Amado o despreciado, pero pasarán cada vez que se revisen los libros de historia aparecerá que el responsable técnico de la Selección Chilena que ganó la Copa América de 2015 fue el argentino Jorge Luis Sampaoli Moya (13 de marzo de 1960). También, los hinchas de Universidad de Chile que quieran rememorar el título de la Copa Sudamericana 2011, encontrarán que el protagonista fue el mismo.
La trascendencia del casildense en el fútbol chileno no está en entredicho. Fue fundamental y así se le recuerda principalmente en el ámbito deportivo, más allá de que su salida de la Federación de Fútbol de Chile no hay sido del todo amigable.
Hoy, Sampaoli no está dirigiendo. El Stade Rennais francés fue el último equipo que condujo, pero salió de ese club en enero pasado. A 10 años de la consecución del primer título continental de La Roja, el adiestrador conversa con En Cancha Prime, desde Brasil, país donde reside.
Sampaoli no pierde tiempo. Se mantiene consumiendo fútbol, con lo que responde a su faceta de apasionado por la actividad que tanto se le reconoce. “Dosifico un poco. El estar vinculado a un club te quita mucho tiempo, porque hay muchas cosas que atender en el fútbol moderno, así que ahora aprovecho el tiempo, también para ir planificando diferentes cosas nuevas sobre el fútbol actual, que va cambiando día a día. La sociedad está cambiando todos los días, así que el futbolista también y el fútbol también. Se ha modificado mucho y ese cambio es continuo, así que hay que estar estratégicamente preparado para cuando toque”.
Jorge Sampaoli, en evolución constante
-¿Cómo lo hace para actualizarse constantemente? ¿Cómo evita ir quedándose en el tiempo?
Por mi forma de sentir y de ver el fútbol, trato de optimizar la idea futbolística, relacionada a un protagonismo que genere mucho dominio. Entonces, analizo y estudio cómo atacar bloques bajos, siempre vinculado al único libro que existe en el fútbol que es el reglamento. Porque el reglamento te permite saber que ahí está todo y, a través de eso, manejar estrategias que te permitan posicionalmente o dinámicamente buscar alternativas para sorprender al rival. Todo hoy está muy estudiado, por lo que todos los días hay que encontrar diferentes matices para contrarrestar a los equipos que se defienden muy abajo y muy bien.

-En una declaración que usted dio, dice que hoy no hay tiempo en el fútbol. Sin embargo, su perfil de entrenador sugiere que el tiempo es incluso más necesario que en otros casos, ya que, por ejemplo, para su idea futbolística necesita unas 50 o 60 sesiones de entrenamiento. ¿Cómo convive con eso?
Es una lucha, porque hay que optimizar más el tiempo, para que se internalice mejor una idea y tratar de que el jugador sepa que esa idea tiene que ver con un equipo que no disponga solamente de una posibilidad para ganar un partido. Que tenga claro que tiene que buscar las maneras del dominio constante, para generar volumen de ataque. El fútbol es muy parecido al boxeo: puedes dominar 14 rounds y en un solo golpe perder una pelea, acá lo mismo. Un equipo que por ahí está especulando en un espacio reducido defensivo, te contragolpea dos veces, perdiste el partido y tuviste 15 o 17 remates al arco. Tienes que ver cómo hacer para que el dominio se transforme en triunfo.
-A diez años de la Copa América con Chile, usted escribió algunos textos muy profundos al respecto. “La unidad puede romper cualquier barrera”, por ejemplo…
En ese momento, coincidimos con una generación de jugadores que no aceptaba o que no negociaba el hecho de sentirse menos que nadie. Y no hablo solamente de la Copa América, que el equipo la ganó invicto, sino también de partidos amistosos con Alemania, con España, con Brasil, con Inglaterra en Wembley, en que el equipo se plantaba y… Te digo, si en el Mundial no perdíamos por penales con Brasil, el equipo iba a seguir escalando, porque tenía una convicción enorme. Cuando uno lo toca una generación así, con una idea, y con un entrenador que más o menos piensa lo mismo, es mucho más fácil. Nosotros no negociábamos jugar como un equipo menor ante las potencias. Íbamos decididos a ganar en cada partido.
-¿Cuánto de esa comunión se dio de manera innata con los jugadores y cuánto se les fue inculcando de parte del cuerpo técnico?
Para mí fue mucho más fácil, porque encontré a futbolistas que eran tan decididos que eran prácticamente kamikazes. (Gary) Medel jugó con un desgarro contra Brasil en un Mundial, jugó desgarrado, imposible… Ese grupo de jugadores superó cualquier barrera. No eran muchos, eran 14, 15 o 16 que siempre estaban dispuestos a dar batalla en cualquier lugar.
-Y cuando se forja un vínculo tan fuerte con un plantel, ¿cómo se lleva luego la decisión de salir de ahí y dejar a ese grupo de jugadores?
Es difícil, pero también está el hecho de sentir que la posibilidad de dirigir Europa. Gracias a ese grupo de jugadores, también, en ese momento fui catalogado como uno de los mejores entrenadores del mundo en 2015 y allí se me abrieron puertas en Europa. En Roma, en Chelsea y terminé yendo a Sevilla. Son momentos de la carrera. Soy muy agradecido con ese grupo de jugadores; primero con la U y después, con el grupo de la Selección, porque hicieron que mi nombre fuera conocido. En realidad, tanto la U como la Selección hicieron ver al fútbol chileno en todas partes del mundo; lo hizo visible. Si no, quizás no hubiera dirigido cuatro años en Europa. La visibilidad que tuvo ese equipo a nivel mundial y el respeto que se ganó me dio la posibilidad de dirigir en Europa.
-Sin el afán de comparar, pero si tuviera que elegir algunas cualidades de la U campeona de la Copa Sudamericana, de Chile en el Mundial de Brasil y de la Selección que gana la Copa América, ¿con qué se queda?
Eran un calco, realmente. La única que tuvo diferencias fue la Copa América, en que le dimos un vuelo al juego más que a la presión sobre los rivales. Le dimos salida con Claudio Bravo de manera diferente, empezamos a estructurar un modo de jugar distinto, pero muchos de los jugadores que tuvimos en la U y en la Selección eran los mismos. Ya conocían o tenían muy claro lo que nosotros queríamos como cuerpo técnico y ya venían de un proceso anterior, el de (Marcelo) Bielsa, que era parecido en ese tipo de protagonismo. No veo muchas diferencias, porque la Copa América la ganamos invictos, la Copa Sudamericana también y el Mundial eliminamos a España y perdimos por penales con Brasil, que era el local y el equipo hizo un partido increíble. A veces, vuelvo a ver el partido con España y de allí saco cosas, porque haberle jugado al campeón del mundo como le jugamos ese día lo tengo siempre en el recuerdo.

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Una generación irrepetible bajo la lupa de Sampaoli
¿Cómo se amalgama un equipo de esa índole? Con estrellas como Bravo, Sánchez, Vidal, Medel, quizás los más estelares, pero también otros que hacían un trabajo más de obreros…
Había jugadores que estaban en equipos muy grandes de Europa y también había otros que habíamos dirigido en otras etapas, sin olvidarnos que estaba Jorge Valdivia, en ese momento en Palmeiras, quien más allá de sus lesiones sabíamos que era el que podía generar a través de su talento que se potenciara todo. Cuando coincides con todos esos jugadores que tienen esa decisión por jugar en la Selección, esa seguridad y esa convicción, para nuestra manera era justo. Insisto, eran 15 o 16 jugadores que cuando se ponían a jugar era uno solo y para un entrenador eso es vital. Coincidimos en el sentimiento de cómo se jugaría.
-Denos algunos ejemplos de esa mentalidad competitiva de ese grupo que dirigió…
Fundamentalmente la convicción. Juntamos a un grupo de futbolistas que estaban en Europa, con otro que habíamos tenido en la U, (Charles) Aránguiz, (Eduardo) Vargas, (Eugenio) Mena, (José) Rojas, Marcelo Díaz, que conocían mucho de lo que nosotros hacíamos… A (Gonzalo) Jara, que estaba en Inglaterra, a un montón de jugadores que no tenían ningún tipo de temor de jugar de esa forma. Siempre me acuerdo de un partido con Brasil en Canadá, en que Jorge Valdivia jugó desgarrado, creo que de las dos piernas. Tenía hielo en las dos piernas, no podía ni correr y yo no lo podía sacar, porque no quería salir. Esas cosas marcan a ese tipo de jugadores que realmente tenían muchos deseos de lograr lo que después lograron. No se produjo por sí solo, sino por una ambición por lograr algo por su país que nunca se había alcanzado. Tuvieron un merecido premio.
-Cuando Arturo Vidal tuvo el recordado choque en el Ferrari, ¿Cómo gestionó un caso de esa índole? Porque desde afuera se vio sumamente complicado…
Fue sencillo para mí. Arturo jugó muchas veces arriesgando su físico por la Selección. Y en ese momento se tomó la decisión en la balanza de entender que tuvo un error y que fueron muchas más cosas positivas las que nos dio y determinamos mantenerlo en el grupo. Era un jugador muy importante, no solo en lo futbolístico, sino que también en lo grupal, entonces tomamos esa decisión de que ese episodio no borrara a un jugador tan importante.
-Hoy Chile no pasa por un buen momento futbolístico. ¿Cree que es porque esa Generación Dorada no responde a la realidad del fútbol chileno o hay otra explicación?
Tiene que ver también con la ausencia de competitividad de los equipos chilenos en la Copa Libertadores, la cantidad de futbolistas que están en grandes equipos en el mundo no es tanta como en ese momento. En el fútbol también pasa por el momento de los jugadores seleccionables. En ese entonces tuve la posibilidad de tener a Alexis, Arturo, Bravo, Medel en equipos muy importantes. Chile ahora eso no lo tiene y tendrá que recurrir a una camada de futbolistas que intente, a través también de mejorar el torneo local, para poder insertarse de nuevo. Eso será cargo de la Federación…