Moda que contamina: el precio oculto de la ropa que usamos

Mientras el fast fashion sigue vendiendo glamour y tendencia, comunidades locales sufren los impactos naturales y sociales. ¿Qué responsabilidad tenemos como consumidores?

El precio oculto de la moda. ¿Qué responsabilidad tenemos como consumidores? Créditos: Expok.

El glamour de la alta costura, las pasarelas, los famosos bien vestidos y las redes sociales despampanantes puede ser muy seductor para muchas personas. El brillo y las luces en torno a las campañas de productos textiles hacen que todos quieran verse bien, adquirir cada prenda que se les ofrece y así acercarse al estilo de vida de sus ídolos de Instagram o TikTok.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la ropa deja de estar en tendencia y pasa de moda? El esplendor desaparece cuando miles de prendas terminan convertidas en toneladas de deshechos varados en lugares tan significativos como el Desierto de Atacama. Este sitio emblemático de Chile alberga uno de los vertederos textiles más grandes de América Latina.

Cada año llegan 59.000 toneladas de ropa a Iquique. Créditos: Instagram @desiertov estido_tarapaca.
Desierto de Atacama.Cada año llegan 59.000 toneladas de ropa a Iquique. Créditos: Instagram @desiertov estido_tarapaca.

Desierto de Atacama: el basurero textil de Latinoamérica

Bastián Barría es cofundador de la ONG Desierto Vestido, organización que trabaja en la Región de Tarapacá para educar, concientizar e impulsar la economía circular de la industria de la moda. Han investigado el problema en esta zona árida y constataron que cada año llegan 59.000 toneladas de ropa a Iquique, de las cuales el 70% es desechado.

“Hemos documentado múltiples vertederos ilegales y cientos de micro-basurales que se extienden por kilómetros en el desierto. Es una crisis ambiental de escala continental concentrada en nuestro territorio”, dijo. Se trata de ropa de “tercera calidad” con alto contenido de fibras sintéticas, provenientes de Estados Unidos, China y la Unión Europea.

El daño ecológico en el Desierto de Atacama es significativo. Ha sido contaminado por fibras plásticas y sustancias químicas utilizadas en la industria textil. Hay emisiones de gases de efecto invernadero por la quema de basura, liberación de microplásticos y alteración del paisaje de uno de los ecosistemas más singulares del planeta.

El vertedero en el Desierto de Atacama afecta la salud por quemas y exposición a químicos. Créditos: Instagram @desiertov estido_tarapaca.
Quema de residuos textiles.El vertedero en el Desierto de Atacama afecta la salud por quemas y exposición a químicos. Créditos: Instagram @desiertov estido_tarapaca.

Los culpables de la contaminación del Desierto de Atacama

Según Bastián Barría, hay a tres culpables de los vertederos en el Desierto de Atacama: las marcas de fast fashion que sobreproducen sin asumir la responsabilidad del destino final de sus productos, los países exportadores que trasladan sus residuos, y un sistema comercial que permite importar sin mecanismos reales de trazabilidad o control de calidad. “Son prendas de fast fashion que llegan clasificadas como ‘ropa usada’ pero que en realidad son residuos textiles disfrazados de mercancía comercializable”, dijo.

Pero, ¿qué es fast fashion? Es un modelo de producción en el rubro de la moda, donde las prendas se fabrican de forma acelerada, en grandes cantidades y a bajo costo. Esto generalmente resulta en ropa con corta vida útil y efectos negativos para el medio ambiente. Lo más preocupante es que los datos que evidencian el daño que provocan las grandes compañías están disponibles para todo el mundo.

Según información de Textile Exchange, el 70% de la ropa está hecha de fibras sintéticas o plásticas. Fashion for Good señala que las prendas que contienen polímeros pueden tardar hasta 200 años en descomponerse en los vertederos. El Instituto de Recursos Mundiales (WRI) estima que solo el poliéster consume un 1.35% de petróleo a nivel mundial y emite 989 millones de toneladas de CO2 al año.

Además, el fast fashion no solo causa daños medioambientales, sino que también sociales. Un ejemplo son los sectores aledaños al Desierto de Atacama. “Genera empleos precarios en la gestión informal de residuos, afecta la salud por quemas y exposición a químicos, y perpetúa una economía extractiva donde somos receptores de problemas ajenos en lugar de protagonistas de nuestro desarrollo territorial”, señaló Bastián Barría.

El fast fashion no solo causa daños medioambientales, sino que también sociales. Créditos: Rawpixel.
Fast fashion.El fast fashion no solo causa daños medioambientales, sino que también sociales. Créditos: Rawpixel.

¿Qué puede hacer el estado para evitar las consecuencias del fast fashion?

Bastián Barría explica que es necesario aplicar el Convenio de Basilea a textiles sintéticos. Consiste en un tratado internacional ratificado por Chile que busca proteger la salud humana y el medioambiente de los desechos peligrosos. Además, trata de regular el movimiento transfronterizo de estos, con el fin de que no lleguen a lugares como el Desierto de Atacama. Por otro lado, también cree necesario aplicar responsabilidad extendida del productor e importador (Ley REP), así como crear sistemas de trazabilidad que permita rechazar cargamentos que son transferencias de residuos disfrazadas de comercio.

Beatriz O’Brien es socióloga especializada en moda y sostenibilidad. Además, es directora de Fashion Revolution Chile. Ella considera que el Gobierno juega un rol crucial en la regulación de una industria tan importante como es la textil. “Tenemos que comprender la enorme capacidad de desarrollo y empleo que tiene el sector si se logra regular”, explicó.

Según información de Textile Exchange, el 70% de la ropa está hecha de fibras sintéticas o plásticas. Créditos: Rawpixel.
Ropa.Según información de Textile Exchange, el 70% de la ropa está hecha de fibras sintéticas o plásticas. Créditos: Rawpixel.

¿Qué podemos hacer para enfrentar el fast fashion?

La experta en moda considera que cada vez hay mayor conciencia sobre el tema, aunque aún queda mucho camino por recorrer. “Existen muchas maneras de ejercer un consumo más responsable, como usar nuestra ropa por más tiempo, reparar lo que ya tenemos, comprar a conciencia lo que nos gusta o necesitamos, evitar adquirir prendas de materiales sintéticos y elegir piezas de segunda mano”, dijo.

Estas acciones para combatir el fast fashion se alinean con la economía circular, la cual busca alejarse del modelo lineal de hacer-usar-botar que predomina hoy. Su objetivo es mantener los productos y materiales en circulación el mayor tiempo posible, minimizando la extracción y la generación de residuos.

“Creo que lo más importante es comprar menos, evitar las compras compulsivas. El sistema está hecho para crear ansiedad, para crear una sensación de escasez que no es real. Las personas sienten que deben llevarse en ese momento los productos o prendas que ven, porque supuestamente se van a acabar. Yo creo que lo mejor es pensar bien en lo que queremos y buscar productos de acuerdo a esa idea, no solo dejarnos llevar por lo que ofrece el mercado”, aconsejó Beatriz O’Brien.

La experta también recalcó que la educación de las y los consumidores es fundamental, pues nos da herramientas para entender el mercado, lo que se nos ofrece y lo que realmente necesitamos, y a partir de eso, construir un consumo con valores personales. Asimismo, permite entender que la ropa es parte de nuestra identidad, que nos representa y que funciona como vehículo de comunicación. “Educarnos nos permite establecer una nueva relación con nuestra vestimenta, con nuestro cuerpo, con quienes somos y como vemos el mundo y la sociedad en la que vivimos”, concluyó.