Ana Sol Romero es una de las argentinas que más marcó la cultura pop chilena, ya sea por sus recordados pasos en programas como Venga Conmigo o Viva el Lunes, así como también por ser la pareja de Douglas desde agosto de 2001.
Tanto la periodista trasandina como el artista, actualmente, se encuentran radicados en Estados Unidos, más específicamente en Miami, un lugar donde, pese a la distancia con el cono sur, continúan manteniendo ciertas tradiciones típicas de Latinoamérica relacionada con los hijos y que no son habituales en el norte.

Ana Sol Romero, toda una mamá latina en tierras estadounidenses
En conversación con el programa internacional Sarcástico, Ana Sol Romero contó que sigue viviendo con sus hijas, las que tienen entre 21 y 13 años. Aquello causó gran sorpresa entre los presentes, donde es habitual que los hijos dejen de vivir con los padres, especialmente cuando comienzan a cursar la educación superior, tal como pasa con la mayor, Julieta, que estudia psicología en la Florida International University.
Sin embargo, muy latinoamericana para sus cosas, la trasandina nacionalizada chilena prefiere que se mantenga a su lado, algo normal para nosotros, pero drástico para quienes no viven en el sur del mundo.
“Le pareció extraño que yo quiera tenerlas el mayor tiempo conmigo, ojalá estén conmigo hasta que se casen. Igual somos otra generación”, comentó en conversación con LUN.
Una de las razones por las que Ana Sol Romero quiso mantenerla es que el campus donde estudia queda solo a 35 minutos en auto. “Prefiero pasarle el auto, que vaya y vuelva. Le decía que a mí la universidad me quedaba lejísimo, me iba en bus, en Córdoba y que en ningún momento se me pasó por la cabeza irme a vivir”, añadió.
Al ser consultada sobre por qué cree que los latinoamericanos somos así, tan cercanos a la familia, contó que “si te pones a analizar, tiene que ver con nuestra cultura, de la gallina con los pollitos. Tengo muchos amigos que se han vuelto a sus países porque sus hijos están con la idea de irse a estudiar a otro estado y los papás no los quieren dejar y es remar contra la corriente”.