Se acabó. El desastre está consumado y, por segunda ocasión consecutiva, Chile no va al Mundial. ¿Culpables? A gusto del consumidor: que los jugadores, que el DT, que el penal en Montevideo, que el empate con Bolivia, que los chamanes peruanos y sus macumbas… Pero en el abanico de motivos que se puedan encontrar para justificar el fracaso de la Selección Chilena, no puede pasar colado el rol que le cupo a la dirigencia del fútbol chileno en el desarrollo de una eliminatoria que terminó con tan doloroso costalazo.

La ANFP aportó bastante para que la Selección no pudiera acceder a la máxima cita del fútbol mundial. Decisiones erradas, falta absoluta de una visión y estrategia respecto del desarrollo de las selecciones nacionales y, especialmente en la administración de Pablo Milad, arrebatos propios de principiantes y una deficiente "política exterior" confabularon para la eliminación. Hubo ámbitos en que la llamada a ser la cabeza pensante del fútbol chileno falló lastimosamente.

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La elección de entrenadores

Luego de que Chile no clasificara a la Copa Mundial de la FIFA – Rusia 2018, la ANFP debía, cómo no, buscar a un reemplazante a Juan Antonio Pizzi para la conducción técnica de la Selección.

En el mundo del fútbol, existen dos maneras de afrontar esa necesidad de un nuevo DT: en muchos países de Europa, Estados Unidos o Australia, por ejemplo, la apuesta va por un conductor que, independiente de sus logros previos, se adecúe a los lineamientos federativos y ejecute el plan desarrollado por la unidad técnica nacional. Conviene, por ejemplo, ver los currículums de Joaquim Low y Didier Deschamps, antes de ser campeones del mundo con Alemania y Francia, respectivamente. En ambos casos, los DT no tenían mucha experiencia previa, pero sin embargo calzaban perfecto en los planes desarrollados por sus federaciones.

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La otra manera y que es la predilecta, por ejemplo, en Sudamérica o en los equipos financiados con dineros del petróleo, es traer a ese entrenador que luzca en sus vitrinas la mayor cantidad de títulos posibles; y es en esa categoría donde cabe Chile. Como no existe plan alguno de desarrollo federativo, la idea es que llegue este "salvador" y con su infinita sabiduría logre clasificar al torneo para el que se esté postulando. "Esto es lo que hay. Por favor, entrénenos y háganos famosos", parece ser el slogan de muchas federaciones de Conmebol. También es más fácil tener a alguien siempre a la vista, para poder echarle la culpa en caso de fracaso y no reparar en que mientras pasaba el tiempo no se hizo nada para potenciar el asunto desde las bases.

En enero de 2019 llegó el colombiano Reinaldo Rueda a hacerse cargo de la dirección técnica de la Selección y, al menos por currículum, la elección del vallecaucano no parecía una aberración, pues clasificó consecutivamente a mundiales a Honduras (Sudáfrica 2010) y Ecuador (Brasil 2014), lucía un título de Copa Libertadores (Atlético Nacional 2016) y una final de Copa Sudamericana con Flamengo (2017).

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El camino del colombiano en La Roja no fue fácil. Pese a arrancar con una más que positiva gira a Europa, con un triunfo sobre Suecia y un empate ante Dinamarca, cada vez que la Selección tropezaba o no lograba cuajar un juego vistoso, los dardos eran apuntados al entrenador. No importaba que la Generación Dorada claramente venía de vuelta, que los principales referentes del equipo ya no eran los protagonistas del fútbol europeo que alguna vez fueron, que Chile no exportara talento a las ligas importantes ni que los representantes chilenos en torneos internacionales dieran la hora… La culpa, inevitablemente, era de Rueda; él y solo él perdía los partidos.

Luego de un año sin jugar, producto de la Pandemia por Covid 19, Chile arrancó las eliminatorias mundialistas a Qatar 2022, con partidos en los que, de haber estado solo un poco más fina, hoy no estaría llorando una eliminación. En el polémico partido ante Uruguay en Montevideo, más allá del penal no cobrado por la mano de Sebastián Coates, los orientales consiguieron el 2-1 al tercer minuto de descuento. Luego, contra Colombia en Santiago, Radamel Falcao García marcó el 2-2 definitivo a los 90+1. Con esos cuatro puntos, otra sería la historia.

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Lo inaceptable y que finalmente le costó el puesto a Rueda fue haber caído ante Venezuela, algo inédito en la historia y que le dio el argumento perfecto a quienes venían desde hacía rato pidiendo su salida: el colombiano se tenía que ir.

Desde que asumió la presidencia de la ANFP el 31 de julio de 2020, Milad quería que Rueda se fuera… Y la principal razón es que "lo encontraba caro". Con la caída ante los "llaneros", la separación fue mucho más sencilla para ambas partes. Por un lado, Rueda tuvo camino libre para firmar como DT de su país y por el lado de la dirigencia chilena, Milad vio una buena oportunidad para ahorrar algo de platita.

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Para el reemplazante de Rueda sonó una pléyade de postulantes. Almeyda, Heinze, Holan, Pekerman y un sinfín de candidatos que, con la misma rapidez con que aparecían, luego se desvanecían. Finalmente, Milad optó por en DT que no se ajustaba a ninguna lógica de búsqueda, salvo "conocer el medio", algo que día a día tiene menos importancia en un fútbol global y lleno de tecnología.

Martín Lasarte estaba de paso por Chile, viendo temas personales, cuando selló su vínculo para dirigir a la Selección. El costo mensual de Lasarte y todo su cuerpo técnico vs el de Rueda dejaba contento al timonel de la ANFP: se ahorró sus buenos dólares.

Rumbo al Mundial, Chile bajo el mando del uruguayo cosechó un par de triunfos ante el penúltimo de la clasificatoria (Paraguay), una victoria sobre el colista (Venezuela) y bien logrados tres puntos en La Paz. El resto, tres empates y siete derrotas.

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¿Hubiera sido distinto el resultado final si es que seguía Rueda? Imposible de vaticinar. Lo que sí es claro es que la forma y la razón por la que llegó Martín Lasarte a ocupar el comando técnico de La Roja fue de una desprolijidad inmensa por parte de la ANFP.

Escaso peso internacional

El propio Milad se encarga de desmentirlo. Como estrategia comunicacional, esta administración logró que ciertos medios le hicieran tibias entrevistas al presidente de la ANFP, donde pudiera entregar sus mensajes, sin muchos cuestionamientos.

La primera de estas entrevistas en profundidad fue el 31 de julio de 2021, para que el presidente realizara un balance de los "logros" en su año de gestión… La segunda fue hace cinco días, en la que, entre otros temas, Milad comentó que el arbitraje nacional estaba bastante bien ("las críticas ahora son bastante menos", dijo) y se refirió, específicamente al tema del "poco peso internacional": "Peso para algunos es tener la manipulación para no cumplir reglas y hacer lo que uno quiere. Suena algo medio corrupto el tener peso", expresó enfático.

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No, tener peso internacional no se refiere precisamente a ser corrupto ni a arreglar partidos. El término dice relación con la capacidad de negociar, con la virtud de poder entrar a un círculo tan cerrado como la Conmebol y poder plantear inquietudes, solicitar acomodos (lícitos, por supuesto) o elevar reclamos, sin que estos vengan luego acompañados por retahílas o perjuicios para uno u otro país miembro de la Confederación. Y ahí, Milad fracasa rotundamente.

Comenzó mal, pues apenas unos meses después de haber asumido en la ANFP, y al día siguiente de caer polémicamente ante Uruguay en Montevideo, al presidente no se le ocurrió nada mejor que salir públicamente a criticar el arbitraje del paraguayo Eber Aquino. En conferencia de prensa, con todos los medios presentes, Milad "exigió" que se liberaran los audios del VAR, algo que la Conmebol hizo al día siguiente. Error de principiante, pues en Asunción la molestia fue evidente hacia el nuevo integrante del Consejo; especialmente en el presidente de la Comisión de Árbitros de la Conmebol, el brasileño Wilson Seneme, el actuar del curicano causó indignación.

¿Resultado? A lo largo de las eliminatorias a Qatar 2022, la opinión chilena nunca fue siquiera considerada en situaciones en las que otros países de la Confederación sí hubiesen tenido algo que decir si es que el asunto los hubiese involucrado. Un larguísimo e inexplicable viaje a Santiago del Estero, para jugar con Argentina, no encontró ninguna gestión por parte de la ANFP para evitarlo. Por otro lado, pese a todas las dudas que sembró en Montevideo, Eber Aquino volvió a arbitrarle a Chile en el trascendental partido ante Bolivia en San Carlos de Apoquindo (otra vez, con un dudosísimo penal sancionado en contra de La Roja).

El tema traspasa incluso a la Selección, pues Milad fue incapaz de gestionar de mejor manera la relación con Conmebol en temas tan sensibles como la pérdida de localía de Coquimbo Unido en la final de la Sudamericana 2021 (tuvo que jugar como "local" en Asunción) y en el despojo de la organización de la Conmebol Libertadores Femenina 2022, que originalmente iba a realizarse en Chile.

Poco peso internacional, poca capacidad política y negociadora. Milad asegura que con su designación como segundo vicepresidente de la Conmebol (un puesto meramente decorativo), eso cambiará. Está por verse.

Un futuro lleno de dudas

Oleadas y sacramentadas dos eliminaciones consecutivas a la Copa del Mundo, llegó la hora de replantear el rumbo del fútbol chileno. A la luz de los resultados, haber estirado el chicle muchísimo más allá de lo aconsejable con los réditos que se le podían sacar a una "generación dorada", fue claramente un error.

¿Invertir en el fútbol base? ¿Delinear proyectos federativos que vayan más allá de individualidades o de administraciones de turno? Se ve como algo difícil de implementar en Chile, donde apenas 32 terratenientes dirigen desde el Consejo de Presidentes de Clubes el futuro de toda la actividad, bajo la figura del secuestro permanente que la ANFP -al fin y al cabo un liga- ejerce sobre la Federación de Fútbol de Chile, organismo que debería ser el encargado de velar por el bienestar de TODO el fútbol chileno, incluidas y muy especialmente, las selecciones nacionales.

El camino hacia el Mundial de 2026 empezará en un abrir y cerrar de ojos y habrá que ver si es que la dirigencia chilena habrá aprendido de las lecciones que dejaron los dos fracasos consecutivos. ¿Se trabajará seriamente en fortalecer al fútbol chileno en su conjunto? ¿O se optará, otra vez, por cruzar los dedos, encomendarse al Altísimo y esperar a que aparezca, de la nada, una "Generación Dorada" que haga soñar a todo un país con éxitos colosales? La respuesta está en Quilín.

La emotiva despedida del público a La Roja tras la eliminación de Qatar 

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