Ante los ojos de muchas personas, la maternidad puede ser un mundo lleno de rosas y colores cálidos que iluminan el camino del día a día. Sin embargo, para otros, puede ser todo lo contrario. Un completo caos.
Y no se trata de no amar a alguien que proviene de ti, que gestaste en tu cuerpo por nueve meses. Se trata de tu alrededor, de todos quienes te acompañan en el proceso de criar a quien un día decidiste traer al mundo.
Tampoco me refiero a la compañía que otorga un padre presente, pero sí al entorno, a la red de apoyo que una persona necesita a lo largo de las diferentes etapas de su vida, positivas o negativas.
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El comienzo de una historia que no tiene fin
Un 8 de enero de 2022 me mudé a vivir a Osorno junto a mi hijo y mi pareja, quien en ese entonces ya llevaba más de seis meses viviendo en la lejana comuna de la décima región. Nosotros éramos de Santiago, la Región Metropolitana.
Fue en ese entonces, cuando él se fue, que mi maternidad comenzó un camino que no veía venir: criar en soledad.
Pese a que la felicidad inundaba nuestras vidas por dar el gran paso de este nuevo comienzo en el sur de Chile, mi mente comenzó a llenarse de inquietudes relacionadas con la crianza de mi hijo. ¿Seré capaz de afrontar una maternidad solitaria? ¿Tendré la suficiente paciencia para maternar 24 horas al día y 7 días a la semana? La respuesta es sí, pero el camino no es fácil.
Durante el embarazo de mi único hijo, Mateo, mantuve un trastorno de ansiedad generalizado, acompañado de agorafobia, y, pese a que esto no se debió a la falta de compañía, sí afectó el rol que cumplí como madre durante esos años. Tras esto, comencé con psicoterapia, la que mantuve durante 20 meses consecutivos, además de un tratamiento farmacológico.
Cuando llegamos a vivir a Osorno, este problema (porque era un problema) volvió a aparecer, pero más leve. Fue solo el miedo a enfrentar esta nueva vida solitaria lo que desencadenó una nueva crisis de pánico en mi vida. Y fue en ese momento cuando decidí contactar una vez más a la psicóloga.
Con el paso de los años, todo volvió a tener sentido y los días dejaron de ser largos y eternos. Mi paciencia reapareció y la creatividad para maternar a un pequeño volvió a surgir, pero el camino a la meta no fue sencillo.
Radiografía a la salud mental de una madre: ¿Cómo afecta el criar sin una red de apoyo?
En nuestro país, cerca de 5.528.810 mujeres son madres, lo que representa el 54.7% del total de las féminas del país, según un estudio realizado por Equifax Chile.
De esta cifra, más de la mitad ha padecido alguna enfermedad mental desarrollada durante el embarazo, postparto o crianza. De hecho, una de las afecciones más populares es la ansiedad, la cual se puede presentar a través de crisis de pánico, principalmente.
Según indica la Psicóloga clínica especialista en trauma complejo, Natalia García, “el aislamiento emocional puede profundizar el malestar, y muchas veces estas madres no tienen espacios donde expresarse sin miedo al juicio. Por eso, acompañar, escuchar y validar la experiencia materna es una forma concreta de cuidar la salud mental".
Además, señala que otra de las enfermedades más comunes desarrolladas en este proceso es la depresión, la cual suele aparecer luego del parto y “cuando el malestar emocional no se contiene a tiempo”.
Por otra parte, indica que cuando una mujer enfrenta la crianza sin apoyo, sin alguien que escuche, que sostenga o que simplemente esté, se expone a altos niveles de estrés, sobrecarga y agotamiento, además de un constante sentimiento de insuficiencia.
“La falta de acompañamiento puede generar sentimientos de tristeza, irritabilidad, inseguridad, una desconexión con el propio rol materno y una afectación en su autoestima, ya que la mujer comienza a dudar de sus propias capacidades, cuestionarse constantemente y compararse con una “maternidad ideal” que no existe", señala García.
Maternidad deseada, pero en soledad: una alegría más difícil de lo esperado
En la Región de O’Higgins, específicamente en la comuna de Pumanque, vive Nataly, una mujer de 23 años de edad que se dedica a criar a Misael, un pequeño de tan solo 24 meses.
En 2022, abandonó su hogar y su trabajo para emprender rumbo como madre soltera y sin red de apoyo. Hasta junio de 2025, mantiene esta realidad. Sin embargo, su camino también ha estado marcado por diferentes episodios de problemas relacionados con la salud mental.
“Cuando me embaracé, tuve que cambiar mi vida en un 100%, entonces empecé con una depresión leve, que yo no sabía qué era tampoco. Pero estaba decaída, triste, con la autoestima baja. Tuve que ir al psicólogo, porque esto afectaba mi rol de mamá y la paciencia que tenía”.
Para Nataly, la frustración es real. ¿Cómo lo hace una mujer que es madre soltera, pero que debe trabajar para proveer a un hijo? Pero no es solo ella, esta es la realidad de muchas en Chile. Junto a esto, viene la culpa, la que invade el sentimiento de disfrutar una maternidad deseada.
¿Podemos maternar solas? Sí, pero sin romantizar
La Psicóloga Natalia García explica que “criar en soledad no es solo una situación práctica: es una experiencia emocionalmente intensa que puede hacer que la madre se desconecte de sí misma, de sus necesidades y también del vínculo con su hijo o hija“.
Cuando una madre enfrenta la crianza sin apoyo, sin alguien que escuche, que sostenga o que simplemente esté, se expone a altos niveles de estrés, sobrecarga y agotamiento, además de un constante sentimiento de insuficiencia.
Esta falta de acompañamiento puede generar sentimientos de tristeza, irritabilidad, inseguridad, una desconexión con el propio rol materno y una afectación en su autoestima, ya que la mujer comienza a dudar de sus propias capacidades.
Además, la soledad puede deteriorar las habilidades sociales. Muchas madres se aíslan por falta de tiempo, energía o porque sienten que nadie comprenderá lo que están viviendo. Esto termina por reforzar el círculo del aislamiento, generando más malestar y desconexión con el entorno.
Frente a esto, es preciso visibilizar esta realidad y dejar de romantizar la maternidad autosuficiente. Criar sola cansa, agota y puede herir emocionalmente.