Marcelo Fabián Espina Barrano, quien este 28 de abril cumple 54 años, se ha desempeñado como futbolista, director técnico, gerente deportivo y comentarista de TV. Brilló en clubes como Club Atlético Platense y Colo Colo, siendo considerado ídolo de ambas escuadras, eso sí, más por su faceta de jugador que como entrenador. Antes de llegar al "Cacique", el "Calamar" tuvo pasos por clubes como el ya mencionado Platense, para luego jugar en clubes mexicanos como Irapuato y Atlante, y volver a Argentina a Lanús y otra vez a su club formador. En 1995 se produjo su paso a Colo Colo, equipo con el que levantó 5 trofeos locales, entre ellos, 1 Copa Chile y 4 Campeonatos Nacionales. En su primera estadía con los albos ganó sus 4 primeros trofeos, antes de dar el salto a Europa y defender la camiseta del Racing de Santander, donde disputó 35 partidos y anotó 2 tantos en las dos temporadas que permaneció en el club. Regresó al "Cacique" poco antes de una de las peores crisis del club; la quiebra. Sin embargo, el mal momento financiero no fue impedimento para que, un grupo de jugadores capitaneados por Marcelo Espina, levantaran el vigésimo tercer título de la historia de Colo Colo. Colgó los botines en 2004 junto al "Popular", y al año siguiente se convirtió en entrenador del club. Aunque con el buzo de DT, no dejó un gran recuerdo en el hincha albo. Luego siguió dirigiendo a clubes como Everton, Unión Española, Acassuso de Argentina y dos veces a Club Atlético Platense, donde, al igual que en el cuadro de Macul, mantiene su estatus de ídolo. Tras dejar de dirigir, se convirtió en comentarista deportivo en el canal ESPN, para luego, en 2018 volver al "Cacique" para ser su gerente deportivo, donde junto a Blanco y Negro, nuevamente volvió a ser blanco de críticas por parte del hincha albo. Finalizando su cargo en ByN S.A., Espina regresó a la comunicaciones, y pese a que sus dos últimos pasos por Macul no fueron como él o los fanáticos quisieran, lo realizado dentro de la cancha con sus 81 goles en 328 encuentros, no lo bajan del pedestal de ídolo en el que lo tiene el pueblo albo, siendo siempre recordado como el "Calamar", el "Cabezón", o como pocos lo han logrado, ser considerado un eterno capitán.