Para muchos resultó perturbador ver las gradas vacías en el regreso a la actividad de la Bundesliga, competición que está bajo la mira de todo el mundo, no solo por el atractivo del regreso del fútbol en vivo a la televisión. También por ser el primera de las grandes ligas en volver a la cancha por los puntos.
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El pitazo inicial se hizo más potente que nunca en Augsburgo, Düsseldorf, Hoffenheim, Leipzig y Dortmund, bajo la atenta mirada de los amantes del fútbol en todo el mundo, tras dos meses de paralización.
No hubo ceremonia ni música, los equipos entraron por separados a la cancha y se erradicó el saludo de los equipos y los niños acompañándoles.
En Dortmund, a las afueras de los estadios el ambiente no fue el día de partido. Varios carros de la policía se posicionaron en las afueras de la estación de tren, para evitar la concentración de aficionados e instarlos a quedarse en casa.
Sobre la Bundesliga recae la responsabilidad de mostrar el camino del regreso. Sin duda marcará el éxito o fracaso del fútbol en su intento de retomar y terminar las competiciones de otros países.
Si consigue disputar las nueve jornadas que le quedan para el final, Alemania habrá demostrado al mundo que el deporte profesional de primera línea puede sobrevivir a la COVID-19, pero una nueva interrupción antes del final lanzaría un mensaje muy negativo.
Los jugadores y miembros del staff técnico se someterán a test regulares de coronavirus y han tenido que estar bajo concentración y aislamiento toda la semana.
La opinión pública en Alemania está dividida y en su mayoría no está de acuerdo con la reanudación del campeonato: un 56% de las personas se muestra en contra.
