[OPINIÓN] Jorge Sampaoli y la gratuidad del populismo

Nadie puede negar que Jorge Sampaoli es un gran técnico. Eso no amerita debate. Pero de ahí a que todo lo que diga haya que aplaudirlo y concederle la razón, no.

Nadie puede negar que Jorge Sampaoli es un gran técnico. Eso no amerita debate. Pero de ahí a que todo lo que diga haya que aplaudirlo y concederle la razón, no.

Sampaoli es un tipo respetable hablando de fútbol, de jugadores, de táctica, de tendencias futbolísticas, de la evolución del juego e, incluso, de una mirada crítica hacian quienes quieren tecnologizar el fútbol llenándolo de estadísticas y vectores cuánticos, como si se tratara de una ciencia y no de un juego de competencia deportiva.

Pero su vociferante convicción de que no volvería a Universidad de Chile mientras esté la actual conformación propietaria y el club no esté en manos del "pueblo azul", es un discurso tribunero, tan populista como lo que hemos venido escuchando en este país, en todos los ámbitos ideológicos, desde octubre de 2019.

Sampaoli no volverá nunca más a Chile. Délo por hecho. Es imposible que vuelva a dirigir a la Selección o a algún club chileno. Ya superó hace demasiados años este estándar de fútbol, de organización, de competencia, de directiva, de clubes, de estadios, de todo.

Sampaoli no volverá nunca más a Chile. Délo por hecho. Es imposible que vuelva a dirigir a la Selección o a algún club chileno.

Sampaoli es un entrenador de categoría internacional. De los buenos, de los competentes, de los que deben dirigir en las ligas más importantes de Europa. Se lo ha ganado con su propio esfuerzo, dedicación, entrega y obsesión.

Por eso hablar de Chile, de Universidad de Chile, de nuestro país, le sale gratis. Ya no vive ni piensa en Chile. Él toma palco y habla para quedar bien con la gente, con "el pueblo", con el hincha de la Universidad de Chile, que lo añora por sobre otros entrenadores (está bien baja la valla, eso sí), y en general con el aficionado chileno. Ese que aún sueña con que la Selección volverá a tener con él ese nivel de reendimiento que exhibió en 2013-2014, como si en el análisis se omitiera que tuvo la sincronía de dirigir a la generación dorada en su máximo apogeo.

La ingenuidad es un rasgo que se pasa con los años y los tropezones en la vida. La memoria es un atributo que se pierde con el tiempo. Parece que ya no nos acordamos cómo Sampaoli llegó a la Selección sin importarle que había un técnico dirigiéndola; cómo amenazó con no viajar y dirigir al equipo si no le daban aumento de sueldo en la recta final de las clasificatorias; cómo dejó botada a la Selección (ya sabemos que su diagnóstico de la decadencia de la Roja era certero) a poco más de un mes de un nuevo proceso.

Parece que ya no nos acordamos cómo Sampaoli llegó a la Selección sin importarle que había un técnico dirigiéndola; cómo dejó botada a la Selección a poco más de un mes de un nuevo proceso.

Claro, eso no viene al caso abordar cuando se trata de quedar bien con la gente de un club al que Sampaoli, qué duda cabe, sí quiere, pero que además fue el trampolín para el estrellato internacional.

Es cierto que darle en el piso a los actuales dirigentes de la Universidad de Chile es fácil, porque además han hecho una pésima gestión deportiva, y merecen ser cuestionados por su poca idoneidad y falta de manejo.

Pero otra cosa es que a Sampaoli se la dejen dando bote para que, livianamente, quede como un caudillo  frente "al pueblo azul", sin que tenga que sufrir semana a semana el drama del hincha de la U, y dejando solapada una interrogante que todos sabemos que ya tiene una respuesta: Sampaoli nunca más volverá a Chile.