¡Cómo dolió! La Selección Chilena tenía todo a la mano para clasificar a las semifinales de la Copa América Femenina 2025. Camino despejado, rival abordable y ni siquiera tenía que estar pendiente de lo que ocurría en el otro partido del grupo, que se jugaba en simultáneo. Pero La Roja falló. Y de manera catastrófica.
Una estrepitosa caída por 3-0 ante Uruguay, en el partido final de la llave, dejó al equipo dirigido técnicamente por Luis Mena sin la posibilidad de luchar por el título del certamen continental y, peor aún, eliminado de la carrera por los Juegos Olímpicos de Los Angeles 2028.
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Sí, ahora está la posibilidad de clasificar a los Panamericanos de Lima y para ello las chilenas deben ganarle el repechaje a Paraguay este lunes, pero sin dudas que la cita polideportiva de 2027 es un premio de consuelo demasiado menor. Chile pudo haber estado entre los cuatro mejores de América, haber luchado por ir a la fiesta de los cinco anillos (era muy complicado, ya que le habría tocado Brasil en semis, en todo caso) pero dilapidó la posibilidad.
La derrota ante Uruguay preocupa y levanta interrogantes. La Celeste es un rival que, históricamente, Chile había dominado. Por ranking y por resultados anteriores, la Selección no había tenido mayores problemas para superar a las orientales. De hecho, la Roja había registrado victorias en la Copa América 2018 y en dos amistosos que vinieron después (Temuco y Rancagua, en 2019); había empatado, además, en otro amistoso de preparación en 2021, en plena pandemia. En el último tiempo, sin embargo, el registro se ha emparejado y de los tres partidos jugados desde el año pasado a la fecha, Uruguay ha ganado dos, el último, el ya apuntado del jueves pasado en Quito.
Lo ocurrido ante las charrúas y el desempeño de Chile en las últimas instancias en que ha participado, son muestras de que la Selección hoy ocupa un nuevo sitial en el contexto sudamericano. Dicho estado enciende las alarmas de cara al gran desafío venidero: las eliminatorias al Mundial de Brasil 2027. ¿Con ese nuevo estatus de La Roja, alcanzará para clasificar?
Chile baja la cotización en el escenario sudamericano
Históricamente, en la Conmebol ha existido un gigante indomable en el Futfem. Desde que se jugara el primer Mundial de la especialidad, en 1991, Brasil no ha tenido contrincantes en este lado del planeta. La Verdeamarelha es una potencia global y, pese a que nunca ha sido campeona ni en Mundiales ni en los Juegos Olímpicos, sí ha sido finalista de ambas instancias. En definitiva, forma parte de la élite.
Por lo tanto, en esta Confederación siempre el tema ha sido “Brasil y el resto”. Argentina fue la que ocupó el segundo puesto durante toda la era anterior al profesionalismo (previo a 2010) y, de hecho, la Albiceleste fue capaz en su momento de ganar el título continental y dejar a las brasileñas en el segundo puesto (Sudamericano de 2006).
La pelea, entonces, siempre fue para determinar qué Selección sería la que estuviera apenas un peldaño más abajo de Brasil. Ese honor lo alcanzó a tener La Roja en la época de mayor apogeo, entre 2018 y 2019. Subcampeona de América en Chile 2018, clasificada al Mundial y a los Juegos Olímpicos, con la gran mayoría del plantel jugando en el exterior y, algo en lo que no se hace el suficiente hincapié: la Selección le ganó un torneo a Brasil en Brasil, en 2019, en el cuadrangular Copa Uber, donde también estuvieron Argentina y Costa Rica.
Pero pasado el auge, Chile comenzó con la caída. En la Copa América de Colombia 2022, el equipo que en ese entonces dirigía José Letelier también jugó el repechaje (le ganó a Venezuela en penales), terminó quinto y, de acuerdo con las normas de ese torneo, eso le permitió clasificar a la repesca internacional para el Mundial de 2023, que terminó perdiendo con Haití. De segundo indiscutido de Sudamérica, a pelear por el quinto puesto. Aquel estatus es el que ratifica hoy con el resultado obtenido en Ecuador 2025.
Hoy, Brasil sigue siendo el más poderoso (puesto 4 en el ranking FIFA) y el cuadro que indiscutiblemente está en la segunda plaza de Conmebol es Colombia, que desde quedar inesperadamente fuera del Mundial de Francia 2019 en la Copa América de Chile, tuvo una inmensa alza de nivel. En estos momentos, las Cafeteras están totalmente fuera del alcance de La Roja. Si en el periodo de gloria nacional el equilibrio era total –de hecho, jugaron cuatro partidos entre 2017 y 2018 y todos terminaron en empates-, ahora no se ve cómo Chile podría vencer. Las últimas dos veces que se enfrentaron fueron triunfos inapelables colombianos (2-0 y 4-0).
Aparece, entonces, Argentina. Un adversario al que Chile dominó sin muchos contrapesos entre la Copa América de 2014 y la de 2018. En ese periodo, se registraron tres partidos oficiales, con inapelables victorias chilenas: 1-0 en Ecuador, 5-0 en un amistoso en Ovalle y 4-0 en la Copa de La Serena. De allí en adelante, un par de partidos amistosos en 2022 que fueron parejos (1-0 para Chile en Córdoba y 1-0 para Argentina en San Luis), para luego pasar al dominio trasandino: triunfos ante la Selección Chilena en amistosos en Auckland en 2023 (4-0) y en febrero de este año en Santiago (3-0) y, ahora recientemente, en la Copa América (2-1). Solo un empate sin goles pudo rescatar Chile ante Argentina, en un duelo de preparación a puertas cerradas en Pinto Durán, también en febrero pasado.
Por eso es que la derrota ante Uruguay es tan preocupante. Con dos rivales –Colombia y Argentina- ya escapados de Chile en el concierto sudamericano, sumar a otro actor merma las opciones nacionales de meterse en la próxima Copa del Mundo, para la cual Conmebol estrenará un inédito sistema eliminatorio.
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Eliminatorias: Chile tendrá que demostrar de qué está hecho
Este jueves 31 de julio es una fecha clave. La Confederación Sudamericana de Fútbol realizará ese día el sorteo de la Liga de Naciones Femenina, el certamen que elegirá a las representantes de la región en el Mundial de Brasil. Torneo nunca antes realizado y que entregará dos cupos directos y dos al repechaje intercontinental.
Brasil está fuera de carrera, al ser anfitrión, y eso evidentemente abre las posibilidades al resto de las que juegan en Conmebol. De acuerdo con la lógica reciente, los cupos directos deberían ser para Colombia y Argentina. ¿Puede Chile meterse en esa pelea? Claro, por qué no, pero de acuerdo con los resultados de los últimos años, deberá remar muchísimo para torcer la realidad que ha imperado.
Vendría entonces la segunda línea, la que iría al repechaje continental, y en ese escenario La Roja tendría que disputar con Uruguay, Paraguay y Venezuela. Clave será el sorteo, ya que se tratará de un torneo con sistema todos contra todos, pero en una sola rueda. Es decir, un partido nada más ante cada rival. ¿Como local o como visitante? La Conmebol aún no aclara qué criterio se utilizará o si es que se determinará meramente a través del azar.
Hay dos adversarios ante los que la localía no será tan preponderante. Perú y Bolivia no deberían representar problemas, independiente de si se juega dentro o fuera de Chile. Pero el resto sí que será importante. Como Uruguay ahora es un rival de cuidado, clave será jugar en casa y no en Montevideo. Distinto será medirse con Paraguay en Santiago y no en la calurosa Asunción. Venezuela es más abordable en terreno conocido antes que viajar a alguna ciudad llanera, con todos los líos logísticos que eso acarrea, debido a las escasas conexiones aéreas. Hasta Ecuador aparece como complicado en la altura de Quito y eso quedó demostrado en esta Copa América, en la que Chile sufrió para ganar.
Ante Colombia y Argentina, definitivamente, conviene mucho más jugar en Chile que afuera. Las razones son evidentes.
Serán ocho partidos los que definirán el futuro de Chile de cara a la Copa Mundial Femenina de la FIFA – Brasil 2027. Lo demostrado en la Copa América de Ecuador 2025 preocupa, ya que se ratifica por segundo torneo consecutivo que el equipo está en un nivel inferior de competitividad respecto del que tuvo en años anteriores. ¿Eliminatorias todos contra todos, sin Brasil en la pelea, con la Selección de 2018 o 2019? Era como para sobarse las manos; hoy, en cambio, la realidad cubre todo con un manto de inmensas dudas.