En los fríos números, Universidad de Chile sumó este miércoles su primer fracaso de la temporada, ya que pese a enfrentar a un equipo importante de Sudamérica como San Lorenzo de Almagro, otra vez no logró avanzar ni siquiera una fase clasificatoria en la edición 2021 de la Copa Libertadores.
Los azules empataron en la ida como locales y este miércoles perdieron por 2-0 en el Nuevo Gasómetro. Sin embargo, a menos que uno sea un ermitaño sin Internet ni radio o televisión, es evidente que la serie contra los de Boedo no fue normal. Más allá de lo futbolístico, lo que marcó los días previos a los duelos ante el equipo argentino fue lo sanitario, con el grave brote de Covid que afectó al equipo, y que hizo que para la revancha Rafael Dudamel tuviera casi una docena de bajas.
Ese panorama lo obligó a recurrir a una serie de jugadores juveniles que tuvieron que asumir la responsabilidad cuando, en situaciones normales, probablemente ni siquiera habrían ido a la banca. Y ese es precisamente el gran factor que, por el momento, salvará al DT venezolano.
¿Salvado por la campana?
Durante la pretemporada, en Azul Azul existía la convicción de que no superar la llave ante San Lorenzo podría ser lo último de Dudamel en la U. Aunque no se logró terminar de conformar el plantel como se esperaba -sigue faltando un lateral izquierdo que ahora probablemente no llegará-, se consideraba que en líneas generales se le habían dado las herramientas como para hacer un papel digno en la arena internacional.
Eso se sumaba a que, pese a lograr tomar un cupo en la Libertadores, el rendimiento del equipo en la recta final del torneo nacional anterior nunca llenó las expectativas de buena parte del directorio.
Sin embargo, el consenso en los últimos días era que, más allá de las virtudes y falencias de Dudamel, exigirle cualquier resultado ante el brote que se dio en el CDA era "injusto". Ya para el primer partido contra San Lorenzo existía esta convicción, ya que a último minuto tuvo que reemplazar a dos titulares, y ni hablar de la revancha.
De hecho, si antes del juego en Buenos Aires había una sensación pesimista sobre el resultado, durante y después de la caída en el Nuevo Gasómetro hubo conformidad -y hasta sorpresa- por el nivel de juego exhibido, pese a todos los condicionantes.
El factor Heller
Otro factor no menor para asegurar por ahora la continuidad de Dudamel es el administrativo. Aunque en la U tienen en carpeta varios nombres para la eventualidad de que hubiese que buscarle un reemplazante inmediato, todas esas alternativas están hoy en el congelador tras el sorpresivo anuncio de que Carlos Heller, el máximo accionista del club, se iría en los próximos días.
Ante eso, la sensación de los directores, incluyendo la mayoría que el dueño del Grupo Bethia tiene posicionado en la mesa y que se marcharán, era simplemente evitar que sus legados, su última acción, fuera dejarle el equipo a los nuevos dueños sumido en una crisis deportiva, sin entrenador o con un reemplazo nombrado sobre la hora antes del arranque del torneo nacional.
Sólo un desastre mayúsculo ante San Lorenzo habría motivado a tomar una decisión tajante, y como no se pasaron vergüenzas y existían atenuantes de peso, por ahora Rafael Dudamel seguirá en el banco azul hasta nuevo aviso.