“Nada se compara con el impacto que habría tenido descender en un club como la U”

Luis Roggiero, quien fue gerente deportivo de Universidad de Chile entre 2021 y 2022, le relata a En Cancha Prime en detalle cómo fueron esos meses en el CDA. Desde sus tareas como funcionario al drama que casi lleva al club a la Primera B.

Universidad de Chile. Luis Roggiero llegó a la U proveniente de Independiente del Valle.

El 5 de diciembre de 2021 será un día que los hinchas de Universidad de Chile jamás olvidarán. Fue dramático, estresante y, aunque tuvo un final feliz, los azules esperan no tener que pasar nunca más por algo así. Esa tarde, en El Teniente de Rancagua, la U estuvo a pocos minutos de descender a Primera B; se salvó con lo justo, gracias a una remontada épica ante Unión La Calera.

Veía ese partido el ecuatoriano Luis Roggiero, quien no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Él había llegado en septiembre, con un currículum espectacular, pues había sido el gerente deportivo de Independiente del Valle, cuadro que se había transformado en modelo de Sudamérica. Ahora, en un grande de Chile, estaba a un tris de caer al infierno.

El paso de Roggiero por el CDA no fue todo lo fructífero que se esperaba. No pudo replicar en nuestro fútbol los éxitos cosechados en el elenco ecuatoriano, ni en estructura ni en resultados deportivos. Tres años después de su partida, el economista conversa con En Cancha Prime, para recordar detalladamente cómo fue su paso por los azules…

Y Roggiero cuenta que su primer acercamiento con los azules fue muchos años antes de arribar a la institución. “Yo llegué a Independiente en 2011 y uno de los primeros cruces internacionales importantes que tuvimos fue, justamente, contra la U, en la Copa Sudamericana de 2013”.

-¿Qué recuerda de esa llave?

Muchísimo. Si no me falla la memoria, empatamos en Chile y luego perdimos 2-1 en Quito (N. de la R: fue 3-1 para la U en el partido de vuelta en Ecuador). Recuerdo perfectamente ese partido en Santiago: fue una tarde muy calurosa, de esas con sol implacable a las 4 de la tarde. Fue un duelo muy especial para nosotros.

Luis Roggiero en uno de los partidos de la U. Foto: Aton.
Universidad de Chile.Luis Roggiero en uno de los partidos de la U. Foto: Aton.

Los primeros acercamientos de Luis Roggiero con la U

-¿Qué imagen tenía en ese momento de Universidad de Chile?

La U siempre fue un club que me generó admiración. Cuando yo era hincha de Barcelona en los ’90, recuerdo que enfrentamos a la U en una Copa Libertadores. Era un equipo tremendo, con jugadores como Leo Rodríguez, los hermanos Castañeda, Sergio Vargas en el arco… Tenían una mística muy especial, propia de esa época del fútbol más romántico.

-¿Y cómo vivió ese enfrentamiento de 2013?

Fue una gran oportunidad, porque en ese momento el fútbol chileno estaba unos pasos por delante del ecuatoriano. Enfrentar a la U significaba no solo competir, sino también aprender. Aprovechamos el viaje para empaparnos de lo que se estaba haciendo en Chile a nivel futbolístico.

-¿Visitaron otros clubes?

Sí. En esa visita también fuimos a conocer Colo Colo. Tuvimos contacto con el gerente de fútbol formativo que estaba muy activo en foros internacionales. Visitamos sus instalaciones, estadios, y también el centro de entrenamiento de Universidad de Chile.

-¿Ahí fue cuando pisó por primera vez el CDA?

Fue muy simbólico. Incluso, tengo una foto en la sala de prensa del club. Jamás imaginé en ese momento que años después iba a estar sentado ahí mismo, dando una conferencia de prensa como gerente deportivo de la U.

-¿Ya en esa época tenía algún vínculo con el club o con su entorno?

Sí, comenzamos a tener ciertos acercamientos. Por ejemplo, en ese tiempo el gerente deportivo de la U era Andrés Lagos, con quien entablamos una relación profesional que con el tiempo se fue fortaleciendo. Cuando en 2021 recibí la propuesta formal de Universidad de Chile, una de las personas a las que recurrí para pedir referencias fue precisamente Andrés.

-¿Hubo otros lazos con la U antes de asumir?

También se dio una coincidencia interesante a través de un proyecto internacional. En Independiente crecimos mucho gracias a una colaboración que hicimos con la Academia Aspire de Qatar. En ese momento, su director de fútbol era Roberto Olabe —que luego fue director deportivo de la Real Sociedad—. Cuando él dejó Aspire, asumieron Eduardo Murúa y Jonathan Cabanillas, ambos con pasado en la cantera de Universidad de Chile.

-¿Y trabajaron directamente con ellos?

Exacto. Eduardo había sido director del fútbol formativo de la U y Jonathan también había trabajado allí. Empezamos a colaborar muy de cerca y ellos aportaron con su mirada desde la experiencia chilena, que resultó clave para seguir construyendo nuestro modelo en Ecuador. Sin saberlo, ese fue otro vínculo más con la U.

-Entonces, su llegada a la U fue una especie de cierre de ciclo…

Se puede decir que había varios lazos previos, aunque jamás imaginé que terminaría allí. Pero hoy entiendo que todo ese camino de aprendizajes y relaciones me preparó para llegar a Universidad de Chile con una perspectiva más integral.

-¿Cuándo fue su primer contacto formal con Universidad de Chile? ¿Qué impresión le generó el club en ese momento?

Mi primer acercamiento concreto fue en 2021, aproximadamente entre febrero y marzo. En ese entonces, la U estaba en pleno proceso de transición con el ingreso de una nueva administración que buscaba relanzar el proyecto institucional. Tenía muy claro que Universidad de Chile venía de años difíciles. Era evidente que atravesaba una tendencia negativa, pero al mismo tiempo yo lo veía como un gigante dormido del fútbol sudamericano. El potencial de la U es enorme. Y justamente por eso me atrajo la propuesta: representaba un reto mayúsculo.

-¿Quién fue el primero en contactarlo para llegar a la U?

Fue Cristian Aubert, quien en ese momento ejercía como director ejecutivo del club, el cargo más relevante tras el presidente. Él me planteó el proyecto.

Luis Roggiero llega al CDA con un plan modelo

-¿Qué lo motivó a asumir un desafío tan complejo?

Sentí que era una oportunidad para aplicar buenas prácticas de gestión deportiva en un entorno diferente, con nuevas presiones y demandas. Pero también vi mucha apertura desde la nueva dirigencia. En las primeras conversaciones encontramos coincidencias en cuanto a visión, modelo y profesionalización. Me hicieron sentir que había un terreno fértil para trabajar hacia la excelencia.

-¿Qué descubrió al llegar al club, ya conociéndolo desde adentro?

Una de las cosas que más me impactó fue la identificación que existe entre la hinchada y los jugadores formados en casa. En la U, la gente realmente promueve y protege a los futbolistas surgidos del club. Esa conexión le da al equipo una mística especial.

-¿Fue algo distinto a lo que conocía en Independiente del Valle?

Totalmente. En Independiente, muchos de los jugadores de la cantera aún se identificaban con otros equipos más tradicionales del país, como Barcelona, Emelec o Liga. Sus sueños no siempre eran llegar al primer equipo de Independiente, sino buscar un paso al extranjero o a otro club grande. En la U fue diferente. Me encontré con una generación que soñaba con debutar en el primer equipo. Los futbolistas estaban muy comprometidos.

-Cuando aceptó la propuesta de la U, ¿qué proyecto tenía en mente?

No era un plan personal mío, sino un proyecto construido en conjunto con la administración durante las conversaciones previas a mi llegada. Inicialmente, mi respuesta fue negativa, pero por tratarse de la U, consideré que debía escuchar y conversar. A partir de ese diálogo, coincidimos en que la clave era devolverle al club una identidad fuerte como formador y promotor de talento.

-¿Por qué ese foco en la formación?

Porque en Sudamérica, y especialmente en clubes como la U, que además cuentan con una enorme hinchada y fuentes de ingreso significativas, la promoción de jugadores es un camino sostenible y cada vez más relevante para la estabilidad financiera. Ejemplos como el de Darío Osorio muestran el potencial de este modelo: su primera venta generó recursos importantes y una futura transferencia podría representar un ingreso aún mayor. No digo que Osorio sea “mi producto”, porque él ya estaba en trayectoria, pero es un ejemplo gráfico del modelo que queríamos consolidar: potenciar y exportar talento, incluso en clubes grandes.

-¿Cómo equilibrar esa formación con la necesidad de resultados inmediatos?

Ese es el gran dilema. Muchas veces se cree que apostar por jóvenes implica resignar competitividad, y es un paradigma que en Independiente del Valle también cuestionaban mucho. Pero hoy, equipos de élite como el PSG, que ganó la Champions con un plantel joven, o el Barcelona, con un promedio de edad muy bajo, demuestran que es posible competir y ganar apostando a la juventud. Es un mito que se está desarmando incluso al más alto nivel.

-¿Recuerda a algunos de esos jugadores?

Claro. Trabajé directamente con futbolistas como Lucas Assadi, Darío Osorio, Cristóbal Muñoz, el “Pitu” (Simón) Contreras, Renato Cordero, Daniel Navarrete, José Castro, Bastián Tapia, y también Pedro Garrido, quien era tercer arquero en ese momento. Todos con una gran autodeterminación y compromiso con el club. Ese tipo de mentalidad facilita mucho el trabajo diario.

-Usted llega en septiembre de 2021, pero no asume de inmediato un rol operativo. ¿Cuál fue el foco inicial?

Exacto. En ese primer período, entre septiembre y diciembre, nos concentramos en hacer una evaluación profunda del plantel. La idea era diagnosticar necesidades para el mercado de fichajes de verano y, al mismo tiempo, llevar adelante un proceso de selección para definir el cuerpo técnico de 2022. Era importante también entender la cultura del club, empaparme del contexto, antes de implementar cualquier plan.

El día del terror en Universidad de Chile

-Pero ese diagnóstico coincidió con un momento crítico: el equipo estuvo al borde del descenso.

Fue un escenario inesperado. De hecho, estuvimos técnicamente descendidos durante gran parte del segundo tiempo del último partido (ante Unión La Calera). No era solo un riesgo: el descenso era real. Había vivido algo similar en 2020, cuando con Independiente Juniors peleamos por no bajar de la Serie B en Ecuador, con un equipo muy joven. Pero nada se compara con el impacto que habría tenido un descenso en un club como la U. No solo por su historia, sino por todo lo que representa.

-¿Cómo enfrentaron ese momento límite?

Teníamos recursos muy limitados. No podíamos incorporar refuerzos y más allá del cambio de técnico —salió Esteban Valencia— no había mucho margen de acción. Por eso hicimos una intervención muy fuerte desde lo mental, enfocándonos en el convencimiento, la unidad y el compromiso de los jugadores. Esa fue una de las claves para evitar el descenso. Se logró desde adentro, con lo que había. Y por eso también fue muy gratificante sacar esa situación adelante.

-Si Universidad de Chile hubiera descendido en 2021, ¿usted habría continuado como gerente deportivo?

No había ninguna cláusula que condicionara mi continuidad en caso de descenso. Pero, sinceramente, mientras veía el segundo tiempo de ese partido decisivo —en el que estuvimos técnicamente descendidos— me cuestionaba, desde la honestidad profesional, si yo era la persona adecuada para liderar un proyecto cuyo objetivo fuera el regreso a Primera. No tenía conocimiento del fútbol de la Segunda División chilena ni experiencia en dirigir un club con esa meta.

El día del terror de Universidad de Chile.

-Mirando en retrospectiva, ¿cree que llegó a la U en el peor momento?

No lo veo así. Era un momento complejo, salíamos de la pandemia, la institución estaba inestable deportiva e institucionalmente y no pude vivir partidos en el Estadio Nacional con público siendo parte de la U. Pero desde lo profesional y lo humano, creo que era mi momento: fue una experiencia enriquecedora que me permitió crecer y aportar. No me cuestiono el timming, estoy satisfecho por lo que aprendí y por las relaciones que construí con personas del club y de Chile.

-En ese tiempo coincidió y trabajó con Manuel Mayo. ¿Qué rol tenía?

Manuel era gerente del fútbol joven cuando yo llegué y formaba parte activa de lo que denominábamos la gerencia deportiva, que reunía al gerente de fútbol formativo, al jefe de scouting, al jefe de optimización de rendimiento, al responsable de recursos humanos y al entrenador del primer equipo. Era un equipo clave para la gestión.

-¿Hizo alguna autocrítica sobre su paso por la U?

Cuando dejé el club hice una introspección profunda sobre las decisiones tomadas, tanto en el plantel como en otros aspectos. Prefiero reservarme esos análisis porque no busco entrar en polémicas; creo que cada experiencia deja aprendizajes valiosos.

-¿Por qué cree que no resultó el ciclo de Santiago Escobar como técnico?

Es un tema sobre el que tengo una opinión clara hoy, pero prefiero no referirme a ello públicamente.

- ¿Por qué no?

Porque no quiero entrar en polémicas ni mencionar gente que ya no tiene nada que ver con la U.

-¿Cómo fue su relación con la hinchada?

Siempre sentí el respaldo y cariño de los hinchas. Me transmitían mucha calidez cuando me encontraban en la calle. Siento que el hincha me recuerda con afecto, aunque quizás mi salida del club fue un poco apresurada, pero la culpa no fue mía.

-¿Por qué no fue suya?

Porque la decisión no fue 100% mía, sino que hubo muchos factores para que se concretara.

-¿Fue realmente apresurada su salida?

Sí, a veces me cuestiono si fue el momento adecuado para salir. Pero me veo muy bien hoy en día y valoro mucho la experiencia que tuve en Chile, que me enriqueció en muchos aspectos.