El ex futbolista Ricardo Rojas Trujillo (Vallenar, 7 de mayo de 1974) no solo dejó huellas importantes en el fútbol chileno, donde entre otros logros jugó en los tres grandes, además de llegar a una histórica ronda de cuartos de final de Copa Libertadores con Unión Española, en 1994.
También en México es muy respetado. Y cómo no, si en el mismísimo América, el club más poderoso en tierras aztecas, conquistó dos títulos de Primera División, además de una Concachampions. Conformó, además, una inolvidable dupla de zagueros centrales con Duilio Davino y compartió con históricos del fútbol chileno, como Iván Zamorano, Fabián Estay y Reinaldo Navia.
Hace tres años que vive en México, trabaja en el mismísimo Nido de Coapa, el club en el que brilló por esos lados. Rojas le cuenta a En Cancha Prime que “vine después de mi último paso como técnico de Provincial Ovalle. Me surgió la posibilidad de trabajar acá y como jugué nueve años en México, lo sentí como volver a casa.
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-Trabaja en las divisiones inferiores… ¿Cómo ha sido la experiencia?
Estoy muy contento, porque acá existen todas las condiciones para hacer bien el trabajo. Es otro nivel de profesionalismo. A veces hasta se siente raro, porque uno no está acostumbrado a que todo funcione tan bien. Estoy a cargo de la Sub 17, compitiendo a nivel nacional. También he estado en otras categorías, desde la Sub 23 hasta los más chicos. Ha sido un aprendizaje enorme. Mi jefe es Raúl Herrera, que trabajó muchos años en Villarreal con Pellegrini, y me ha enseñado mucho. Estoy muy feliz y agradecido con el club.
-¿Tiene libertad para aplicar su propia idea de juego?
Trabajamos con un modelo de juego base que se respeta en todas las categorías. Eso permite que el jugador progrese más rápido y llegue mejor preparado al primer equipo. En nuestra estructura, usamos el 4-4-2 para que cada jugador aprenda su posición de forma clara.

-¿Se fue de Chile por una decisión más profesional o personal?
Fue una mezcla de las dos. Profesional, porque quería seguir creciendo; pero también muy personal, porque tengo una relación muy cercana con este país. Me siento cómodo y feliz acá.
-¿Qué tan distinta es esa experiencia para usted como técnico?
Mucho. Es un área que no había explorado, pero que recomiendo totalmente. Trabajar en la formación te da otra perspectiva, te obliga a transmitir valores, a formar no sólo futbolistas, sino personas. Me ha servido mucho en mi desarrollo como entrenador.
-¿Se inspira en algún técnico para su estilo de trabajo?
Tuve la suerte de aprender de dos entrenadores mexicanos que me marcaron mucho: Manuel Lapuente y Mario Carrillo. El primero me enseñó mucho sobre la fase defensiva en una época donde no había análisis de rival. Todo era lectura en cancha. Y Mario me dio herramientas ofensivas: cómo construir desde atrás, los movimientos en ataque… Aprendí muchísimo de ambos.
El viaje a los inicios de Ricardo Rojas
-Sobre su etapa como jugador, ¿cómo fueron sus primeros pasos en el fútbol?
En ese entonces apareció una escuela llamada Academia Santa Inés, donde partimos muchos que luego llegamos al profesionalismo. Desde la academia pasábamos automáticamente a las divisiones menores de Deportes La Serena. Ahí me tocó debutar muy joven, en Primera División, con José Santos Arias como técnico. Fueron años muy intensos y formativos. Mi ingreso al fútbol fue más bien una casualidad. Estaba jugando en el colegio y alguien me descubrió. Me llevó a una escuela de fútbol más seria, y desde ahí comenzó todo.
-¿Cómo recuerda el debut?
Tenía 15 años. Y ya en ese momento me di cuenta de que mi camino era el fútbol. Sabía que iba a ser jugador profesional. Me visualizaba en eso y estaba completamente convencido de que ese era mi destino.
-¿Hubo alguien que influyera especialmente en su formación?
Sí. En mi vida hubo dos personas fundamentales en esa etapa: Gregorio Vilches y José Santos Arias, que ya no está con nosotros. Ambos fueron verdaderos maestros, me marcaron mucho. Aprendí mucho de ellos y me dieron la confianza para seguir adelante.
-¿Qué lugar ocupa la Cuarta Región en su vida y en su carrera? Tiene un vínculo especial con esa zona del país...
Absolutamente. Ahí está mi casa, mi familia, mis amigos. Es el lugar al que regreso cada vez que puedo. Es imposible no querer a la Cuarta Región, especialmente a Deportes La Serena. Tengo muchos amigos también en Coquimbo Unido, pero separo las cosas: no me tomo las rivalidades con esa gravedad. Mis amistades están por sobre cualquier camiseta.
-¿Siempre ha pensado en volver a radicarse allá?
Sí. Siempre. Salvo que Dios disponga otra cosa, mi idea es volver a vivir en La Serena. Quiero mucho esa ciudad.
-¿Ese cariño por La Serena nació porque se formó allí como futbolista o ya tenía un apego previo?
Es una mezcla. Yo nací en Vallenar, que está a unas tres horas y media de La Serena. Pero toda mi crianza fue allá. Mis padres, que ya fallecieron, están enterrados ahí. Mis hermanos también están radicados en la zona. Es mi lugar de encuentro. Es algo especial, aunque creo que cualquier persona siente algo parecido por el lugar donde creció.
-¿Hace cuánto no viene a Chile? ¿Cuándo fue la última vez que estuvo en La Serena?
Estuve en mayo. Fui por unos pocos días, un viaje corto, pero significativo. Me congelé con el frío que hacía (ríe), pero lo disfruté mucho. Fue lindo estar con mi familia, reencontrarme con mis raíces. Siempre es una alegría regresar.
La voz de mando de Supermán...
-¿Con qué compañero se sintió más cómodo jugando?
Es una pregunta difícil, pero sin duda Sergio Vargas fue un compañero muy especial. En su momento lo encontraba insoportable, pero hoy valoro mucho su rol. Me dirigía todo el tiempo, no quería que le llegaran al arco. Hoy exijo lo mismo a mis porteros. Me gustan los arqueros que hablan, y eso lo aprendí de él.

-¿Cree que eso ha cambiado con el tiempo? ¿Que hoy los juveniles no tienen que luchar tanto para llegar al primer equipo?
Sí, sin duda son otros tiempos. Antes uno era considerado juvenil hasta firmar el segundo contrato, que incluso se distinguía por colores según los años. Nosotros muchas veces estábamos ligados a un club hasta los 24 años. Hoy, en cambio, en el extranjero a los 18 ya tienes que tener un contrato profesional. Eso obliga a los clubes a hacerlos jugar más pronto, lo cual puede ser positivo. Aunque también es cierto que hay jóvenes que se lo ganan y otros a los que se les da demasiado fácil. Pero bueno, el tiempo se encarga de poner las cosas en su lugar.
-¿Cómo se dio su llegada desde La Serena a Unión Española? ¿Fue un salto difícil?
Tenía 19 años y venía de una Selección Sub 20 dirigida por Manuel Pellegrini. El club tenía necesidades económicas y yo, junto con Francisco Rojas, fuimos transferidos. Él se fue a Colo Colo y yo a Unión Española. Justo ese año jugamos Copa Libertadores. Fue mi primera experiencia internacional y no lo dudé. Tomé la decisión de irme porque era un gran desafío. Unión era un equipo grande, con proyección internacional. No me equivoqué.
-¿Costó adaptarse a Santiago?
No mucho. Me encontré con un muy buen grupo humano. El técnico era don Nelson Acosta, que era exigente, duro. Pero conocía a varios del plantel como Pablo Galdames y el Pony Ruiz, con quienes veníamos de la Sub 20. Eso facilitó la adaptación.
-A pesar de su juventud, ya tenía experiencia en Primera División, ¿no?
Exacto. Había jugado en Deportes La Serena, así que, aunque tenía 19 años, no era un novato. Eso me ayudó mucho. Obviamente empecé de a poco, porque Unión tenía un plantel amplio y con jugadores de experiencia. Pero cuando llegó mi oportunidad, no salí más del equipo.
Una Unión Española inolvidable
-Muchos hinchas recuerdan con cariño esa Unión Española. ¿Cómo fue vivir desde dentro esa campaña en Copa Libertadores 94 y el Campeonato Nacional?
Fue un muy buen plantel, con una mezcla justa de juventud y madurez. Pablo Galdames, el Pony Ruiz y yo teníamos 19 o 20 años. Mauro Donoso tenía 21. También estaban Juan Carreño, que estaba en su mejor momento, Carlos María Morales, Montecinos, Mario Lucca, Juan Carlos González, el Coto Sierra... un equipazo. Además, el grupo humano era excelente, y teníamos un cuerpo técnico muy exigente.

-¿Esa exigencia venía de Nelson Acosta?
Sí, claro. Él era muy exigente. También hay que mencionar al preparador físico (Ítalo Traverso), que fue fundamental para que ese equipo volara dentro de la cancha. No teníamos una plantilla como la de un equipo brasileño, pero competíamos al más alto nivel. Por eso se ganó ese cariño de la gente.
-En esa Copa Libertadores fueron eliminados por Sao Paulo en cuartos de final. ¿Cree que pudieron haber sido campeones si el sorteo era otro?
Puede ser. Pero también influyó que en esa etapa ya no teníamos a Juan Carreño ni a Montecinos, que eran fundamentales. Nos faltó poder ofensivo en el momento clave. Si la llave hubiese sido distinta, quién sabe... quizás llegábamos a la final.
-¿Qué recuerdos tiene de Nelson Acosta, considerando el delicado momento de salud que vive?
Me duele mucho lo que está viviendo. Son cosas de la vida que uno nunca está preparado para enfrentar. Afortunadamente, tiene a su familia al lado. Tengo un recuerdo muy grato de él. Lo tuve en Unión Española, donde marcamos una época, y también en la Selección. Incluso, algunos bromeaban diciendo que yo era su hijo, por la cercanía. Pero si supieran cómo me exigía… Don Nelson era duro, muy exigente, pero también fundamental en mi crecimiento como futbolista. Fue clave en mi carrera.