Pablo Milad y Jorge Yunge esperaron a que Ricardo Gareca entrara a la sala técnica que estaba dispuesta en el camarín que Chile ocupaba en el estadio municipal de El Alto de La Paz. La Roja había caído 2 a 0 ante Bolivia y se cerraba un ciclo futbolísticamente espantoso para la historia de la Selección e insultante para la hoja de vida de esta golpeada directiva.
Gareca ni siquiera dio espacio para que el presidente de la ANFP y el secretario general le comunicaran la determinación de su automática desvinculación. El argentino recitó su verso, siempre desprovisto de vuelo poético, y se adelantó: les dijo que el proceso había terminado, que agradecía el trato dispensado, el respaldo otorgado y que se iba. Que el cierre del contrato lo vería su abogado, pero que no habría ningún tipo de inconveniente.
Las mismas palabras, llenas de diplomacia vacía y sentimiento impostado, tendría después el entrenador, cuando en la mitad del vestuario reunió a los jugadores, cuerpo médico y el equipo de asistentes y funcionarios que atendieron su despedida con mucho respeto. En un segundo plano, Milad y Yunge escuchaban la perorata del argentino, mientras los oficiales de Conmebol preguntaban en la puerta si Gareca iría a la conferencia de prensa, porque la de Bolivia, que gentilmente adelantó el turno, estaba llegando a su fin después de casi media hora.
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Palabras de ida y de vuelta
La delegación directiva en La Paz no resolvió nada, luego de que Gareca interviniera como técnico renunciado en una sala de conferencias impropia para uno de los seleccionadores mejor pagados del continente. Minutos después, aparecía en los pasillos un abatido Milad ante la prensa iniciando su vía crucis, cargando una prematura eliminación cuando aún restan dos partidos para el término de las clasificatorias y con un añadido último lugar casi definitivo.
La soledad directiva de Milad, para hacer frente a los periodistas, era la viva imagen de un condenado frente al destacamento de fusileros. Nadie se le acercó para apañarlo, aunque varios pululaban por el sector: Yunge, Miguel Ángel Valdés -el oficial de cumplimiento de la ANFP-, los tres dirigentes de la Federación de Fútbol invitados -Elías Vistoso (tesorero), Luis Faúndez y Cristián Ibaceta (directores)-, algunos gerentes del organismo, el jefe del cuerpo arbitral, Roberto Tobar, y los asesores varios.
En Santiago, las palabras que se le escucharon decir a Milad desde la altura de La Paz no sorprendieron. Nada realmente trascendente, lugares comunes, evasivas, fraseología escapista.
Los dirigentes de los clubes comentan la gran capacidad que tiene el presidente del fútbol chileno para ‘cantinflear’. Le reconocen que solo después de la derrota con Bolivia en Santiago (10-9-2024) aprendió que por lo menos debía dar la cara y aceptar preguntas, aunque respondiera lo que quisiera. Y les impacta que desde el empate con Ecuador siga hablando de las giras por los clubes, la capacitación dirigencial, las visitas a las casas de los jugadores juveniles, cuando ésa es una pega de diagnóstico que hizo el equipo de Nicolás Córdova, que ha tenido un efecto positivo pero que en ningún caso va a generar una política institucional.
La dupla de ‘socios’ que opera
Coinciden estos dirigentes ‘distantes a Quilín’ que para ellos un detalle llamativo post eliminación mundialista, es que Milad ha comenzado a salir de su discurso personalista para integrar “al directorio” en la fallida gestión y en la toma de decisiones. Esta responsabilidad compartida que ahora remarca Milad, les hace sentido con la conducta de apropiación de territorio que sostenidamente están teniendo la dupla Yunge y el dirigente-compliance en la administración de la ANFP.
Convergen en esa visión dirigentes de clubes oficialistas y opositores. Milad es un presidente que no entiende ni le agrada el escritorio, el papeleo, la gestión ejecutiva; él está para la figuración, las relaciones públicas, el café y los almuerzos. Yunge Williams es el operador, el que dinamiza y decide, el que vio en el compliance Valdés Jofré al socio, un aliado estratégico ante la indefinición de Milad, su enervante dilación como líder ante un conflicto, su inseguridad y desaciertos frente a la presión, el permanente ánimo conciliador ante lo que ‘el par de socios’ consideran amenazas: el gobierno, el Sifup y la prensa deportiva.
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El secretario general de la ANFP no comulga con la actitud negociadora que exhibe Milad, a quien con terceros ha descrito como un dirigente bien intencionado pero sin carácter. Más de una vez les ha recordado a los clubes, cuando es consultado por materias administrativas, que no olviden que ellos son los dueños del negocio, los que mandan en la industria, y que el resto debe supeditarse a los lineamientos institucionales. Yunge, nadie lo duda al interior del Consejo de Presidentes, ha pavimentado con trabajo su ambición presidencial, y que su constancia y horas de presencia en Quilín, mientras Milad viaja, descansa o se desaparece, legitiman su futura candidatura.
Por eso, analizan estos clubes distantes, la imagen de un doblegado Pablo Milad es un cuchillo de doble filo para la sociedad Yunge-Valdés. El frágil estado del actual presidente podría desestabilizar a todo el directorio, si es que no le dan herramientas para defenderse. Pero, por otro lado, si la dupla secretario general-dirigente compliance se desentiende del abandono que proyecta Milad frente de las críticas, como sucede cada vez que hay una debacle, el incumbente Yunge es el que gana espacios y queda en la primera fila para el recambio 2026.
Huele a traición
Pablo Milad intuye lo que está ocurriendo a sus espaldas, aseguran en los clubes opositores. Parece ingenuo para un montón de señales, pero nunca tanto. La sucesión del trono no es un tema tabú ni para él ni para Yunge. Más de una vez el actual presidente ha manifestado en conversaciones informales que el secretario general es su heredero en la ANFP, y que lo lógico es que él permanezca en la Conmebol a través de la Federación, por eso su interés primordial en una separación estatutaria entre ambos organismos.
La repartición de los cargos y el poder en Quilín se pactó hace años y a Milad le preocupa que el trato no se cumpla debido a un desconocimiento de compromisos tácitos detonados por la contingencia negativa de la Selección y el ambiente deprimente que, según él, han generado los medios de comunicación.
Los dos han respetado, hasta ahora, sus espacios y públicamente se siguen considerando amigos. Pero ya no tan cercanos. Milad está cansado -y no estaba preparado- para enfrentar públicamente solo esta tormenta perfecta: el profundo malestar social por una nueva eliminación mundialista, el complejísimo escenario político-gubernamental provocado por el tema de la seguridad, y un tinglado que podría dejar a la ANFP en un delicado pie financiero, si es que la demanda de Warner es ratificada por la Corte de Apelaciones, y también legal, si es que la reforma a la SAD acelera su trámite en el Senado y se genera un cambio en la distribución del poder en el Consejo de Presidentes.
El miércoles, subiéndose al avión para viajar a Asunción, en su apuro por salir del paso ante el ‘fusilero’ de turno, Eduardo Figueroa, de radio ADN, Milad había esbozado que se abría a conversar la opción de adelantar elecciones. Fue, como suele ser cuando se pone nervioso, una salida fuera de libreto, al paso, para no quedar mal estibado con la insistencia periodística que busca definiciones, pero en ningún caso representa un sentir auténtico.
Tras visitar la sede de la Conmebol, ser agasajado, confortado y aleccionado por algunos presidentes de federaciones que lo estiman, el titular de la ANFP regresó reforzado. Su declaración a la salida del aeropuerto cambió de tono y dirección. Milad corrigió y habló sobre las “responsabilidades compartidas” con el directorio.
“Las decisiones no las tomo yo exclusivamente, acá hay una comisión, un directorio, las decisiones son consensuadas”, subrayó el viernes, apenas enfiló por la salida del aeropuerto, orgulloso de haberle obsequiado el jueves el voto de Chile a Alejandro Domínguez, para que el paraguayo fuera reelecto por aclamación como presidente de la Conmebol hasta el 2031.
Según dirigentes de este bloque autodenominado ‘distante de Quilín’, la declaración fue una advertencia directa para el enemigo íntimo que habita en la ANFP y que quiere abandonarlo en la selva y dejarlo sin provisiones.
“Muchos presidentes me han llamado para apoyarme, he recibido más apoyo que rechazo”, fue otra frase que descolgó Milad y que a todas luces está dirigida no a los opositores, sino que a los que sacan cuentas alegres en Quilín con el debilitamiento de la figura presidencial.
La frase respecto de las culpas corporativas de Milad fue comentada prontamente en los chat de varios personeros atentos a la contingencia. La tesis más repetida fue que esas palabras eran el resultado de una recomendación emanada desde Asunción, donde el timonel de la ANFP es un dirigente de segundo nivel, pero muy reconocido por su simpatía y adaptabilidad.
“Parece que volvió empoderado por Domínguez y el Chiqui (Tapia)”, soltó irónicamente uno de los dirigentes, quien aseguró, molesto, que Milad no ha hablado con nadie de su club por los torneos de las inferiores en regiones, aunque le hicieron saber oficialmente que estaban preocupados por los gastos y la baja calidad de la competencia de menores.
Navegar sobre aguas turbulentas
En el directorio de la ANFP le han hecho saber a clubes cercanos a su gestión que las duras críticas de un sector del periodismo deportivo se deben a un tema político-ideológico de ciertos líderes de opinión y a que no se ha comunicado “la obra” de la mesa.
(A propósito, el rol del resto del directorio en este ciclo es francamente deplorable: el par de directores que va frecuentemente a Quilín, Jorge Aguilar y Andrés Alvarado, son protagonistas de un enigma: en Quilín hay un concurso interno por averiguar qué hacen; el contador Alberto Núñez vive en Antofagasta y se conecta de tarde en tarde, y Mauricio Moreno pasa más días del año en Perú que en Chile y se le puede divisar solo en los Consejos de Presidentes).
Internamente, se ufanan del ordenamiento de las finanzas como parte fundamental de “la obra”. A Yunge le irrita que digan que la ANFP está quebrada. ‘Ignorancia’ y ‘mala leche’, espeta. Su trabajo se ha intensificado en ordenar las cuentas y darle flujo de caja al organismo, luego de la cuestionada gestión que permanentemente se le atribuye a Pablo Silva, el ex gerente general. Sin embargo, los estados financieros aún no se publican, y los millonarios resultados negativos que dio a conocer hace una semana el sitio El Dínamo corresponden al período 2023.
Un presidente cercano a la mesa admite que el balance del 2024 arrojó números positivos, pero se excusa de entregarlos “porque son documentos de la corporación y a ellos les corresponde publicarlos”. (El último difundido por la ANFP es el de ¡¡2019!!). El timonel de este club ‘cercano’ le da el crédito de la mejoría de la economía doméstica a Yunge y a la contraloría interna que ha optimizado los gastos innecesarios. Pero soslaya el hecho de que se recibió mucho dinero por una contingencia comercial con una marca deportiva y por la devolución de impuestos retenidos que hizo Tesorería.
Malabares comunicacionales
Es paradojal que siendo un cuerpo directivo que desdeña a las autoridades de gobierno, cometa el mismo error que el segundo piso de La Moneda y culpe a “la mala comunicación” de todos los problemas de planificación, pésima ejecución y corrupción.
Milad asegura que “se comunica poco lo que hacemos”, Yunge postula lo mismo, pero también advierte que el vocero no es el adecuado. (Durante meses de silenzio stampa de Milad entre fines de 2023 y comienzos de 2024, circuló la versión que era porque el directorio le había ‘aconsejado-prohibido’ hablar al presidente).
Milad y Yunge argumentan que los malos resultados deportivos impiden que los medios se fijen en la labor estructural, de planificación y progreso que ha hecho la ANFP, y que las cuñas -desopilantes- sobre la instalación del riego automático, por ejemplo, se han tergiversado y caricaturizado.
La oposición, que sigue en ciernes y poco estimulada a constituirse como bloque, sostiene que Milad extravió el sentido de realidad y que los anuncios de nombramientos de gerente de selecciones y entrenador nacional son una señal focalizada en recuperar poder y protagonismo.
En Bolivia se conoció la llegada de un equipo asesor externo liderado por Gianfranco Dazzarola, ex gerente de comunicaciones de la ANFP con este mismo directorio y experimentado periodista con cargos ejecutivos en TVN y Mega. El trabajo comunicacional deberá ser arduo y paciente para componer la imagen de un líder que se autodescribe como “súper abierto y súper flexible”, pero que no está dispuesto a inmolarse por la causa del fútbol chileno y renunciar. Y si, paralelamente, también tiene como tarea empezar a relevar como sucesor a Yunge, quien gusta de transitar por la opacidad del cargo y que no quiere ver en este mundo a los exfutbolistas sindicalistas y a los periodistas (el listado de nombres es extenso).
Los asesores externos e internos deberán diseñar una coreografía fina de intereses y satisfacción de egos, para que la ambición de Yunge no acreciente la desconfianza de Milad con sus colaboradores directos, esos mismos que él quiso que se mantuvieran en un segundo plano mientras el horizonte no se nublaba, y a los que en este descalabro tiene que sumar para no quedar transformado en el símbolo del peor momento del fútbol chileno de este siglo.