Las últimas semanas de Sebastián Herrera (27) han sido frenéticas. El capitán de la Selección Chilena de Básquetbol no terminaba de levantar el trofeo como campeón de la liga francesa y ya estaba viajando a Alemania a afinar los detalles de su matrimonio, para luego abordar el vuelo que lo tiene en Santiago por estos días, dando vida a la segunda versión del Campus que lleva su nombre y que organiza junto al club en el que se formó, Universidad Católica.
En medio de todo el trajín, el líder del París Basketball intenta darse el tiempo para reflexionar de la temporada que acaba de concluir, donde se convirtió en el primer chileno en jugar Euroliga. Pero, como si eso fuera poco, y pese a haber ya conocido las mieles de la gloria habiéndose coronado en el Viejo Continente en la Champions League y la Eurocopa en las dos campañas anteriores, ahora goza con la obtención de su primer título en un torneo nacional. Y ese triunfo lo atesora especialmente.
-Siente que el título de Liga, el torneo local que se juega desde agosto hasta fines de junio, tiene más sabor que eso que esos títulos continentales en Europa?
Difícil, ¿eh? Haber ganado la Champions, que fue mi primer mi primer título profesional, es el título que, emocionalmente, más arriba tengo ahora. Obviamente, la Eurocup, al año siguiente, me dio la posibilidad de jugar Euroliga, que es la máxima competición en Europa, y creo que debería estar sobre la Champions en mi ranking, pero no lo tomo así. Sin embargo, este título de liga lo pongo ahí, en segundo lugar, porque -de verdad- fue muy difícil ganarle a Mónaco, un equipo muy, muy duro que llegó a la final de la Euroliga. Eran completamente favoritos y la serie era muy dura. La ganamos en cinco partidos, los dos primeros en París fueron victorias nuestras, después ellos nos ganan los dos en Mónaco y como que todo el momentum estaba en nuestra contra. Pero le pudimos ganar en casa, con estadio lleno, con toda la ciudad vuelta loca… Fue como la coronación de un ciclo de muchos jugadores que llevamos tres años juntos, desde Alemania compartiendo equipo y que ahora se irán por otros caminos. Algo emocionalmente muy duro, pero a la vez muy lindo.
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Sebastián Herrera y su recorrido por la Euroliga
-Repasemos la temporada. Fue el primer chileno en jugar Euroliga, lo cual ya es un hito en sí mismo… Pero en ese torneo comenzó teniendo poca acción, aunque terminó viendo buenos minutos, con buen rendimiento y con buenas valoraciones estadísticas. ¿Cómo evalúa, primero, ese paso en la Euroliga?
Obviamente, el cambio de entrenadores este año me costó un poco, porque llevaba ya casi cinco años con el mismo técnico (Tuomas Iisalo) en tres diferentes equipos, desde Alemania y que me llevó a París para estar en este proyecto. Él se va la NBA y quedamos en el limbo porque no sabíamos qué entrenador venía y si iba a mantener a los jugadores. Fue todo con mucha incertidumbre. Llega Tiago Splitter, que es un un ex jugadorazo, campeón NBA, finalista de Euroliga, con un currículum impresionante, pero que hace su primera actuación como DT principal en París. Y -hay que ser sincero- creo que él no creía que yo podía jugar en Euroliga. Solo estaba jugando la Liga francesa en los primeros meses y viendo casi nada de minutos en Euroliga. Obviamente (estaba) muy bajoneado, porque lo único que quería era jugar Euroliga, demostrar que estoy al mejor nivel europeo. Pero me mantuve listo: sabía que, en algún momento, me iban a necesitar. Entrené muy, muy duro para estas ocasiones y, en un momento, entre enero y febrero, se lesionan varios chicos y tengo que jugar. Y demostré que estaba a la par. Tuve buenos números, jugué bien y, de ahí, entré en la rotación. Jugué muchos minutos y tuve muy buenos partidos. En ese momento creo que se dio cuenta que puedo jugar y ayudar al equipo, que es lo más importante: soy un jugador de equipo. Así que la temporada termina muy bien y, por eso, estoy muy, muy contento porque sí puedo jugar a ese nivel. A todos los jugadores que ven pocos minutos le entran las dudas y hay que ser mentalmente muy fuerte para mantenerse ahí, disciplinado y a la par. Así que también termino orgulloso de haberme mantenido fuerte y ahora entrar a la rotación.

-¿Fue muy duro ese periodo? ¿Odiaba mucho a Splitter en ese en ese tramo de la temporada?
No, nunca lo odié, porque él es tremenda persona. Uno tiene que distinguir al ser humano del entrenador. Saliendo del trabajo, uno es otra persona, y él tiene buenos valores. Es una persona muy simpática y tenía que tomar decisiones basquetbolísticas. Al principio tomó decisiones en contra mía y hay que respetarlas. Al final del día, es el entrenador y, siendo sincero, me siguen pagando el 100 por ciento de mi sueldo, juegue o no. Entonces tengo que seguir siendo un profesional porque así es este trabajo, y por eso nunca tuve nada en contra de él. Sí traté de mejorar mis debilidades, traté de ver en lo que podía mejorar para poder jugar. Lo tomé como un reto: ‘te voy a demostrar que sí puedo jugar’.
-Terminó ganándose el corazoncito de Splitter, parece…
Sí, tengo muy buena relación con él. Lo respeto mucho por su carrera como jugador y como entrenador hizo también un tremendo año, y por eso parte ahora como asistente principal a Portland Trail Blazers.
-Antes de empezar a perfilar el futuro, para cerrar lo que fue esta temporada en París, revisemos la coronación en la liga francesa, donde tuviste más protagonismo, pese a que en los últimos dos partidos de la serie final no te tocó ser convocado. Salen campeones derrotando al bicampeón nacional y finalista de la Euroliga…
En lo personal, fue una liga muy buena. Jugué la mayoría de los partidos. La regla de la liga francesa es que solo se puede jugar con seis extranjeros y seis franceses. Somos nueve extranjeros en el equipo y fuimos rotando toda la temporada. También hay lesiones. Pero siempre estuve jugando bastante, así como en todos los playoffs, incluidos los primeros tres partidos de las finales. Pero Mónaco también hizo ajustes tácticos en los partidos 3 y 4, hizo cambios y lo planteó de otra forma. En el juego 3, me pegué un golpe de rodilla con rodilla y no quedé muy bien. Y, como nos ganan el partido 3 y el 4, Tiago cambió la alineación, cambió la rotación y el juego 5 no me tocó jugar. No me gustó, pero al final me dio lo mismo, porque quería campeonar de cualquier forma. O sea, soy el co-capitán del equipo, jugué la mayoría de los playoffs, la mayoría de las finales, la mayoría de los partidos… Fui una parte muy importante del equipo. Entonces, si la decisión técnica fue así, la respeto. Pero sí formé una gran parte de este campeonato, así que de verdad nunca pensé o cuestioné por qué hizo esto, sino que estaba muy, muy contento porque ganamos. Y, además, como capitán, alcé la copa… No hay un sentimiento mejor…
La cercana relación con el técnico que se fue a la NBA
-¿Cómo es tu relación con Tuomas Iisalo? El finlandés que ahora es head coach en Memphis Grizzlies de la NBA. Se asume que es uno de tus mentores basquetbolísticos…
Mi ‘papito’, dirían mis compañeros de Selección (risas).
-¿Así le dicen? Pero es un excelente ‘papito’ para tener en este momento, que está en la NBA…
Es un genio, es un genio. Imagínate: llevaba tres años en Trier, mis primeros tres años en Europa, en la segunda división alemana. Tuve números sólidos, estaba en un equipo competitivo, que llegó a playoffs. Pero, hay que decirlo, estaba un poco en medio de la nada, porque no tenía ofertas de Primera División. Recién había terminado el colegio en Alemania, y Crailsheimt había descendido de la Bundesliga y no sube a Primera ese año porque pierde sorpresivamente en los playoffs siendo que era favorito para ascender, en una temporada catastrófica para ellos. Ese verano europeo vengo de vacaciones a Chile y me llama mi agente, para decirle que Tuomas quiere hablar conmigo. Era el entrenador de Crailsheim para la nueva temporada, y era interesante. Le había dicho a mi manager que sería bueno irme a un equipo que quisiera ascender, porque así tengo un rol si es que subimos, ya que es mucho más fácil que cuando uno se va a un equipo de Segunda a Primera a tratar de ganarse un puesto. Creo que ahí mi estrategia fue la correcta… Me llama Tuomas, me dice que le gusta mi juego, que les serviría mucho y me pregunta cuándo puedo ir a entrenar… Recién había terminado la temporada, aterrizando en Santiago, haciendo nada. De verdad, no iba a entrenar en ese momento… ‘Julio, quizás’, le digo, y me dice ‘ya, ok. Cuando tengas tiempo’. Mientras, pensaba en la lata antes de la temporada de ir a entrenar con él. Pero, al mismo tiempo, me dio ese feeling de que había ambición y que de verdad me quería ver, y ayudarme a mejorar. Desde el primer día vio algo en mí, no sé qué. Me apoyó desde el primer día, me empujó mucho, fue muy estricto conmigo todos los años que fue mi entrenador, pero siempre quiso lo mejor para mí, para que creciera y también que lo ayude a que el equipo mejorara. Bueno, ese año ascendimos, me quedé tres años con él en Crailsheim, debuté en la Bundesliga con él, que era lo que quería, jugué muchos minutos… Después, gracias a él, me salió un contrato lucrativo en Oldenburg, que era un equipo de Champions League en ese entonces, aunque no me fue tan bien en Oldenburg. Él después se cambió a Bonn, que era un equipo bueno, pero todavía estaba al alza. Me voy para allá, somos campeones de la Champions League jugando mucho, y él se va de este proyecto ambicioso de París. Me lleva también, me dice que vamos a hacer Euroliga en algún momento, que es un proyecto muy bueno para mí, y lo seguí. Lo sigo donde sea. Gracias a él, estoy en uno de los mejores equipos en Europa…

-No fue el único que lo siguió. También siguieron a Iisalo varios compañeros, partiendo por T. J. Shorts, una de las sensaciones en Europa tras su campaña en París.
Sí, lo siguieron varios chicos. Nos vinimos seis desde Bonn, pero en particular el base, T. J., con quien tengo una relación especial. Somos amigos de por vida, y es un crack. Es uno de los mejores jugadores que he visto en mi vida. Siempre fue el líder de esta banda y, por suerte, también se vino a París. Panathinaikos lo acaba de firmar por dos años con un contrato muy lucrativo. El dinero que están pagando esos equipos son astronómicos.
-Se va el técnico, se va la estrella. El campeón francés parece que se desarma…
El técnico ya firmó en Portland. Otro que se va a la NBA… Se viene una temporada completamente nueva, con muchos jugadores nuevos. Por suerte, me voy a quedar. Extendí por dos años más, algo que quería, para mantenerme al mejor nivel europeo. Así que nada… Muy triste, pero -a la vez- muy contento de que se pueda armar algo nuevo donde estoy, donde ojalá pueda mantener mi rol, porque este club es muy grande en Europa y quiero seguir haciendo ruido.
-¿Y cómo viene la reconstrucción? Porque se desarma toda una estructura que demostró ser ganadora. Primero se fue el DT, luego su reemplazante y también el líder en cancha.
Es un club muy ambicioso, pero económicamente también muy poderoso. Tenemos los recursos para contratar jugadores de primer nivel. Creo que la línea del club va a seguir contratando a jugadores que están en alza, que no están completamente establecidos en la Euroliga, sino que vienen de Eurocopa o Champions League, que son niveles muy buenos. Pero quieren seguir subiendo el nivel, que están hambrientos de mejorar. Creo que esa línea va a seguir el club, porque esos jugadores también son quizás un poco menos talentosos, pero son también más fáciles de entrenar, de ayudar. Son jugadores más colectivos. Al mismo tiempo, vamos a ver quién va a ser el entrenador, pero creo que el club quiere mantener el estilo de juego, agresivo, que defienda todo el campo, de jugar a muchas posesiones, de jugar muy rápido. Sé que nuestro presidente está buscando un entrenador así. Vamos a ver cómo se arma el equipo.