“En el fútbol no hay familia, hay contrarios. Y si tiene que comer en su casa o en la mía, se come en la mía”

Carlos Reinoso, figura imprescindible en la historia del fútbol chileno, admite que aprendió muy joven algunas cosas que debió aplicar con disciplina. Una de ellas es que “en la cancha no hay papá, no hay hijo”. Otra más: “El que no corre, no gana”.

Carlos Reinoso Un crack indiscutible. En Chile brilló como pocos, pese a que solo alcanzó a jugar en Audax. En México es considerado una leyenda viva del fútbol.

Carlos Reinoso (80) es una leyenda viviente en México. Considerado desde hace décadas el mejor futbolista extranjero de la historia, el ex jugador que despuntó a mediados de los ‘60 en Audax Italiano se radicó hace más de medio siglo en el país de Norteamérica y a Chile cada vez empezó a venir menos. No por descariño, como le asegura a En Cancha Prime, sino que porque sus redes familiares y amistades empezaron a crecer donde el ídolo del América echó raíces.

La millonaria transferencia de Audax al club azteca fue uno de los grandes negocios del fútbol chileno que se hicieron cuando la década de los ‘60 se cerraba, sellando de paso toda opción de que Reinoso vistiera la camiseta de un club grande en un torneo nacional en Chile.

No obstante, sus apariciones “facilitado” para torneos de verano hicieron que el ex volante-delantero de Audax experimentara lo que era defender un club de altas convocatorias, como le tocó apenas aterrizó en Ciudad de México, a comienzo de 1970.

-Usted llegó al América el año en que México organizaba la Copa del Mundo. ¿Pudo ir a algún partido del Mundial del ’70?

No, no fui. Los dueños del Azteca son los del América, así que podía ir, pero no me gustaba, porque era algo impresionante. Vivía, y sigo viviendo, a 30 cuadras del Azteca, pero no quise ir a ver partidos. Sí fui a Guadalajara a saludar a Pelé, que estaba en esas concentraciones de antes, con muchos periodistas alrededor. Fui, lo saludé, estuvimos platicando cinco minutos, de esas cosas que hablan los amigos, a desearle suerte. Como me estaba yendo muy mal en el América, le dije ‘estoy listo para irme al Santos’... platicamos cosas que ya ni me acuerdo.

-A propósito de Pelé, seguramente ya se lo han preguntado antes, pero ¿cuál de los tres: Pelé, Maradona o Messi?

No hay realmente ninguna comparación. Pelé es, fue y será el mejor jugador de la historia, pero por mucho. Tengo la fortuna de estar vivo y verlos a todos. Creo que Alfredo (Di Stéfano) fue de los mejores jugadores que también me tocó ver. He visto a (Johan) Cruyff, me ha tocado jugar contra (Franz) Beckenbauer. Pelé es diferente, es el más grande de la historia. O sea, Edson hacía en esa época del ’58, que debuta con 17 años en el Mundial (Suecia), en otras canchas, con otras pelotas y otros zapatos, cosas que recién están haciendo los chicos de ahora. Usted los puede ver en los resúmenes de fútbol cuando muestran a Pelé en canchas nada que ver con las de ahora. Se lo puede preguntar a Elías (Figueroa), al Flaco Quintano, a los que sobrevivimos todavía a este juego que se juega actualmente. Hay una gran diferencia. No existe para mí, no va a haber nunca, un jugador como Pelé.

Santos versus Resto del Mundo. El brasileño y el chileno se enfrentaron varias veces, siempre en amistosos.
Pelé junto a Carlos ReinosoSantos versus Resto del Mundo. El brasileño y el chileno se enfrentaron varias veces, siempre en amistosos.

-Y de los jugadores actuales, de este siglo, hay algunos que le ya que le llame la atención?

Messi.

-¿Le gusta más Messi que Maradona?

Sí, bueno, son gustos personales. No cabe duda que Diego fue un crack, un fuera de serie en su momento, el mejor jugador del mundo, como lo fue Cruyff, como lo es Messi ahora. Pero cuando lo comparan, y lo digo con todo el respeto del mundo, con Pelé, hay una diferencia abismal. Yo creo que Maradona fue el mejor jugador del mundo en su época. Ahora, sin lugar a dudas, Messi es el mejor del mundo.

-¿Y le gusta Lamine Yamal?

Sí... ¡Cómo no me va a gustar un chico que tiene 17 años! La otra noche lo decía en un programa de televisión... ¡el físico que tiene! Para tener 17 años, a mí me tiene impresionado. Es un chico diferente, que disfruta todavía del fútbol, que es feliz jugando al fútbol. Porque la gente se olvida que el fútbol es, principalmente, un juego para divertirse. Después, cuando uno empieza a cobrar, se hace profesional. Pero no se puede perder la alegría de jugar al fútbol y Yamal da muestra todos los días. ¡Lo que corre ese chico! O sea, porque en el fútbol, si la gente que quiere jugar al fútbol no quiere correr, está muerta.

Los prejuicios de Chile hacia el fútbol mexicano

-El fútbol chileno que usted jugó y el fútbol mexicano al que llegó a jugar eran muy distintos. ¿Era tan más físico el fútbol mexicano?

Sí, total, total, total. De las pocas cosas buenas que yo tenía, es que corría todo el partido. No me gustaba la gente que caminaba en la cancha. Entonces yo corría y jugaba todos los partidos en serio. Eso lo aprendí de Leonel, me lo enseñó el Viejo, y agradecido hasta el último día de mi vida, porque en el fútbol había que pelear los 90 minutos.

-Usted es muy modesto cuando dice ‘de lo poco que tenía...’

A mí jamás me gustaron las comparaciones. Por eso le decía que Maradona, en su momento, fue el mejor del mundo. Messi es hoy el mejor del mundo. Pero cuando ya lo comparan con Pelé, hay una diferencia abismal, y respeto todas las opiniones. Entonces, nunca me gustó hablar de mí. Yo lo que hacía era jugar en serio, en México dicen con cara de perro, corriendo los 90 minutos. ¿Por qué? Porque somos profesionales -o fuimos profesionales- y la gente que va al estadio por lo menos te pide que hagas un esfuerzo, que luches, que pelees. Si ellos luchan y pelean para comprar una entrada al estadio todas las semanas, entonces lo menos que podemos hacer los futbolistas profesionales el día del partido, es entregar en la cancha el esfuerzo completo. En el fútbol, el que no corre, no gana.

Pedro Araya, Francisco Chamaco Valdés, Reinoso, Rubén Marcos y Leonel Sánchez durante una concentración de la Roja.
Carlos Reinoso en la SelecciónPedro Araya, Francisco Chamaco Valdés, Reinoso, Rubén Marcos y Leonel Sánchez durante una concentración de la Roja.

-Hoy día, en una retrospectiva como futbolista, ¿qué cree que fue lo que a usted le faltó técnica o físicamente? ¿Qué le hubiese gustado tener?

Fui muy feliz jugando al fútbol. Yo entraba a la cancha y jugaba a muerte. Y eso lo aprendí de mi padre. Le voy a contar una anécdota que me hizo crecer, cuando recién tenía como 13 o 14 años. En Barrancas, en el Círculo Social, donde mi padre fue presidente, se jugaba el ‘Solteros contra Casados’. Yo me creía bueno, o sea, era el chico puntete del barrio. En una jugada en la que debo haber sido rapidito, ligerito, mi padre me reventó, me metió un planchazo que yo, como un chamaco, me puse a llorar. Mis compañeros, todos jóvenes, se le fueron encima a mi papá. Y mi viejo, estando yo tirado en el piso llorando, se acerca y me dice: “Levántate, huevón. En el fútbol no hay familia, en el fútbol no hay papá, no hay hijo. En el fútbol se juega con todo”.

-Corto y preciso...

Bueno, aprendí la lección de mi viejo. Pasó un año y se volvió a jugar el ‘Solteros contra Casados’. Esperé un año a mi viejo, que jugaba muy bien y que no fue profesional por la fiesta. Lo esperaba, lo esperaba, lo anduve cazando en toda la cancha. Hasta que hubo un momento que mi viejo la quiso parar... Como eran canchas de antes, le bota la pelota y me tiró así como Ruggeri a Chilavert. Lo reventé al viejo. Entonces ahora me querían pegar a mí sus compañeros. Hasta que el viejo, desde el piso, dice: “Ya, ya, ya, huevón, déjenlo ahí que ya aprendió”. Ese episodio me sirvió para toda la vida. En el fútbol no hay familia, hay contrarios. Y si tiene que comer en su casa o en la mía, se come en la mía.

-¿A usted le pegaban más de lo que usted pegaba, no?

Sí, pero no me quedaba. Fui muchas veces expulsado. Yo jugaba muy intenso. Mis compañeros se lo pueden decir, Elías, Quintano... Porque la gente joven de Chile ni sabe quién soy yo. Pero mi gran amigo, el chico Caszely, le pueden decir cómo jugaba yo. Jugué a mil. Siempre, siempre, siempre, siempre. No sé si era bueno para la pelota, como dicen allá en mi tierra, pero de que corría y metía, sí.

Carlos Reinoso y el paso de jugador a entrenador

-Salió campeón como jugador y como técnico varias veces. ¿Dónde lo disfrutó más...?

(Interrumpe la pregunta)... en México, porque en Chile no salí campeón, salí goleador. En el América tengo el récord más bonito que puede tener alguien enamorado del América, como soy yo. Le ganamos a Chivas ‘La final del siglo’ (1984), como le llaman en México, siendo yo director técnico.

-¿Entonces como técnico disfrutó más?

No... como jugador, como jugador. Ser técnico es un sufrimiento diario. Te sientas en la banca y la gente, de repente periodistas que no jugaron fútbol, hablan con una facilidad de lo que tiene que hacer un técnico cuando es una silla muy caliente. O sea, se sufre más de lo que se disfruta. En lo personal, como técnico disfruté más de ganarle a Guadalajara que nada en mi vida. Fue la experiencia más linda que tuve en el fútbol.

"Ser técnico es un sufrimiento diario. Te sientas en la banca y la gente, de repente periodistas que no jugaron fútbol, hablan con una facilidad..."
Carlos Reinoso, entrenador"Ser técnico es un sufrimiento diario. Te sientas en la banca y la gente, de repente periodistas que no jugaron fútbol, hablan con una facilidad..."

-Como técnico aprovechó todo el aprendizaje que tuvo como futbolista. ¿Le habría costado dirigir a Carlos Reinoso jugador?

No, no, porque lo único que yo pedía como técnico a los jugadores, esto se lo aprendí al maestro (José Antonio) Roca, era que corrieran, porque somos profesionales. Lo mínimo que puede hacer un jugador es dar su mayor esfuerzo durante los 90 minutos. Nos preparamos toda la semana para ver jugadores de repente que caminan en la cancha. Es una vergüenza.

-Hablemos de su rol de comentarista. ¿Ese aprendizaje como futbolista y técnico es distinto a lo que cualquier periodista o alguien que no jugó fútbol profesionalmente puede hacer en un comentario en un medio de comunicación, como los que usted hace hoy en la TV mexicana?

Es diferente. Yo respeto a toda la gente que está metida en el fútbol, que por medio del fútbol hace una profesión, periodistas, jugadores, técnicos, directivos. Pero de repente no se puede hablar con tanta facilidad de algo que desconocen: estar en la cancha. Jugar en la escuela, en el barrio, en la universidad, a cualquier nivel, es un aprendizaje y se puede hablar con propiedad de algo que usted está haciendo o de algo que usted hizo. Pero hay gente que uno la ve y dice ‘este no jugó nunca’. Eso a mí sí me molesta. Gente que no jugó y que hablen con una autoridad y le digan al jugador y al técnico lo que tienen que hacer una cancha. No sé si en Chile pasa, porque yo me vine hace 55 años de allá. Pero que haya periodistas que digan ¡cómo la pudo fallar de ahí! A ver: ¿estuviste en el Estadio Nacional, en un momento así? De repente la pelota te pica mal, te bota, y dicen con una seguridad “¡no puede ser que sea tan malo!”. Espérate, es profesional del fútbol, no puede haber un futbolista profesional malo; que no le salgan las cosas, es otra cosa. Entonces, ya como viejo, eso sí que me ha llegado a molestar mucho, ya que he tenido muchos problemas con seudo periodistas famosos, conocidos, que no jugaron al fútbol. Para mí no tienen ninguna validez sus comentarios.

-¿Cómo lo trató el periodismo cuando era futbolista?

En México muy bien, bendito sea Dios, muy bien. Se lo repito: nunca me preocupé de tener trofeos en casa. Mi mujer ha ido juntando, mis nietos, mis hijos han ido juntando recortes o trofeos. Nunca fui de ver revistas, de ver programas. No me gustó. Yo jugaba porque era mi profesión. Y el gran amor de mi vida era lo que yo tenía con la pelota. Si viene algún día aquí a la casa, van a encontrar trofeos que han ido trayendo la familia o que me los han ido mandando amigos. No tengo playeras (camisetas). Mi hijo Carlos, que trabaja conmigo, me dice: ‘¿Qué hiciste la playera de Pelé?’ Yo tenía una playera con el número ’10′, de un día que jugamos Los Ángeles, toda llena de sangre de Pelé. ¿No sé por qué le salió sangre? Le metíamos con todo (ríe). Bueno, nos fuimos de vacaciones a Europa con mi señora y cuando regresé, me habían desvalijado la casa. Así que perdí todo. Esa me encantaría tenerla conmigo.

Carlos Reinoso y el legado personal y deportivo

-Y a propósito de periodismo, ¿cómo lo trató cuando era técnico?

Bien y mal. Dirigí más de 30 años aquí en México. Fui campeón con el América. Jugué cuatro o cinco finales que las perdí. Subí equipos a la Primera División, la última temporada, ya los 70 y tantos años, fui campeón de Copa con Veracruz. Siempre tuve trabajo, nunca dejé de trabajar, así que me trató bien. Y la prensa aquí en México, bendito sea Dios, me respeta y me quiere muchísimo.

"En México el periodismo me ha tratado muy bien. Nunca fui de ver revistas, de ver programas. No me gustó. Yo jugaba porque era mi profesión".
Carlos Reinoso, a fines de los '70"En México el periodismo me ha tratado muy bien. Nunca fui de ver revistas, de ver programas. No me gustó. Yo jugaba porque era mi profesión".

-¿Cuál cree usted que es su legado futbolístico?

Le digo muy simple: fui el primer chileno que llegó a este país, cuando en Chile miraban de reojo a México. Yo me divertía mucho porque no sabían lo que era el país, el dinero que se ganaba. Y era otro fútbol. El chileno siempre vio a México, hablo de mi época, como una tierra en la que no sabían jugar fútbol. ¡Y no saben lo que costaba! Ahora han venido, no sé, cientos de futbolistas chilenos. Ese es un legado que dejo en vida, que fui el primero que llegó y que después de mi vinieron muchos. Eso es un orgullo.

-¿Y su legado para México?

Llevo 55 años en México y en todas las encuestas que hacen en este país siempre estoy como el mejor jugador de la historia o estoy dentro de los tres o cinco mejores de la historia del fútbol mexicano. Es un orgullo porque lo que hice en México fue con mucha pasión, mucho amor y mucho profesionalismo.

-¿Algún hijo o nieto le salió con algo de talento?

Dos jugaron al fútbol. Carlitos, que ahora es técnico, y Josecito, que se me murió de cáncer hace diez años. En Cruz Azul, jugaron fútbol profesional los dos. Y tengo un nieto, Mateo, que juega en la Tercera División y está luchando por jugar. Tenía otros dos que pintaban muy bien y se les cayó la brocha (ríe).

-En el estadio Azteca la entrada a camarines por el túnel 8 lleva su nombre. ¿Qué siente cuando camina por ese pasillo?

Es un honor, un homenaje. Cada vez que voy al Azteca, cuando camino por ahí, hay un mural, una foto muy grande en la entrada del túnel, y se siente orgullo, por lo que hemos hecho en México y en el América. Pero me gusta porque es para mis nietas y mis nietos.