Mareos al ponerse de pie, falta de fuerza y hasta desmayos son algunos de los síntomas que produce la disautonomía, una enfermedad provocada por el mal funcionamiento del sistema nervioso autónomo, el que es responsable de regular funciones como el pulso, la presión, la temperatura y la respiración.
Este trastorno afecta principalmente a mujeres, donde la adolescencia es generalmente la época de inicio. Además, suele confundirse con otras enfermedades como anemia, hipotiroidismo o depresión. Sin embargo, en relación a los desmayos, hay que descartar que tengan un origen cardíaco.
Conoce a continuación por qué se produce la disautonomía, cuáles son sus síntomas, su tratamiento y cómo se puede diagnosticar esta enfermedad.
¿Qué es la disautonomía y por qué se produce?
La cardióloga Pamela Rojo, de la Clínica Dávila, explica que la disautonomía "es una enfermedad producida por un trastorno en la regulación del sistema nervioso autónomo, que maneja o controla una serie de respuestas en nuestro cuerpo y que nos asegura la sobrevivencia".
“Nuestro organismo tiene dos sistemas nerviosos: uno central que manejamos con nuestra conciencia y es el que permite movernos, escribir, pensar, ver, oír, etcétera, y un segundo sistema nervioso llamado autónomo que regula funciones y respuestas involuntarias del organismo”, señala la especialista.
Asimismo, la doctora Rojo detalla que "el sistema nervioso autónomo está compuesto de dos ramas: una de ellas es el simpático que regula toda la respuesta al estrés (físico) ya que activa nuestro cuerpo con taquicardia, aumento de la presión arterial, calor, dilatación de las pupilas del ojo, menor actividad intestinal, entre otras cosas y el sistema parasimpático que maneja el descanso, la relajación, el reposo y hace todo lo contrario al simpático".
A juicio de la cardióloga, la disautonomía, más que una enfermedad es una disregulación de estos dos componentes básicos de nuestro organismo: el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático.

Síntomas de la disautonomía
Los síntomas que presentan las personas que tienen disautonomía son variados y distintos entre cada uno de los pacientes. Algunos de los que pueden presentar son los siguientes:
Sensación de debilidad.
Mareos ante cambios de posición.
Crisis de lipotimia o fatiga.
Pérdida súbita de conciencia o síncope.
Decaimiento y falta de fuerza.
Sueño y cansancio.
Taquicardias y palpitaciones.
Cefalea.
Nauseas.
Insomnio.
Sensación de disminución de la presión arterial.
Dificultades para respirar.
El doctor Christián Karmelic, cardiólogo de Clínica Las Condes, afirma que "los pacientes sienten la sensación de que se les acaba la energía, que al cuerpo le falta fuerza, sueño durante el día, en ocasiones cefaleas frecuentes".
"El factor de riesgo más común es la historia familiar, es frecuente en personas más delgadas o puede aparecer luego de bajas de peso marcadas, por ejemplo, posterior a cirugía bariátrica", sostiene el doctor Karmelic.
Además, las personas con disautonomía se caracterizan por ser friolentas, remolonas y evitan estar paradas. Además, ante estímulos desagradables, en vez de subirles la presión arterial y la frecuencia cardíaca, ambas les bajan.
¿Cuál es el tratamiento de la disautonomía?
El tratamiento, en general, consiste en un cambio de hábitos para llevar una rutina adecuada de ejercicio, además un alto consumo de líquidos (hidratación), sal en la dieta, y medicamentos que deben ser evaluados caso a caso.
Además, se recomienda no pararse de forma rápida y evitar estadías largas de pie sin moverse (en el transporte público o mientras se hace fila), evitar el consumo de alcohol y los ambientes calurosos, así como no consumir fármacos que bajen la presión arterial (tratamiento antihipertensivo, diuréticos), entre otros.
Los medicamentos que se pueden recetar para la disautonomía solo son paliativos, es decir, quitan síntomas y se usan solamente mientras son necesarios, ya que este trastorno, generalmente, mejora de forma espontánea al pasar los años.

¿Cómo se diagnostica la disautonomía?
El doctor Gonzalo Sanhueza, cardiólogo de Clínica Alemana, indicó que "para registrar la respuesta de la presión arterial y la frecuencia cardiaca al cambio postural del cuerpo, se indica como prueba diagnóstica el tilt test".
En este, el paciente se recuesta en una camilla, a la que queda sujeto. Luego de un periodo de reposo, ésta es levantada a un ángulo de 70°, donde se mantiene por un periodo determinado (hasta una hora).
Durante el examen, es controlada permanentemente a través de un electrocardiograma y mediciones de la presión arterial por una enfermera especializada, para analizar sus variaciones.
Según explica el Dr. Sanhueza, la idea es lograr que el paciente permanezca un largo rato de pie, ya que así se puede evaluar cómo funciona el sistema nervioso autónomo.
Además, si es necesario, es posible que se administre algún fármaco para acentuar las reacciones del organismo y de esta forma simular, por ejemplo, una situación de estrés, lo que puede desencadenar un desmayo. Si aparecen síntomas que reproducen síncope o mareos, la prueba se detiene.