De manera habitual, Melinka Lamatta recorre las calles del Barrio Yungay, y es que a sus 65 años ha pasado cerca de la mitad de su vida en este sector de Santiago. Como parte de su camino diario, pasa por calle Libertad y cruza por Catedral, justo frente a uno de los misterios más grandes de la zona: el terminal “fantasma” de la Línea 5 del Metro de Santiago, conocida como estación Libertad.
“Yo vivía aquí cuando se instaló el Metro, viví todo el proceso (…), estábamos felices en el barrio porque íbamos a tener una estación, pero quedó ahí… inconclusa”, explicó.
Entre 2001 y 2004 se construyó la obra gruesa del proyecto, el cual iba a conectar la zona con el resto de la red de trenes en la capital. Sin embargo, nunca se inauguró y ha permanecido cerrada por más de 20 años. ¿Por qué sucedió esto? ¿Qué ocurrirá con el lugar?
El origen de la estación “fantasma” de Libertad
En enero de 1994, Metro de Santiago anunció el inicio de las obras de la Línea 5, un tramo que brindaría mayor conectividad al sector sur de la capital. Luego de tres años de construcción, en 1997, se inauguró el primer tramo, que comprendió un trayecto de 10,7 kilómetros desde Baquedano hasta La Florida.
Este hito cambió la vida de los habitantes de la zona, quienes vieron reducidos sus tiempos de viaje hacia el centro de Santiago de 50 minutos a solo 24.
Así, en marzo de 2000, comenzaría a funcionar la primera extensión de la línea, con tres nuevas estaciones emplazadas en el centro histórico: Bellas Artes, Plaza de Armas y Santa Ana. Este año también comenzaría la construcción del tercer tramo, que conectaría el sector poniente de la capital hasta Quinta Normal, con una inversión de US$90 millones, alrededor de $86 mil millones al cambio actual, según Emol.

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El proyecto ingresado al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), que contó con la colaboración del arquitecto Víctor Gubbins, contempló una extensión de tres kilómetros y tres estaciones desde Santa Ana: Cumming, Libertad y Quinta Normal. Después de casi 4 años de obras, en marzo de 2004, se inauguró la segunda extensión de la Línea 5, sin embargo, debido a factores técnicos y económicos, nunca se concretó la apertura de la estación Libertad.
Por más de 30 años, Mónica Morales ha vivido en Barrio Yungay, por lo que observó el inicio y el fin de las obras para esta anhelada estación. “Finalmente, no se llevó a cabo, no se utilizó porque encontraron que en ese tiempo estaba muy cerca de la estación Cumming y la de Quinta Normal, cuatro cuadras de distancia entre cada estación, y no había población suficiente para que esto se justificara”, comentó.
Efectivamente, la estación Libertad está ubicada a menos de 500 metros de Cumming y cerca de 550 metros de Quinta Normal, cuando el promedio de distancia entre una terminal y otra es de un kilómetro, aproximadamente.
Esto conlleva más de un problema, y es que las distancias acotadas son ineficientes desde una mirada económica y logística, ya que impide que los trenes circulen a una velocidad óptima debido a la pronta detención, sumado a la falta de demanda de pasajeros en la zona.

El impacto de la estación abandonada en el Barrio Yungay
La deficiente planificación del proyecto y su posterior desuso no solo provocó dudas en la población del sector, sino que también molestias ante una obra que requirió una alta inversión e intervenciones viales.
La estación Libertad cuenta con su obra gruesa terminada, esto es, accesos desde la superficie, andenes, escaleras, un piso intermedio, conexión con la red de Metro, y espacios verdes en su superficie, los cuales están delimitados por rejas.
“Las juntas de vecinos, y las agrupaciones del Barrio Yungay siempre han querido abrir el lugar”, explica Melinka Lamatta, vecina del sector, y agrega que se han impulsado varias iniciativas para materializar este objetivo a lo largo de 20 años.
Fue en 2007, los residentes ingresaron los primeros reclamos a Metro, con el fin de concretar la apertura de la estación. En febrero de 2012, volvieron a reactivar el tema durante reuniones con la candidata a la alcaldía de Santiago, Laura Albornoz, quien aseguró a La Tercera, que la última respuesta entregada por Metro indicaba que las instalaciones se abrirían en 2011, algo que no ocurrió.
En diciembre de ese año, Carolina Tohá, electa como alcaldesa de Santiago, recibió en comodato el terreno de una de las plazas ubicadas en el acceso a la estación. Un año después, en diciembre de 2013, el lugar, rebautizado como Plaza Libertad, se abrió a la comunidad, y hasta hoy funciona como un parque.
Sin embargo, el espacio más reducido que da al acceso principal aún presenta acceso restringido al público. En la actualidad, “la tienen como una estación salida de emergencia, me parece que para eso la tienen, y he visto en la noche que vienen, abren y guardan cosas, porque he observado camionetas y furgones que entran con materiales, cosas del Metro”, comentó la vecina Mónica Morales.

La visita a un mundo subterráneo y olvidado
El abandono de esta terminal de trenes se inserta como un verdadero vacío urbano y una incógnita permanente en el Barrio Yungay, por ello, el colectivo Plataforma Paisaje Animal, liderado por Álvaro López y Tamara Cortez, impulsó un proyecto inédito que buscó revalorizar este espacio y abrirlo por primera vez al público.
Esta iniciativa, que se desarrolló en diciembre de 2024, permitió que “los vecinos se acercaran y experimentaran el sitio desde otro lugar, no como una ruina aislada, sino como una parte viva de su entorno”, explica Javiera B. Escalona, arquitecta y colaboradora del colectivo.
En el marco de las actividades, logramos “entender es que las mismas personas se plantean más dudas de lo que uno piensa, el entorno cotidiano suele ser mucho más llamativo para quienes lo circulan con regularidad, así como también para quienes pasan por ahí ocasionalmente… la incertidumbre puede ser muy poderosa”, sostuvo.
Visitar la estación Libertad “fue una experiencia lúgubre, como adentrarme en un mundo desconocido, pero familiar, sentí esa sensación de que no dejábamos de bajar planta por planta, todo intacto, sorprendentemente, como un esqueleto, pero enterrado por muchos años”, agrega.

En su trayecto desde Cumming hacia Quinta Normal, el tren pasa por la estación y la ilumina, marcando también el único movimiento que tiene el lugar como punto intermedio en la red. “Se siente el viento de los metros en las cercanías, es un espacio único, oscuro y frío, pero que posee la capacidad de reencontrarte con ese momento en que se construyó, esa es la sensación”.
Sin embargo, “actualmente se encuentra en un estado que requiere intervenciones específicas para garantizar su seguridad y accesibilidad. Las zonas subterráneas no están habilitadas para el libre tránsito, para acceder, fue necesario implementar un sistema de extensión de iluminación externa, y solo pudimos bajar un grupo limitado de 9 personas, entre miembros del colectivo y colaboradores”, explicó Escalona.

¿Qué ocurrirá con la estación Libertad?
Debido a su privilegiada ubicación en pleno corazón capitalino, la estación Libertad posee una localización estratégica que permitiría impulsar el desarrollo del sector, si así se quisiera.
Más de una generación de estudiantes de arquitectura de las universidades locales, han puesto este lugar como punto central de sus estudios, con el objetivo de rescatarlo y abrirlo al público.
“Visualizamos que este lugar podría reconvertirse en múltiples formas: como un centro cultural subterráneo, un espacio para la memoria, un archivo vivo o incluso una estación experimental abierta a prácticas comunitarias e interdisciplinares”, explicó Javiera B. Escalona.
No obstante, el espacio presenta un deterioro significativo que requiere de estudios y nuevas evaluaciones, además, “es necesario primero reconocer su valor más allá de su funcionalidad original, y comprender que su activación implica también un proceso social y político de reparación y resignificación”, agrega.
