Fue la noche de un 17 de diciembre en Buenos Aires. River Plate jugaba la final de vuelta de la Supercopa Sudamericana 1997 ante el poderoso Sao Paulo de Brasil, tras haber rescatado un empate sin goles en el Morumbí. Titular en el equipo de Ramón Díaz, Marcelo Salas, el chileno que cumplía casi un año y medio en el club "Millonario" y cada vez se transformaba en un jugador más querido por los hinchas. De hecho, anotó la apertura de la cuenta tras el entretiempo, pero como los paulistas empataron casi de inmediato estaban perdiendo la copa. Hasta que el "Matador" marcó uno de los mejores goles de su carrera, con una pelota a la entrada del área, dos amagues imposibles y una definición rasante ante la salida del portero que enloqueció a los más de 80 mil espectadores que ese día repletaron el Monumental. "Este fenómeno que se llama Marcelo Salas", lo resumía el legendario relator argentino Marcelo Araujo, quien con su narración le dio un carácter todavía más legendario a la obra maestra del "Matador".