobierno de Obama, la Fiscalía estadounidense descabezó a la FIFA y sus Confederaciones en una razzia jamás vista en la historia. Cayeron los dictadores de la Conmebol, la Concacaf y la UEFA y la limpieza significó traiciones, delaciones, fugas y detenciones masivas.

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Sergio Jadue fue uno de los que no trepidó en delatar a sus compinches, culpables como casi todos los dirigentes de recibir coimas, robar a manos llenas, establecer sobornos y convertir al fútbol en un inmenso burdel donde lo menos importante era lo que sucedía en la cancha.

Hoy, es oficial, estamos peor que entonces. Se juega de manera irracional, sin importar descansos o condición física de los jugadores para seguir incrementando las arcas de organismos que su lucen por su falta de transparencia. Los grandes torneos han ido todos a Estados Unidos, que de persecutor se transformó en aliado. Hasta a Joao Havelange le habría dado vergüenza la exposición absurda del equipo de la Juventus en la Sala Oval, justo cuando Donald Trump lanzaba una ofensiva militar y seguía amparando un genocidio. El Presidente les preguntó a los jugadores de la Vieja Señora si estaban dispuestos a integrar mujeres en el equipo, demostrando su ignorancia y desenfado total.

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Merced a estos nuevos tiempos, Sergio Jadue, aún en espera de su sentencia y todavía bajo custodia del FBI, se permite opinar sobre el fútbol chileno y mentir flagrantemente sobre su papel histórico en las conquistas de la Copa América, apostando que la memoria nuestra es tan frágil como la de los fiscales que alguna vez persiguieron la corrupción en la FIFA.

Apenas un par de días después de haber sido reelecto y homenajeado como presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez fue denunciado por una cuenta corriente de 23 millones de dólares alojada en un banco qatarí. Hasta ahora no hay respuesta a las acusaciones, por más que Pablo Milad, en representación “de todo el pueblo de Chile”, lo haya elogiado por su transparencia en la entronización de Luque.

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Para los que llevamos muchos años en esto, el gatopardismo de las organizaciones del fútbol no es nada nuevo. Inentendible es que Rusia esté sancionada con severidad en la FIFA por un conflicto bélico que es tan cruel y doloroso como el de Gaza, que no ha significado cambio alguno en las competencias internacionales ni sanciones para sus responsables.

Para ser honestos, siempre supimos que los que llegaban para reemplazar a los que se fueron presos, denunciados y expulsados serían una extensión del mismo mal que siempre contamina cuando se dispone de poder, dinero e influencia ilimitada. Véalos sonreír en los salones que prometieron limpiar. Pronto estarán en Chile. Y los recibiremos con honores. Igual que antes.

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