Fiesta total en Stamford Bridge. El Chelsea consiguió un importante triunfo en Premier League, propinándole un arrollador 6-0 al Everton. Sin embargo, una insólita situación marcó un partido en el que todo debió ser cordialidad.
Y es que con un 4-0 en el marcador y la suerte ya echada, nada hacía presagiar que los propios jugadores locales terminarían enfrentados a empujones por una insólita razón: definir quién lanzaría un penal cobrado a favor de los londinenses.
Palabras de grueso calibre y molestia entre compañeros de equipo acompañaron la ceremonia previa al lanzamiento, que finalmente tuvo destino de gol obra de Palmer (que hizo un póquer en la jornada), pero dejó claro que no hubo el mejor manejo en dicho escenario.
¿Algo anda mal en el grupo o solo el hambre competitiva les jugó una mala pasada? Una pregunta que quedó postergada por la contundente goleada.