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José Luis Sierra en Unión Española: entre el favor y el bien

El entrenador plantea un dilema ético muy interesante en la industria con su permanencia en la banca, pese a la paupérrima campaña: la autonomía de un técnico en el destino de un club del que es un ídolo casi incontrarrestable.

José Luis Sierra La imagen lo dice todo: el entrenador de Unión Española contempla el juego, mientras su cabeza trata de responder las interrogantes. (ALEX DIAZ/PHOTOSPORT/ALEX DIAZ/PHOTOSPORT)

¿Es un favor a Unión Española el que le está haciendo José Luis Sierra al seguir al mando del equipo?

La pregunta no es una ironía, para quienes quieran entenderla oblicuamente. La pregunta atiza el momento del cuadro hispano, penúltimo en la tabla de posiciones, con un puntaje que tal vez no merezca por lo que ha exhibido en la cancha, pero que en términos estadísticos es francamente pobre. Seis puntos por sobre 30 posibles es malísimo, en Chile y en la liga de San Marino.

El 0-3 ante Everton desnuda todos los padecimientos que ha sufrido Unión esta temporada. En conceptos vertidos por el propio técnico: “Permeables”, “Imprecisos”, “Apresurados”, “Erráticos”.

No siempre los entrenadores son tan críticos con sus equipos. Básicamente, no quieren herir a jugadores que ya están tocados por la mala campaña. También porque no quieren auto lesionar su capacidad para corregir aspectos que después de diez partidos ya debieran estar subsanados, o a lo menos, mejorados.

José Luis Sierra, como pocas veces un entrenador puede estar, se encuentra en una posición en que la ética y la resignación cohabitan. La imagen más representativa del entrenador hispano este año es la de un estratega obligado por su conciencia, quieta y pesadamente sentado en la banca, que se debate entre el enojo, la amargura y la aceptación. Pensando en dos cosas a la vez: ¿Dónde me fui a meter? ¿Cómo hago para salir de esto?

Está más que claro que Unión Española, su propietario y sus directivos, saben que a una de los máximas figuras históricas del club hay que tratarlo con respeto, consideración y, al parecer, con total agradecimiento por haber asumido una responsabilidad que el propio ‘afectado’ no tenía planificado tomar. “En otras circunstancias, en otro equipo, no hubiera aceptado (…) Mis aspiraciones eran otras, estaba pensando en otra cosa”, reiteró Sierra, después de la derrota ante Everton. Frente a ese contexto, y más allá de la paupérrima campaña, es evidente que la institución solo tiene una cosa que hacer: ‘apañar’ a su técnico-ídolo hasta que él diga ‘basta’.

Y hasta la hinchada roja, que se sabe tiene la mecha corta y la paciencia escasa, entiende que tampoco puede ofender, degradar o despreciar al entrenador. Si lo hace, de alguna forma se estaría insultando a sí misma.

El ídolo que no se va del club, y al que no despedirán. Foto: Aton
José Luis SierraEl ídolo que no se va del club, y al que no despedirán. Foto: Aton

Lo de Sierra es una situación tan especial en Chile, por lo excepcional, como interesante, por la densidad que presenta su dilema interno en un fútbol tan fríamente resultadista. Que se da contadísimas veces en esta industria (tal vez la de Víctor Rivero en Limache tiene grados de similitud). Porque en esta Unión Española los límites no lo establecen ni el dueño, ni los dirigentes, ni los gerentes: lo fija el entrenador. A José Luis Sierra no lo va a echar nadie, es como expulsar al hijo bueno de la casa. Él se va a ir. Como dijo este lunes, con una convicción ética de la que no se puede dudar, “que los hinchas tengan tranquilidad, cualquier decisión que tome va a pasar por lo que yo considere el bien de Unión (...), cuando crea que es lo mejor para la Unión”.

¿Es un favor a Unión Española el que le está haciendo José Luis Sierra al seguir al mando del equipo? La respuesta, entonces, solo la tiene el técnico.

Si lo hace porque el club no tiene un peso para contratar a un reemplazante, el sacrificio es mayor e injusto. Sierra no puede hacerse cargo ni ser una víctima del costo de la gestión financiera de Unión Española. Si se considera responsable porque validó la conformación del actual plantel, su compromiso adquiere un sentido épico, aunque el riesgo de fracaso es progresivo. Si cree que con su propuesta futbolística y liderazgo aún puede revertir la campaña, nada qué decir: su potestad, está claro, no tiene contrapeso en el club.

¿Cuántos entrenadores en el mundo quisieran tener la autonomía que detenta hoy Sierra en Unión Española, pero sosteniendo una campaña tan discreta? ¿Qué tan bueno para Unión Española es sustentar el rol de un entrenador con esa independencia? ¿Qué tan agobiante es para José Luis Sierra saber que la continuidad en el club de su vida depende solo de él? Este columnista, lamentablemente, no tiene la respuestas.

section logoSobre el autor

Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2015. Fue Director de Don Balón y El Gráfico Chile, Editor de Deportes de El Mercurio, Editor General Prensa TVN y Subdirector de Prensa de Mega.